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Como lo predijo Clemencia la cafetería estaba hecha un caos. Estaba exhausta y tan solo había pasado una hora desde que abrimos. Las personas no paraban de llegar. El chico nuevo Miguel creo que así dijo Clemencia que se llamaba, llega en media hora y me toca darle el entrenamiento y no es que me ponga muy feliz eso. Es que se me hace un poco difícil socializar desde lo sucedido venga que ni tan siquiera he entablado una conversación normal con otra persona aparte de mi nana. Estoy un poco nerviosa y tengo un presentimiento extraño.

- ¡Aurora, te solicita la mesa seis! - grito Emily, hoy era su último día por eso contratamos a Miguel. Salí del trance en el que me encontraba y me dirigí hasta allá. Tan pronto lo vi mi cuerpo reaccionó de una manera extraña, mi corazón se agitaba con fuerza, sentía menos aire en mis pulmones, pude sentir el calor subir hasta mi cara. Les juro que mi cerebro dejó de funcionar por unos microsegundos y no estaba entendiendo que me estaba pasando. Mientras el chico que estaba en la mesa miraba hacia la ventana.

- ¿C-como le puedo ayudar? - tartamudeé, había un aura pesada. Era un aura temible. Era un aura oscura. Cuando sus ojos se fijaron en los míos pude ver por unos segundos, que tal vez fue producto de mi imaginación un destello color rojo, rojo fuego que me hizo sobresaltar.

- ¿Se encuentra bien? - dijo con un tono preocupado y burlón al mismo tiempo. Su tono de voz era varonil, grueso y caló hasta lo más profundo de mis entrañas.

-Si- respondí firme- ¿Le puedo ayudar con algo para tomar? - estaba petrificada y no sabía por qué. El chico con ojos color miel, casi amarillos pasó su vista por mis ojos y luego por todo mi cuerpo, su mandíbula se tensó y parecía enfadado. Lo cual hizo que me pusiera más nerviosa si era posible. Dirige su mirada al lado izquierdo de mi camisa donde tengo un broche con mi nombre escrito en el.

- Un café oscuro y el especial del día Aurora - mi nombre en sus labios sonaba familiar, tenebroso y cálido.

Me retiré de allí con el corazón agitado y solté el aire que hasta ahora sabía que había aguantado. Sé que me está observando, siento su mirada pegada en mi espalda. Mis manos tiemblan, el sudor frío en mi frente es notorio. Antes de llevar su pedido me repongo. Arreglo mi cabello, limpio el sudor y me regaño mentalmente por estar de esta manera. Le preparo su pedido y me encamino a llevárselo. Siempre he sido torpe y si estoy nerviosa soy el triple de torpe. Mi mamá y hermana sabían cuando algo me pasaba ya que tropezaba, me caía, o algún desastre hacía. Mi padre por otra parte no se daba cuenta, lo heredé de él. Al llegar a la mesa estuve a punto de derramar el café, el chico tenebroso en un abrir y cerrar de ojos pudo alcanzar la taza de café antes de que esta tocara el suelo sin ni siquiera derramar una gota de este. Estaba asombrada.

- ¿Que...? - no me dejó terminar de hablar.

- ¿Qué te tiene tan nerviosa hoy mi luna? - me dijo con media sonrisa y mirándome fijamente. Mi estómago dio un vuelco ante sus palabras. Sentía que lo conocía de años. Me quedé observándolo un poco más, la sonrisa no se iba de su rostro.

- Discúlpame, no fue mi intención, s-soy muy torpe. ¿Le he manchado? Es que me he tropezado. Ya le traigo otro café si no quiere este. Y perdona mi nombre no es Luna, si no Aurora. - dije tan rápido que no se si me entendió, mis palabras hicieron que su sonrisa fuese más amplia, pude ver sus dientes perfectamente blancos.

- Todo está bien - tomo un sorbo de café sin quitarme los ojos de encima - El café está delicioso.

- Muchas gracias, le traeré otro por la casa por el incidente señor - frunció el ceño y su cara se puso completamente seria.

- Samael, mi nombre es Samael. - dijo tan serio que no me atreví a mover un pelo. - Tengo que irme, nos veremos pronto Luna. - dejó efectivo en la mesa y se fue dejándome ahí petrificada sin entender nada de lo que acababa de suceder.

Oscura realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora