♡~ CAPÍTULO XIV ~♡

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Louis bebió de su té, mirando por la ventana de su estudio a las empapadas hojas marrones en el jardín. La nieve de la noche anterior no se había acumulado en lo absoluto. La luz color rosa a media mañana no daba ninguna indicación de los gruesos copos hermosos que habían girado alegremente por el aire. El cielo estaba despejado, y el día parecía que iba a ser soleado. Era extraño estar irritado por algo que normalmente disfrutaba, como lo era el buen clima.
 
También su teléfono se había mantenido en un irritante silencio.
 
Se volvió para fulminar a este con la mirada, como si fuera responsable de que Harry no llamara. Zephyr estaba sentada en el escritorio con las patas abiertas, lamiendo su trasero de una manera muy grosera.
 
Louis torció los ojos.
 
—Bestia desvergonzada —murmuró hacia ella—. Igual a mí me gusta que laman mi trasero como a cualquier omega, pero incluso si yo mismo pudiera hacerlo, no se lo mostraría al mundo.
 
Ella lo ignoró, lamiéndose incluso con más intensidad.
 
Louis suspiró y se volvió hacia la ventana, con la cálida taza contra sus manos frías. La noche anterior con Harry, había estado a nada de hacerlo. No sabía lo que se había apoderado de él, pero si Harry no se hubiera ido, entonces no tenía ninguna duda de que hubiera terminado sobre sus manos y rodillas, presentándose y siendo montado.
 
Cuando le pidió que se quedara, había sido en parte para felicitarlo, para hacerle saber que había disfrutado verlo comportarse a la altura de las circunstancias en la confrontación con Zayn, pero también había querido investigar sutilmente el tema de Rafael y los abortivos.
 
Incluso ahora no estaba seguro de lo que había estado esperando que Harry le contara sobre la situación, pero con el delirio de feromonas afectándolo, y el tranquilizante alfa indudablemente menguando en Harry, las cosas se habían movido tanto, que no había sido capaz de enfocar sus pensamientos. Y entonces por fortuna, Harry se había marchado, olvidando su abrigo y la receta del guiso de cangrejo que había copiado cuidadosamente para él.
 
Ahora ya no estaba seguro de cuándo tendría otra oportunidad. Mañana iría a las negociaciones sin saber si Harry sabía de la supuesta conducta criminal de sus padres, y si era así, cómo se sentía al respecto. Teniendo en cuenta su propio historial, la opinión de Harry era bastante importante para él.
 
Encendió el fuego, considerando sus opciones mientras prendía el cerillo. Cuando las llamas tomaron forma, se levantó, sacudiendo pequeños trozos de corteza de sus pantalones y camiseta de manga larga color rosa, que se había puesto esa mañana. Supuso que ordenaría otra vieja pila de revistas o posiblemente terminaría de leer la novela que empezó el día anterior. Sin embargo, ninguna de las dos cosas parecía particularmente atractiva, no cuando podía haber ido con Harry a deslizarse en trineo, actuando como si volviera a ser un niño. Fue un alivio cuando el timbre sonó.
 
Dejando la taza de té sobre la mesa, le dio a Zephyr una mirada firme y dijo: —No la tires. ¿Entiendes?
 
Ella maulló y le dio la espalda. Anticipando que fuera una entrega o tal vez el correo, se quedó sin aliento cuando abrió la puerta.
 
—¡Oh!
 
—Hola —dijo Harry, sonriendo con picardía.
 
Louis arqueó una ceja, sintiendo caer a su estómago en picada como un pájaro en vuelo. —Pensé que me llamarías esta mañana —lo regañó—. No que te aparecerías en mi puerta.
 
—Iba a llamar si nevaba —dijo Harry, con un toque de suficiencia. Traía puesto un pantalón de uso rudo, una gruesa y pesada camiseta de manga larga, y una pala en la mano.
 
Había tres hombres de pie en el pasto detrás de él, con atuendos similares, llevando herramientas para el jardín. Había una camioneta en la calle tras ellos. El costado de esta decía: “Jardín en crecimiento – Betas en contratación”.
 
Harry apartó un puñado de pelo castaño de sus ojos. —No nevó.
 
—No. No nevó.
 
—Tendremos que deslizarnos en trineo en otra ocasión. Pero el frío de anoche me hizo pensar que si voy a hacer algo respecto a tu jardín, necesito empezar antes de que el suelo se congele. Mox, Jim y Roe son betas que mis padres contratan, y acordaron venir conmigo para comenzar el día de hoy si te parece bien. Tenemos mucho por hacer. Si mal no recuerdo, el lugar está bastante crecido.
 
Louis parpadeó hacia él en la pálida luz que brillaba a través de los árboles. Sus ojos azules resplandecían como el mar en pleno verano, y sus mejillas estaban sonrosadas por el frío.
 
—¿Tus padres saben que estás aquí?
 
—Por supuesto. Me dieron una dosis extra, no te preocupes. — Sonrió Harry.
 
Louis enrojeció, con una ola de calor elevándose a través de su interior, mientras que lubricante natural humedecía su trasero.
 
Las fosas nasales de Harry se dilataron y sus ojos brillaron peligrosamente. —Eh.
 
Louis gimió, se pasó una mano por la barba y dijo: —Espera un minuto. —Le cerró la puerta en la cara y tomó una respiración profunda, intentando calmar su pulso. Feromonas ridículas. Era un hombre adulto, por el amor de Dios Lobo.
 
Se volvió hacia el perchero junto a la puerta, agarró el abrigo de Harry, le dio una larga aspiración, disfrutando del aroma con toques de lápiz, tierra y algo picante. Luego abrió otra vez la puerta. —Anoche dejaste esto.
 
Harry recibió el abrigo, también lo olió y sonrió.—Ahora huele a tu casa. Y a ti.
 
—En realidad pensé que olía a ti.
 
Harry contempló a Louis con tal intensidad, que hizo que la humedad se propagara más por su entrada. —¿Te gusta eso?
 
Louis gimió de nuevo, mirando por encima de los hombros de Harry, hacia donde los jardineros betas se quedaron hablando en voz baja al frente de su casa. —Sí. —En esa admisión, su cuerpo lo traicionó aún más. Su pene se engrosó e irguió, y su entrada se empapó. Tendría que cambiar su ropa interior.
 
Harry apretó la mandíbula, apoyando la pala contra el costado de la casa. Devolviéndole el abrigo, le dijo: —Quédatelo entonces. No lo necesito hoy. Tendré bastante calor una vez que comience a trabajar.
 
Louis lo tomó sin argumento, y se estremeció cuando al aroma de Harry llegó a él de nuevo.
 
Harry miró sobre su hombro hacia los hombres que había traído con él. —Podría decirles que se vayan. Puedo oler cómo te estás abriendo para mí. Y si das tu consentimiento, puedo hacer algo al respecto. — Hizo un gesto hacia abajo en donde su erección distorsionaba la parte delantera de sus pantalones.
 
—Protocolos —dijo Louis con voz ronca, ahora su propio miembro palpitaba y sus pezones se notaban por debajo de su camiseta, irguiéndose por algo más que el aire frío del exterior.
 
—¿A quién le importa? Ya estamos mal para los estándares culturales. Tú quieres sentirme. Yo quiero sentirte. —Dio un paso hacia adelante, con las pupilas dilatadas y la boca abierta como si fuera a inclinarse para un beso.
 
—Detente —se quejó Louis. Cerró los ojos para controlarse—. Pensé que habías dicho que te dieron tu dosis.
 
—Lo hicieron. Aunque quizás necesitan darte algo a ti, ya que estás empapado por mí. No deberías sufrir cuando sé lo que quiero. —Sin embargo, titubeó en el umbral—. Tú decides.
 
—Mocoso insolente.
 
Los ojos de Harry destellaron. —Te debería nalguear por eso.
 
Las rodillas de Louis temblaron, y entrecerró la puerta hasta que estuvo abierta sólo un par de centímetros.
 
—Sí, puedes limpiar mi jardín —dijo a través de la grieta, tratando de recuperar un poco de dignidad cuando no quería nada más que arrastrarlo dentro de la casa, tirarse al suelo, bajarse los pantalones, ser nalgueado, y luego embestido hasta no poder ver bien.
 
—Si estás seguro. —Los ojos de Harry brillaron.
 
—Estoy seguro —dijo Louis, con el corazón acelerado.
 
Dios Lobo, Harry era tan joven, tan inexperto, probablemente eran sólo palabras. No sabría qué hacer si lo dejaba entrar en la casa. No tendría ni idea de por dónde empezar con una nalgueada adecuada y el sexo. ¿Cierto? ¿Cierto?
Tenía que creer eso o se volvería loco.
 
Harry asintió y resopló haciendo volar un mechón de su frente, sólo para que volviera a caer sobre esta de nuevo. —Estaremos atrás. Probablemente nos tomará la mayor parte del día.
 
—Entonces tendré el almuerzo listo para el mediodía.
 
Harry ladeó la cabeza dudosamente. —¿Puedes preparar el almuerzo?
 
—No creas todo lo que mis amigos te dicen. Soy perfectamente capaz de hacer sándwiches para cuatro hombres. —Su miembro palpitó al ritmo de su pulso, mientras luchaba contra el impulso de abrir la puerta de par en par y arrastrar a Harry al interior.
 
—Entonces estaré esperándolo —dijo Harry, antes de ajustar su miembro para que este fuera más discreto, y entonces volteó hacia los hombres detrás de él—. Por aquí. Hay mucho trabajo por hacer. Ah, y Mox, dime qué piensas sobre lo que deberíamos plantar. Aunque por supuesto, lo discutiremos con Louis antes de comprar cualquier cosa.
 
—Voy a estar aquí todo el día —dijo Louis débilmente, antes de cerrar completamente la puerta, poniéndole seguro, y apretando el abrigo de Harry contra su rostro. Cayó sobre sus rodillas, batallando para abrir su pantalón, y agarró su palpitante erección. Cerrando los ojos con fuerza, pensando en la intensa mirada de Harry, se metió la mano en la boca para ahogar sus gruñidos. Sus caderas  se sacudieron y su cuerpo se convulsionó mientras pintaba rayas blancas en los desgastados tablones marrones.
 
Cuando terminó, se levantó tembloroso, colgó el abrigo de Harry en el perchero y agarró un pañuelo del bolsillo de uno de los suyos, para limpiar el desastre. Con el corazón aún acelerado, y su trasero estremeciéndose y húmedo, se dirigió arriba hacia el baño. Un atisbo de preocupación lo molestaba a pesar de la bruma post-orgásmica. Su excitación apenas y se había saciado.
 
La imprimación alfa podría ser instantánea y violenta. ¡Pero la contraparte omega no se quedaba atrás! Su cuerpo ansiaba por Harry y no iba a dejar que se olvidara de él. Requirió de otro orgasmo en la ducha, con el trasero llenó por un dildo tamaño alfa que utilizaba cuando Zayn necesitaba un descanso durante el celo, para recuperar sus sentidos.
 

🅲🅴🅻🅾 🅻🅴🅽🆃🅾 - Adaptacion LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora