XVII- EL CUMPLEAÑOS

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— ¿Qué pasa Ray?

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— ¿Qué pasa Ray?

— Hey Red, tráeme una cerveza. — dijo Ray Sutton, tomando su habitual asiento en el bar.

En unos momentos, se deslizó una cerveza frente al hombre, quien le dio una sonrisa de agradecimiento al cantinero. Mientras tomaba un sorbo, se congeló un poco cuando alguien se deslizó en el taburete de la barra a su lado, a pesar de que había muchos otros asientos vacíos para ocupar. Girando levemente la cabeza, sus ojos se encontraron con un par de ojos marrones, y finalmente rompió su mirada para mirar al extraño de arriba abajo. Sus labios cubiertos de rojo se contrajeron en una sonrisa, empujando un mechón de su cabello castaño rizado detrás de su oreja.

— Lo siento, ¿Había alguien sentado aquí? — pregunto ella inocentemente. — Puedo moverme.

— No, está bien. — sacudió la cabeza. — ¿Puedo ofrecerte una bebida?

Su sonrisa creció aun más. — Solo una cerveza, si lo ofreces.

— Red, ¿lo mismo por favor para la dama? — Ray miró al camarero, quien asintió con la cabeza y pronto deslizó otra botella por la barra hacia ellos. Colocó la cerveza frente a la chica. — Entonces, ¿Qué hace una chica como tú aquí sola?

— Oh, no estoy sola. Solo espero a mis amigos. — ella se sacudió, envolviendo sus manos alrededor de la botella. — Es, eh... en realidad es mi cumpleaños.

— ¿Si? — preguntó, acercándose más a su asintió. Mantuvo una mano envuelta en su cerveza, su otra mano bajando lentamente y descansando sobre su rodilla. — Bueno, feliz cumpleaños... — se interrumpió, arqueando una ceja y sus ojos se encontraron una vez más, ambos mirando hacia donde descansaba su mano. — ¿Cuál es tu nombre, cariño?

— Soy Audrey. Audrey Gilbert. — ella respondió, inclinándose más cerca y moviendo su mano para descansar sobre la de él. — ¿Y el tuyo?

— Ray. — su sonrisa se convirtió lentamente en una mueca, inclinándose más cerca él mismo. — Ray Sutton.

Casi al instante, su sonrisa se desvaneció. — Es él. — llamó por encima del hombro, ignorando la mirada de confusión que Ray le dio. Agarrándole la mano que él tenia sobre su rodilla, Audrey la giró detrás de su espalda, empujando su cabeza hacia abajo para inmovilizarlo contra la barra. — ¿Era realmente esta la única forma de hacer esto? Me siento asquerosa.

— No te preocupes, amor. No volverá a suceder. — Klaus apareció al otro lado de Ray. Asintió con la cabeza a Audrey. — Buen trabajo. — luego miró al hombre, que gimió cuando Audrey le torció el brazo aún más, sintiendo que intentaba soltar su agarre. — Ray Sutton, ye hemos estado buscando por todas partes. —el sonrío. — Comenzamos en Florida, Pensacola. Allí conocí a un joven con quien solías trabajar antes de que te mudaras a Memphis, ahora me dirigió a dos encantadoras jovencitas. Y ellas me llevaron aquí, a ti.

✓ANOMALÍA -elijah mikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora