"Yo sólo quería aislarme y entrenar hasta no poder más... ¿porqué siempre tienes que complicarlo todo?"
Después de una humillante derrota en la meseta añil, Gary emprende un viaje a las islas espuma con la intención de entrenar a sus pokemon. Sin e...
¡¡Holaaaa!! Espero que todos estén muy bien y que hayan tenido unas muy bonitas fiestas :D
Estoy feliz/triste de anunciarles que este es el capítulo final de este libro. Estoy impresionada de ver la manera en la que creció la historia y la verdad se debe todo al gran apoyo que recibió. Por eso les estoy tremendamente agradecida, sobre todo por la enorme paciencia que me han tenido y por todos los votos y comentarios :'3 ¡son los mejores!
Quisiera hacer mención especial a mi amiga Enthriexya que sin ella este fanfic no hubiera existido en primer lugar. Les recomiendo mucho ir a leer sus historias ¡son geniales! <3
Como nota adicional, les menciono que aquí ya no tendremos el POV de Gary, nomás para que no se vayan a confundir XD
Y ya sin más, les dejo con el capítulo. ¡Espero les guste!
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El derrumbe era más intenso a cada segundo. Los muros retumbaban y grandes bloques de hielo del tamaño de autos caían por todas partes.
En esos momentos, Ash ayudaba a los pokemon a escapar. A pesar de estar semi-consciente, le preocupaba Gary, pero a la vez confiaba en que todo iba a estar bien.
La mente de Ash estaba nublada. Le habían robado la voz y sus emociones, pero aún conservaba parte de su esencia y por ello, sentía que era su deber salvar a estos pokemon y regresar por Gary ¡Y para ello debía que darse prisa!
Por suerte, Vulpix y Charizard le ayudaban a derretir los trozos de hielo que caían sobre él. Gracias a la maestría con la que Ash comandaba los movimientos, Charizard no tenía problemas en concentrarse y serpentear ágilmente entre los muros de hielo, mientras eran seguidos por el resto de los pokemón de la caverna hacia la salida.
Todo iba bien, pero entonces Ash sintió un cosquilleo dentro del pecho que lo hizo perder la concentración... sintió una punzada, al principio cálida pero luego muy dolorosa, la cuál pasó rápidamente del pecho a su garganta.
-¡AGH!-Gimió el chico, rodeando su garganta con las manos al sentir el ardor.
El malestar llegó hasta su cabeza y por momentos sintió desmayarse. Por suerte, Vúlpix lo jaló de la camisa, evitando que cayera.
