Pensándolo bien, ahora, a dos meses de todo, por fin podía decir que estaba aprendiendo a abrazar su soledad y encariñarse con ella.
Adoptó un gatito gracias a una publicación que vió en redes sociales sobre una familia que no podía mantener a todos los bebés gatitos con ellos, así que con gusto se dirigió a la dirección que le habían dado.
Le puso Wilfred porque le daba risa que fuese un nombre tan serio en un gatito que le miraba con curiosidad a cada paso que daba, era como tener a un acompañante silencioso que por fin lo comprendía con sus problemas mentales.
Por su bien, puso distancia entre todas aquellas amistades que sentía no valían la pena, esas que se negaron a escucharlo cuando la estaba pasando mal pero querían que siguiera ahí para escucharlas a ellas. Decidió que a partir de ese momento buscaría en sus amistades algo nuevo que aprender y no solo el salir cada fin de semana a beber alcohol en algún bar de mala muerte.
Las personas cambiaban y crecían a medida que la vida avanzaba, no podía compararse en nada con el Doyoung de hace un año. Quería creer que esa fue su razón para terminar con Johnny, mientras crecía como persona se daba cuenta de que ciertas cosas no eran necesarias en ese momento para su vida, conservar a su ex novio a su lado a pesar de no sentir ese amor de cuando eran adolescentes sin duda alguna sería un acto de egoísmo puro, no podía simplemente quedarse cruzado de brazos ante la situación que la vida le planteaba.
El universo ponía obstáculos en tu camino, para bien o para mal, y alejaba a las personas. Agradecía haber tenido la oportunidad de convivir con Johnny todos esos años porque le enseñó lo que era un verdadero amor, le permitió crecer un poco más y mejorar como ser humano, así que no podía decir simplemente que todo terminó porque ya no lo quería.
Siempre lo querría, fue su primer amor y obviamente habría algo ahí.
Yuta se volvió más cercano a el y le explicó que estaba completamente bien todo lo que planeaba hacer con su vida, primero necesitaba terminar de descubrirse a si mismo. Sin duda su amistad era más sana que las anteriores.
—A este paso me quedaré en la calle, gasto más en tu comida que en la mía, Wilfred —se quejó mientras alimentaba a su gatito que poco caso le hizo. —Malo.
Claro que aún lloraba, pero estaba bien hacerlo, por lo menos hasta que pudiese tener la certeza de que su salud mental iba mejorando con el paso del tiempo. Apenas eran dos meses, no se iba a exigir tanto a si mismo porque volvería a tener un colapso y terminaría alejándose de todo, de nuevo.
Tenía cierta tendencia a huir cuando las cosas estaban complicadas en su día a día, odiaba a su mente por no tener la suficiente capacidad de quedarse a enfrentar las cosas de la vida. Porque el mundo no se iba a detener por ello, el tiempo avanzaba al igual que las estaciones y era momento de trabajar en ello.
Se negaba a vivir huyendo de cualquier cosa que le molestara.
El timbre sonó y Doyoung se cuestionó un poco sobre quien podía ser. Yuta y Shotaro nunca usaban el timbre, sus padres no iban a llegar de sorpresa y sus compañeras de trabajo no habían avisado que irían por el para salir a dar una vuelta.
Así que cuando abrió la puerta y se encontró con la hermana mayor de su ex novio, no pudo hacer nada más que bajar la mirada con vergüenza mientras su gato maullaba, tal vez preguntando quien era la visita o eso le gustaba creer a su mete.
—Por fin pude dar contigo, me tenías muy preocupada —Amber abrazó con fuerza al pelinegro, haciéndolo sentir protegido por un par de segundos. —No sabes el miedo que sentí por tu bienestar, Johnny me contó todo, fue horrible para ambos, ¿Cierto?
—Muy horrible —murmuró Doyoung sin intenciones de separarse de aquel abrazo. —Quería desaparecer.
—No te sientas tan culpable, puedo entender tu situación —la mujer trató de reconfortar un poco al chico, dando un par de palmadas en su espalda.
—¿No me quieres golpear y decirme cosas feas que me hagan llorar? —preguntó con miedo.
—Al principio si quería, toda la familia se volvió loca cuando Johnny llegó llorando, diciendo que ya no podría traerte a cenar porque habían terminado de una forma muy repentina —Amber hizo una mueca y entró al departamento, siguiendo al menor hasta la pequeña cocina. —Papá quería venir a golpearte, yo también, mi madre estaba decepcionada... Hasta que el enojo pasó y decidí aparecer para poder arreglar este asunto, créeme que papá solo quería venir a gritarte en la cara lo idiota que eras.
¿Que otra cosa podía esperar? La familia de su ex novio lo había tratado como un integrante más, el señor Seo lo llevaba a pescar de vez en cuando aunque nunca regresaban a casa con un pez en la hielera, la señora Seo estaba ahí para cuando extrañaba mucho a su propia familia y necesitaba un poco de ese cariño materno. Amber se convirtió en lo más cercano que podría tener a una hermana mayor en menos de un mes, congeniaron tan bien la primera vez que se conocieron y seguía así a pesar de todo.
Le daba vergüenza ahora tener que mirarlos a la cara para admitir el hecho de que fue el quien le rompió el corazón a un chico lindo, ¿Cómo podía hacer algo así? Cuando esa familia lo recibió tan bien.
Probablemente Johnny habría dicho un par de cosas malas sobre el, tampoco lo iba a culpar, en un principio las pensó de igual forma, solo que no pudo decirlo porque no tenía a nadie con quien hablar de esas cosas, su madre se sentía aún incómoda con el tema de que fuese un hombre y su padre pasaba de ese tipo de cosas.
—Lo siento mucho —sollozó. —Yo no quería causar tanto daño.
Dolía para ambos, pero al final, era lo que necesitaban. Incluso si al llegar la noche sentían la necesidad de salir corriendo al nuevo hogar del otro, incluso si deseaban llamar incontables de veces con el fin de escuchar su voz, incluso después de eso, ambos sabían que lo mejor para esos momentos era mantener su distancia.
Al final, eran dos corazones heridos.
🦋
Poco a poco, si se puede Doyoung, si se puede Johnny 😭