XXI- EL REGRESO

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Audrey dejó escapar un pequeño gemido, rodando sobre su espalda mientras abría los ojos

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Audrey dejó escapar un pequeño gemido, rodando sobre su espalda mientras abría los ojos. Recordó el almacén, recordó la mirada de enojo en el rostro de Klaus, luego todo se volvió negro. Colocando sus manos planas sobre la suave superficie debajo de ella, se sentó y miró a su alrededor, una sensación de familiaridad la golpeó instantáneamente. El espejo con fotos de ella y sus amigas pegadas con cinta adhesiva a lo largo de los bordes, el estante de la esquina al lado de su silla, que rebosaba de la colección de libros que había acumulado a lo largo de los años. Su escritorio con su computadora portátil, con una pila desordenada de tareas escolares olvidadas al lado, junto con su bote de papelería muy desorganizado.

Ella estaba en casa. Su edredón habitual estaba sobre ella, su variedad de almohadas apiladas ordenadamente detrás de ella. Estaba en casa, en su habitación, no en un almacén en medio de Chicago. La confusión se hizo clara en su rostro mientras miraba a su alrededor, haciendo una leve mueca al girar el cuello.

— Todavía estas sanando. — hablo una voz. — El dolor desaparecerá pronto.

Sus ojos se fijaron en la silla junto a su estante, mirando con incredulidad. — ¿Elijah?

— Hola Audrey. — Elijah la miro con una pequeña sonrisa. Se puso de pie, se movió y se sentó en el borde de la cama junto a ella. — Supongo que tienes algunas preguntas.

— Solo algunas. — ella admitió, mirándolo aturdida. No entendía lo que estaba pasando, ni por dónde empezar. Ella miró alrededor de la habitación de nuevo, luego volvió a mirarlo, la mirada que él le dio la hizo darse cuenta. — Nada de esto es real, ¿verdad?

— Me temo que no. — Elijah confirmo por ella. — Cuando Niklaus te rompió el cuello, el collar te envió aquí mientras usa mi curación para curarte. En algún lugar donde te sientas seguro. — explico, gesticulando alrededor de la habitación. — Y debido a nuestro vinculo, me rajo aquí para asegurarme de que estabas bien.

— ¿Me rompió el cuello? — ella repitió, sus ojos se agrandaron. Entonces todo la golpeo. Podía recordarlo gritando, preguntando que estaba escondiendo, luego los gritos de Rebekah mientras todo se volvió negro. — Él me mato. Estoy muerta. — ella soltó, su voz apenas por encima de un susurro mientras se hundía.

— Si. — Elijah asintió una vez más, con una expresión de disgusto en su rostro. Mientras lo observaba con atención, también vio la ira allí. — Niklaus, una vez más, dejó que su temperamento y su paranoia paralizante se apoderaran de él. — levanto su mano a la cara de ella y le acario la mejilla con el pulgar. — Afortunadamente, vas a estar bien.

Audrey se inclinó hacia su toque, sus ojos se cruzaron con los de él. Su mente recordó antes del verano, antes de terminar encerrada en el apartamento de Alaric con Katherine. Lo cerca que se habían acercado en la biblioteca, y el pequeño momento que los había conducido a ella. Ver sintió como si se le hubiera quitado un peso de encima del pecho y se sintió en paz. Casi al mismo tiempo, ambos comenzaron a inclinarse más cerca el uno del otro, cerrando lentamente la pequeña distancia entre ellos. Les dio a ambos una sensación familiar de deja-vu, ninguno de los dos tuvo el pensamiento de alejarse o evitar que sucediera.

✓ANOMALÍA -elijah mikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora