5. Amistad extraña.

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Capítulo cinco.

—¡Para!—le grite a mi amiga lanzándola a un lado.

—¿Hice algo mal?—me preguntaba la rubia dudosa.

—No, eres genial exitandome, sin embargo el problema esta vez lo tengo yo—respondía mirando los pezones a Mónica.

La joven todavía se encontraba sentada en el suelo, me observaba con un brillo en sus ojos único, sus manos querían tocar mi sudoroso cuerpo, me desnudaba con la mirada, mientras memorizaba cada parte de mi cuerpo se mordía su labio inferior.

Que sensación más rara esta que siento, mis labios querien besarla, mis manos desnudarla, mis ganas follarla.

Tenía la respiración agitada, las ganas me  dominaron en aquel entonces, agarrando el brazo de la chica logro levantarla, su tórax choca contra el mio logrando así juntar los dos cuerpos a menos de dos centímetros.

—¿Qué haces Dan?—aún más confusa preguntaba Mónica.

—Shhh, esto te pasa por provocar a un diablo—le susurré a su oído.

Acto seguido de susurrarle al oído fui bajando con pequeños besos hasta su cuello, ya podía notar como su piel estaba completamente erizada, mis dientes mordieron su cuello, no tan fuerte para no hacerle daño, con las manos fui recorriendo todo su cuerpo.

Sentía una calentura en mi parte genital que jamas había sentido, a mi edad no tengo muchas experiencia con chicas, sin embargo me ayudo bastante las pelis porno que miraba en la madrugada mientras mis padres dormían.

Notaba como mi verga incrementaba aún más y más, al punto de que sobrepasaba mi pequeño shorts, cuando mis labios empezaban a subir buscando los suyos paro.

Di tres pasos hacia tras y con risa sarcástica hablo.

—Y si te dejo así, con ganas de mi, ¿qué pasaría?.

La joven se encontraba todavía en las nubes, pero cuando escuchó esas palabras su rostro cambio por completo, de placer a enojo.

—¡Danny, ni se te ocurra dejarme en este estado!—me gritó levantando su dedo.

—Somos...solo...amigos—después de unas pequeñas pausas a propósito respondí.

—Te odio maldito demonio—me insultó caminando hacia la salida del gimnasio.

—Pensé que iba a pasar algo más—pude escuchar lo que estaba murmurando la enojada.

—A—M—I—G—O—le deletreaba esa palabra para molestarla aún más.

—¡Feo!—me insultaba desde la puerta.

En lo que mi amiga se marchaba insultada yo seguí haciendo mis ejercicios, sin embargo no me sentía del todo bien sabiendo que mi amiga estaba molesta por mi culpa, dejando las pesas en el suelo me decido buscar a la rubia.

—Mónica —gritaba por toda la casa.

En la habitación de mis padres puede ver a Honitaki arreglando las sábanas de la cama.

—Buenas tardes,¿sabés donde esta la chica que llegó conmigo?.

—La joven se encuentra en el jardín, lleva unos minutos sentada mirando hacia el cielo—me respondió la ama de llaves amablemente.

—Gracias.

—De nada, si necesitas algo no dude en llamarme—tan eficaz como siempre.

El jardín no se encontraba muy lejos de donde estaba parado, solo caminé unos metros para llegar a el, al llegar a esta casa   lo primero que robo mi atención fue ese hermoso jardín.

Allí se encontraba sentada, justamente donde me dijo la japonesa se encontraba mi amiga, a la distancia no pude observar con claridad lo que la joven miraba, pero su rostro estaba al frente y en esa dirección solo se hallaba un bello paisaje de las montañas de España.

Cuando una persona camina sin zapatos sobre el pasto no se escuchan sus pasos, por eso la chica no pudo notar mi presencia, fui acercándome a ella lentamente.

—Perdón, sinceramente disculpa por lo idiota que fuí—le comenta a Mónica abrazándola.

—Dan no puedo ponerme brava contigo, tú rompes todas mis barreras, mis reglas, aunque seas un odioso igual te quiero.

—Yo también te quiero pero solo...—me dio un pequeño golpe por la mano, eso me decía que dejara de hablar.

No estoy incómodo por pedirle perdón a la chica, estaba incómodo porque la tenía abrazada de una forma diferente, ella se encontraba sentada y yo de rodillas detrás de su espalda.

—¿Te puedo ser sincera?—preguntó la muchacha acomodando la cabeza en mis pectorales.

—Siempre Mon—pequeño diminutivo de cariño.

—Eres un chico único, siempre estas cuando lo necesito, me cuidas, aquel día me salvaste de esas tres perras que me golpeaban, sin embargo desde el primer momento me gustaste, perdona si soy directa—terminó de hablarme con sus ojos cerrados.

Esas palabras no me asombraron, ya tenía mis sospechas, sospechaba que le gusto a mi mejor amiga y gracias a ella misma confirmé mi teoría.

—Gracias por ser sincera y abrir tu corazón conmigo.....—me quedo callado.

—No digas nada, tu silencio lo dice todo, no quieres romperme el corazón por la simple razón de que no sientes lo mismo que yo—se inclinaba de lado como si me usara de almohada.

—Lo siento—respondí dándole un beso en la frente.

Nos quedamos unos minutos sentadamos en esa posición, apreciando una hermosa apuesta de sol, a la distancia observo dos personas discutiendo, no sabía el porque de la pelea.

Empiezo a correr hacia el altercado dejando a mi amiga confusa, no tuve tiempo para explicarle lo que sucedía.

—¡Dan!—grito la rubia lanzándome un zapato.

—Ahora vuelvo preciosa—le respondía corriendo a toda velocidad.

La Historia De Dan (En Proceso).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora