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Aburrido era una palabra demasiado pequeña para definir mi situación en ese momento.

Harto suena mejor.

Para entender mejor todo, hay que empezar desde el principio...por muy ridículo que suene.

Hace un par, o dos, o tres quizás, de miles de años atrás, un tipo muy resentido apedillado Jeon decidió establecer en su familia una cierta tradición que le sirvió para proteger a la misma del tremendo rechazo amoroso que había tenido el pobre diablo y, muy generosamente, no quería que ni sus hermanos, ni sus hermanas, ni las futuras generaciones, sufrieran. De esa manera, el muy cabronazo decidió que a partir de ese momento, los Jeon deberían cumplir con ciertos requisitos, los cuales fueron volviéndose más estrictos con el paso del tiempo pues las nuevas generaciones no supieron interpretar bien las mismas y mucho menos tuvieron los huevos de enfrentarse a "la ley".

Número uno: Un Jeon debe ser excepcionalmente bueno en todo lo que se le asigne, incluyendo la escuela, diversos deportes, las artes, etc.

Por supuesto, la regla se hizo más flexible cuando mi abuelo llegó al mundo hecho un desastre andante. Literalmente el tipo aprobó las materias en la escuela con el mínimo de notas y era pésimo en los deportes.

Número dos: En cuanto se cumpla los diecinueve, un Jeon debe comprometerse y casarse estrictamente una semana después. Para ello, deben estarse haciendo los preparativos para escoger a la perfecta esposa o perfecto esposo desde que un Jeon cumple los diecisiete.

Y número tres: La pareja de un Jeon debe ser escogida con frialdad e interés. Debe ser complemente de ascendencia coreana, tener una buena posición económica, ser excepcionalmente bueno o buena en cada ámbito, elegante y con buenos modales.

Por ser pocas, se piensa que estas reglas son simples o se pueden saltar fácilmente.

Pero no. Eran un grandísimo y molestísimo dolor en el culo, que gracias a que los Jeon se las habían ingeniado para aliarse a familias de igual ideología, se había mantenido de tal manera, que no había vía de escape.

Bueno...sí la había, pero a mis quince años aún no tenía un motivo lo suficientemente fuerte para tomar el valor de rebelarme, por mucho que sintiera que mi vida fuera un infierno ya que, al ser uno de los Jeon más torpes de la familia, mis abuelos y madre sometían mayor presión sobre mí ya que tampoco tengo hermanos ninguno.

Mi padre...él era otro pobre diablo que lo único que sabía hacer era asentir cuando mi madre y mis abuelos daban sus veredictos.

Aquella mañana me habían obligado a estar en una reunión para hablar de una tal fiesta de compromiso de una amiga de mi abuela (que ya era como la séptima vez que se casaba) y bueno, básicamente hablaron mucha mierda.

Salí corriendo de mi casa (pues para colmo se habían negado a llevarme en coche sin antes pasar a comprar las nuevas flores que quería mi madre en su jardín y como sabía que eso tardaría mucho, la mejor opción era simplemente usar mis dotes de atleta), y rezaba internamente a algún ente en el cielo o algún antepasado arrepentido por que mi mejor amigo, Kim TaeHyung, le hubiese dado una justificación válida a los profesores de mi ausencia. A él siempre le creían más que a mí sólo por ser sobrino del director del instituto.

Podría ser el hombre más torpe del mundo luego de NamJoon (el primo de TaeHyung y también muy amigo mío), y hasta el más idiota luego de SeokJin (otro amigo más en común con el par de primos), pero no soportaba quedar mal ante mi responsabilidad con la escuela, a pesar de mis pésimas calificaciones en química; menos si mi familia era la causante de tales retrasos no sólo de llegada, sino también a la hora de entregar tareas y saltarme exámenes.

ͲᎡᎪᏆᎠϴᎡ᯾ᎫᎬϴΝ ᎫႮΝᏀ ᏦϴϴᏦ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora