ESPUMA CON AROMA A LAVANDA

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*ALERTA DE «SPOILERS»* Si aún no has leído o todavía estás leyendo la novela: El Príncipe Bengalí,  debes tener cuidado con leer más de la cuenta

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*ALERTA DE «SPOILERS»* Si aún no has leído o todavía estás leyendo la novela: El Príncipe Bengalí, debes tener cuidado con leer más de la cuenta... Cada capítulo de estos Jardines viene debidamente referenciado con el capítulo de la novela al que le sirve de extra para evitar que esto ocurra. Te recomendamos pues, que si estás leyendo la novela, acudas a visitar Los Jardines en el orden que se te va recomendando en dicha obra.

 Te recomendamos pues, que si estás leyendo la novela, acudas a visitar Los Jardines en el orden que se te va recomendando en dicha obra

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EXTRA PARA EL CAPÍTULO «COLORES ATÍPICOS» de la obra «EL PRÍNCIPE BENGALÍ»

Aimé le había pedido al señor Blair, Colin desde hacía ya unos cuantos días, que lo ayudara a afeitarse. Su pulso todavía no estaba del todo recuperado tras tanto tiempo de convalecencia y temía darse un mal corte con la navaja. Más que encantado, el servicial escocés había aceptado la petición con un guiño de ojos cómplice.

Conocedora de las verdaderas intenciones encerradas tras aquella inocente excusa, con una sonrisa indulgente, Angy había accedido gustosa a ocuparse del pequeño Andy, el sobrino de Colin. Cada vez sentía un mayor cariño por aquel travieso mocoso. Se llevaban a las mil maravillas, se adoraban mutuamente, y, lo más importante, ella se consideraba la máxima defensora del intenso romance surgido entre aquellos dos hombres.

De nuevo solos en el exiguo cuarto de baño del camarote, Colin se desabotonaba los puños de la camisa tras colocar los útiles de aseo en pulcro orden.

—Quizá deberías quitarte la camisa... No podría perdonarme que se te manchara por mi culpa —sugirió Aimé con fingida preocupación.

Colin dejó ir una risa nasal y empezó a desabrocharse la camisa con parsimonia.

—Ya... Muy preocupado te veo por mi ropa... —respondió con ironía, mientras sus dedos seguían bailando sobre los botones.

Aimé se encogió de hombros, incapaz de hablar, con los ojos fijos en la pálida piel del escocés que empezaba a vislumbrarse cubierta por una finísima capa de vello oscuro a través de la suave tela blanca que se abría poco a poco.

—Igual tú deberías hacer lo mismo —continuó diciendo Colin, e inició el descenso, con extrema lentitud, de un tirante primero y luego del otro, sintiendo el calor que desprendía esa mirada más que apreciativa que le lanzaba el francés y que se le antojó como un sabroso whisky añejo...

Los Jardines Secretos del Príncipe Bengalí [RELATOS EXTRA +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora