Capítulo 12

429 17 0
                                    

La pared de ladrillo se siente igual de inquebrantable que la mirada de Max, mientras me presiona ligeramente contra ella. Ambos estamos detrás de un bar. Estamos a punto de rendirnos a la tentación otra vez.

- Te deseo tanto - max
- ¿ Me echas de menos? - max
- Te encantaría saber eso, ¿ no? - mia

Pone su mano debajo de mi vestido y la presiona contra mi ropa interior. Jadeo y me retuerzo contra su mano.

- Estás mojada. Supongo que esto responde a tu duda. Dame una respuesta, Mia. Dime que puedo tenerte. Justo aquí, justo ahora - max
- No creo que sea buena idea, Max - mia
- ¿ Por qué no? ¿ No me quieres? - max
- Sí, pero no así. No en un callejón - mia
- Lo entiendo. Vamos a por un café. Ahora. Sólo tú y yo - max

Dudo sobre ello.

- Tenemos que hablar de algunas cosas - max
- No lo sé - mia
- ¿ Por favor? Yo pago - max

Es difícil decir no cuando es tan dulce y sincero como ahora.

- Bien, pero tú pagas el taxi - mia
- No lo haría de otra manera - max

Pone su mano en mi espalda baja y caminamos hacia la calle.

- Incluso te llevaré a casa después. ¿ Ves? Puedo ser un caballero - max
- Apenas y lo eres - mia
- Apenas es suficiente - max

El viaje en taxi es silencioso. Max descansa su mano sobre la mía en mis piernas. Se siente cálida contra mi piel.

- Por extrañas que estén las cosas entre nosotros... Es bueno estar contigo de nuevo - max

Miro su mano y después muevo la mía hacia mí. Con un suspiro, pone su mano de regreso en sus piernas. El café está casi vacío y nos vamos a una mesa del fondo.

- No pediré bebidas, ¿ qué quieres? - max
- Quiero... agua helada - mia
- Simple. Me gusta - max

Lo miro pedir en el mostrador. Se sube las gafas en la nariz, haciéndome sonreír. Lleva las bebidas a nuestra mesa y se sienta.

- Gracias por aceptar venir, y por darme una oportunidad - max
- Quiero escuchar lo que tienes que decir. Espero que sea algo bueno, Max - mia
- Créeme, la última cosa que quiero hacer es lastimarte - max

Max suspira.

- Quiero que estemos juntos. Créeme, Mia. De verdad lo quiero. Sólo no estoy seguro de cómo. No está bien. Y no solo porque me podrían despedir, pero... Te mereces a alguien que sea de tu edad - max

Volteo los ojos.

- La edad no debería importar - mia
- Si importa. Especialmente en la universidad - max
- He conocido a gente de mi edad que eran mucho más maduros que otros que conozco en sus 30 o 40 años. Puede ser un cliché, pero la edad solo es un número. No soy ingenua. No he sido sobre protegida. Se cuando quiero algo. Asi que tendrás que encontrar otra excusa para decir por qué no me quieres - mia

Retengo las lágrimas que amenazan con derramarse por mis mejillas.

- No es que no te quiera, Mia. Todo lo contrario. Pienso en ti todo el tiempo. Incluso he llegado a escribir poesía. Es ridículo - max

Entierra su cara en sus manos, gruñendo.

- ¿ Que tipo de poemas? - mia
- Sonetos románticos tontos y sentimentales - max

Sus mejillas se enrojecen aún más.

- Eso es lo que haces, Mia. Me conviertes en un artista torturado a quien le pesa su alma - max
- No veo el problema en eso - mia
- Está mal, Mia. Está mal de mi parte. Nos va a meter en problemas a ambos. Asi que tengo que tomar la difícil decisión de terminar. Necesitamos alejarnos de todo. Y necesitamos tiempo para superarlo - max

De repente siento un fuerte zumbido en mis oídos. Mi cuerpo se siente adormilado. Las lágrimas se escurren por mi cara. Me pongo roja y empiezo a llorar.

- Oh, Dios. Por favor no llores – max

- ¡No puedo evitarlo! – mia

Sin decir más, salgo del café, aún con las manos sobre mi cara. Me despierto a la mañana siguiente sintiendo que apenas dormí. Mi teléfono suena. Miro a la pantalla y veo que es mi madre.

- ¡Hola, mamá! – mia

- Hola, niña – mama

- ¿Te llamó James para que me convenzas de volver? – mia

Se ríe pero suena forzado.

- No, nada así. Creo que lo espera en secreto, pero prefiere no decirlo. Tu hermano se cayó del tractor. Se rompió las dos piernas – mama

- Voy a ir a casa – mia

- No, no lo harás. Me rehúso a recogerte en el aeropuerto, ¿me escuchas? – mama

- Sí, lo harás. Sé que no me dejarás abandonada – mia

- Tu padre puede encontrar a alguien en el pueblo que lo ayude. No te preocupes – mama

- Tú y yo sabemos que nadie afuera de la familia puede trabajar con ese tractor – mia

Se queda en silencio por un momento.

- Si no termina de plantar la cosecha para el fin de semana...  - mama

- No te preocupes. Lo lograremos. Vuelo mañana – mia

- Está bien. Será mejor que me ponga a cocinar si voy a tener que alimentar otra boca – mama

Me muevo para empezar a hacer la maleta. Pero justo cuando me levanto, mi móvil suena.

Seduciendo a mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora