Miércoles 23 de diciembre, 1998

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Ron estaba sentado en la esquina de una habitación completamente a oscuras. Miraba hacia un lado y otro, pero nada; no había una salida, una ventana, y nada se movía.

Hasta que lo hizo.

Un rayo de luz apareció de la nada, apuntando hacia el centro. Ron descubrió, entonces, que la habitación no era tan grande, y que no estaba solo. Se perdió observando a sus acompañantes (cada uno estaba ubicado en una esquina diferente), y no notó que había una persona en el centro hasta que volvió a girar la cabeza. La persona en cuestión, una mujer, estaba de espaldas. Tenía puesto un vestido un pantalón, unos zapatos, y una camiseta color celeste pastel. Su cabello, castaño, era ondulado y prolijo. Ella comenzó a mirar a las dos esquinas que tenía en frente, y luego volteó, para que Ron descubriera que era Hermione.

—¿Qué haces observándolos a ellos? ¿No ves que tu mejor opción soy yo? —dijo una voz, en diagonal a Ron, y una tenue luz lo iluminó: se trataba de Cormac McLaggen. No se levantó de su asiento; estaba cómodamente sentado, con las piernas abiertas, con soberbia.

Hermione volteó y lo observó.

—¿Sí? —le preguntó— ¿y qué te hace creer eso?

McLaggen resopló, como si esa fuese una pregunta obvia.

—¿No es obvio? ¡Mírame, y luego míralos! —hizo una pausa, en la que Hermione lo recorrió de pies a cabeza— Soy fuerte, atractivo, tengo una voz gruesa y grave, soy lo más varonil que existe; y a mi lado, nunca te faltará nada.

La luz, que antes casi no iluminaba, había cobrado mucha más fuerza y era más potente.

—¿Acaso no rrecuerrdas cuanto nos diverrtimos en el Baile de Navidad? —preguntó otra voz y una pequeña luz se encendió, iluminándolo. Hermione volteó a verlo al mismo tiempo que Ron, y vieron a un joven Viktor Krum; como si el tiempo no hubiese pasado— Está clarro que la distancia erra un prroblema en el pasado, Err... mio... ne...

McLaggen soltó una carcajada sonora.

—¡Ni siquiera sabe pronunciar tu nombre, dulzura!

—Silencio. —le ordenó ella, y volvió su vista a Viktor.

—Estoy segurro de que nadie podrá ofrrecerrte la vida que yo puedo darrte. Vivirríamos una buena vida, en donde tú quierras, y nunca te faltarría nada. Ninguno se comparra conmigo: yo sí soy un hombrre, y voy a prrotegerte más que a nadie en el mundo.

—¿Protgerla? —dijo McLaggen sarcásticamente— ¡Ja! ¡Hermione necesita un caballero a su lado, no un bruto que apenas sabe hablar inglés!

Ron esperaba que Viktor se levantara para darle una paliza, pero eso no sucedió. Ambos se mantuvieron en sus sitios, y Hermione los miraba, mientras seguían discutiendo y sus las luces que estaban sobre ellos se hacían más y más fuertes.

—Alguien con destrreza, habilidad, rrapidez, ¡eso necesita, un hombrre de verrdad! —dijo Viktor. Su luz iluminó con más fuerzas.

—Tonterías —respondió Cormac—. Es mejor alguien que tenga todo eso, y elegancia, inteligencia... que sea ambicioso, ostentoso, ¡que le de la vida más lujosa de todas!

¿Se suponía que Ron debía decir algo? ¡Él también quería su luz! ¡Él también quería que Hermione lo notara, y quería que le dijera a los otros dos que se quedaría con él!

Viktor y McLaggen se entretuvieron destacando sus características como por cinco minutos, mientras Hermione los observaba. Se la notaba aburrida, como si no quisiese estar ahí. Ron no quería interrumpirlos, pero también deseaba hacerse notar, aunque estaba muy interesado por averiguar quién se escondía en la esquina a su derecha; todo lo que sabía, era que se trataba de alguien un poco más bajo de él. Hermione también giraba de vez en cuando su rostro, para saber si ese misterioso ser se daba a conocer.

El Primer Paso | RomioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora