6. Familia | Harley Quinn (2019)

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Edward se sentaba en una mesa alejada de los demás villanos; una que Oswald le había reservado expresa y únicamente a él y en la que había prometido sentarse a su lado cuando empezara el evento de la entrega del paraguas típico de Oswald, que ocul...

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Edward se sentaba en una mesa alejada de los demás villanos; una que Oswald le había reservado expresa y únicamente a él y en la que había prometido sentarse a su lado cuando empezara el evento de la entrega del paraguas típico de Oswald, que ocultaba un arma que funcionaba de forma paralela, y pudiera dejar de centrarse al cien por cien en su pequeño y querido nieto por un momento.

Y es que el pingüino había estado tan centrado y ocupado en su fiesta que no había podido acercarse ni a recibir a Edward cuando entró a la celebración. 
Aunque cuando trajeron los entrantes, Oswald tuvo un momento libre para acercarse a saludarle.

—Perdóname por no haberte saludado antes, Edward —le dijo mientras le acercaba su mano para que la estrechara.

—Oh, no te preocupes, mi ovíparo amigo —le respondió, recibiendo su gesto con cordialidad—, comprendo lo delicadas que pueden llegar a ser las fiestas infantiles de cumpleaños. Aunque creo que nunca he estado en una.

Cobblepot se colocó en la silla al lado suya, echando un rápido vistazo a la copa vacía que se encontraba delante de Edward, que descansaba en la mesa como si esperara algo.

—Siento que no hayan servido champán en la fiesta. El espantapájaros se ha quejado de eso.

El Acertijo no respondió, pero acto seguido se levantó mientras portaba una minúscula sonrisa y se preparaba para lanzar una insinuación;

—Voy a ir al baño, ahora nos vemos.

A Edward únicamente le había faltado guiñar un ojo mientras se “despedía”.

Oswald, que estaba acostumbrado a este tipo de juegos por el Acertijo, y en parte también por la naturaleza complicada de su relación (el secretismo de esta les obligaba a forzar situaciones así), se levantó de la silla cuando observó desde lejos que Edward abría la puerta del baño para entrar por ella.

Le siguió; repitiendo exactamente lo mismo, y la sorpresa que se llevó fue grata al ver que eran los únicos que se encontraban en el cubículo.

Edward gira a verle, lo primero que destaca el pingüino en él con su vista es que ha mantenido esa sonrisa en su cara que siempre conseguía transmitirle que sabía exactamente lo que estaba haciendo. Y además, le encantaba.

—Hmm, ¿pasa algo, Ozzie? —preguntó con una falsa inocencia, haciendo hincapié en ese mote que reforzaba el cambio de situación entre ellos dos— Pensaba que te ibas a quedar en la mesa.

Oswald simplemente avanzó, se podría decir que con algo de impaciencia, y cuando estuvo en frente de Edward, le agarró de su corbata con ese estúpido signo de interrogación verde en medio, con éste jadeando un sonido de satisfacción al instante, y bajó de ella de tal manera que sus rostros se encontraban, ahora, a la misma altura.

—¿De verdad no lo esperabas, Eddie? —pronuncia con picardía para después cerrar los ojos y juntar sus labios durante un breve período de tiempo.

—Bueno, quizás en la presentación estaría preguntándome qué intentabas decirme cuando me mirabas de esa manera en la fiesta, y quizás llevo esperando desde entonces que hagas exactamente esto.

Oswald sabe perfectamente a qué “manera” se refiere y armoniza una brillante sonrisa.

—Oh, Nygma, seguro que sólo eran imaginaciones tuyas —murmuró lentamente, dejando indicado de una forma a lo *Bizarro* que intentaba transmitir exactamente lo contrario de lo que sus palabras dictaban.

Esta clase de momentos volvían locos a los dos.

Aunque Edward hizo el intento de acercar sus labios de nuevo, de repente se escucharon fuertes ruidos de jaleo a través de la puerta y esto hizo que los dos miraran hacia ella, con el miedo de que alguien los interrumpiera en medio del momento que estaban disfrutando.

Y efectivamente así ocurrió, la hermana de Oswald dio un portazo y los dos se separaron al instante, como si no hubiera pasado nada (aún si Edward se ajustó su corbata con un transparente disimulo nada más separarse).

—¡Oswald, el niño dice que dónde estás, que ha agarrado el paraguas que le tienes que entregar y casi dispara a un niño!

—Oh, claro, ya voy.

Oswald y Edward no entonaron más palabras ni cruzaron miradas de nuevo a continuación, y simplemente se marcharon del baño con una menguante elegancia.



💚💜


Ay, dios, no sé ni a cuenta de qué viene esto AJAJAJAJA. Si Val ve esto, puede confirmar la odisea que tuve con esta idea. Dios. Al menos espero que mi intento de escribir de ellos en esta serie haya salido mínimamente bien, porque era algo que me entusiasmaba mucho, pero no sabía ni por dónde empezar.

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