2. Protegiendo a una inocente.

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Capítulo dos.

Las clases son súper aburridas, lo único que me mantenía en el aula era la profesora de matemática, será mucho de números pero a mi me ponía muy caliente.

Todos pendientes a la explicación de la maestra y yo con la mirada puesta en sus nalgas, me imaginaba todo su cuerpo encima del mío, cada posición que hubiera practicado si la hubiese tenido en mi cama.

En mis quince años todavía era virgen, al dejar mi cuidad di un cambio repentino, mis hormonas se disparaban cada noche viendo películas porno.

Los ojos me delataban, necesitaba disimular esta erección, por arriba de mi uniforme se lograba marcar mi enorme polla, mi compañera de puesto nota lo que me estaba pasando y con un susurro en el odio me dice.

-Danny estas a cíen.

En otro momento me hubiera muerto de la vergüenza por la sencilla razón de que la chica que se sentaba a mi lado pudo notar mi calentura, sin embargo no tuve escrúpulos y le respondí.

-Necesitó tu ayuda.

La cara de la chica reflejo cierta duda, no sabía exactamente en que debía de ayudarme, acomodándose un poco en la silla me pregunta.

-¿En que puedo ayudarte?.

-Estoy súper cachondo producto a la profesora, necesitó salir del salón para que mi miembro vuelva a su normalidad-con miedo a que ella se sintiera incomoda le comenté.

-Realmente no se me ocurre nada, lo único que puede funcionar es un poco atrevido, pero no lo haré aquí-me responde modiendose los mofletes.

Algunas carcajadas picaras sale de mi boca, era un poco extraño esta conversación, yo excitado, mientras que ella me provocaba mordiendo su labio inferior, por lo tanto de manera coqueta le pregunto.

-¿Se te ocurre algún lugar dónde ya sabes...poder hacer lo que estas pensando-con algunos nervios pude terminar la pregunta.

-En el baño, es un lugar tranquilo para lo que pienso hacer-me dijo tocando mi muslo con sus manos.

-Me parece bien-conteste con un leve entusiasmo.

La chica decide pedir permiso para ir al baño, mis ojos estaban enfocados en su cintura, su pelo negro le llegaba a la espalda, su físico era perfecto, por lo que pude observar tenía su trasero muy redondito, en lo que estaba desvistiendo a mi compañera un grito rompió el monento.

-¡Danny!-me llamaron desde una esquina del salón.

-Te quedaste de piedra mirando a Sofía-esas fueron las palabras de mi maestra.

Ya tenía todas las miradas puestas en mi, algunas que otras chicas de clases estaban hablando en voz baja y riendo, claro que estaban hablando sobre lo que me dijo la profe, sin embargo con mucha tranquilidad me expreso.

-Sofía es una belleza al igual que usted-giño mi ojo.

Le acababa de sacar los colores a mi profesora, unas mejillas sonrojadas me regalaba mientras disimulaba un poco tocándose su pelo.

-Oh gracias, eres un chico muy dulce-me agradecía la instructora.

-¡¿Dulce yo?!, no, dulce es esto que cuelga en mi entrepierda-le contestaba sarcásticamente.

-¡Sal ahora mismo del aula!-con cara de odio me gritó la profesora.

Buen trabajo Danny, ahor vamos al baño para verte con esa trigueña sexy-pensaba mientras le lanzaba un beso a la enfadada.

Recogiendo mi mochila salgo con mis audífonos escuchado música, con unas de mis canciones favoritas, 7 years de Lukas Graham, me la dedicó mi mamá por mi cumpleaño siete, todavía recuerdo sus palabras.

Busca amigos o te quedarás solo.

Mientras caminaba rumbo al baño noto a la distancia a Sofía, por su cara pálida supuse que algo estaba pasando, apurando el paso llegue a donde se encontraba ella.

-¿Qué sucede?-la duda me comía por dentro.

La trigueña no me responde nada, solo empujo la puerta. Adentro se encontraban tres chicas pateando a otra que estaba sentada en el piso llorando, sin embargo la chica que estaba siendo agredida tenía en su mano un libro.

Ese es mi libro-pensaba mientras entraba al baño para rescatar a Mónica.

Mi síndrome de anisocoria incluida con mi heterocromia hicieron su función, cambiaron mis ojos, mis pupilas una verde y la otra azúl estaban disparejas, mostrando asi unos ojos diferentes a la vista de cualquier espectador, esas tres lograron sacar el diablo que tenía dentro.

-¡Suelten a mi amiga perras!-aquel grito retumbó en todas las paredes de aquel baño.

Las chicas al escuchar semejante grito no les quedo otra opción que dejar de golpiar a Mónica, la cual seguía llorando en el suelo, unas de ellas se refiere a mi entre risas.

-Mira a quien tenemos aquí, el chico nuevo vino a defender a la princesita.

-Se creen valientes golpeando a una indefensa, ustedes son tres y ella es una sola, son unas hijas de puta-insultandolas le respondo.

Aquellas chicas estaban en presencia de un demonio, cuando mis pulas se dilatan o me cambian de color puedo convertirme en el ser más odioso del mundo.

-Si la quieres, es toda tuya, ya nosotras terminamos-me comentaron con risas fingidas.

No me importaba si ellas me abofetearan, en ese momento solo quería recoger entre mis brazos a mi amiga, recogiéndola como había pensado voy caminando por el pasillo de la escuela, sin embargo la directora me observa y me pregunta desesperada.

-¿Qué le pasó a Sofi?.

-Un bajón de azúcar-le respondo directo, no podía perder más tiempo.

-Llevala a enfermería, allí la atenderán mejor-me dijo la directora amablemente.

-No, la llevaré a mi casa, seré su propio enfermero y por favor no me contradiga.

No escuche la respuesta porque ni le preste más atención a la directora, seguí caminando rumbo a mi auto para llevar a la que se había dormido a casa.

La Historia De Dan (En Proceso).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora