2.- Un chico sigiloso.

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El chico de la casa de en frente era sigiloso.

Abandonaba su casa a una hora específica de la noche, con total discreción y reserva; como si no quisiera que alguien supiera que se retiraba.

Le recordaba a él hace unos años... Sólo que había una pequeña diferencia entre aquel chico y él.

Su vecino no ojeaba a sus espaldas antes de esfumarse.

El misterioso joven simplemente salía por la puerta y se marchaba, como si no tuviese que procurar no ser descubierto.

Tenía monitoreada su hora de salida, pero nunca pudo registrar su llegada. Jamás llegó a estar presente para verlo. Las primeras noches creyó que incluso durmiese afuera, pero más tarde lo veía salir por la misma puerta que la noche anterior, evidenciando así que, en efecto, había vuelto en algún momento en el que él mantuvo la guardia baja.

Aquella noche, como todas las demás, Kihyun terminó su cena y se apresuró a subir de regreso a su habitación, pues ya casi era la hora de ver su espectáculo nocturno. No sabía muy bien qué es lo que encontraba tan fascinante, pero monitorearlo era de lo más emocionante en su vida, por no decir lo más. Su punto de espionaje era desde su cama, la cual se encontraba contra la pared de su ventana. Aferrado a una almohada, esperó pacientemente la salida del misterioso joven.

Y así, tal como ya sabía que sería, apareció.

El chico vestía un largo abrigo negro que combinaba a la perfección con su cabellera del mismo tono. Ésta última era algo larga, o al menos lo suficiente como para cubrir su rostro, el cual se encontraba gacho mientras andaba. Otra característica remarcable era esa misma, su andar.

Cada paso que daba era ligero, como si flotase. Kihyun maldijo aquel abrigo largo que no le dejaba verificar que en efecto tuviese piernas y pies.

Aquella noche, el chico hizo algo inusual.

Kihyun contaba con verle cruzar su jardín y dirigirse hacia la vereda, para luego desaparecer a la distancia. Pero esa vez no fue así, detalle que logró perturbar un poco al espía. En vez de ello, el joven paró el paso en el medio de su patio delantero y se hincó allí.

Kihyun frunció el ceño, atento a todos sus movimientos, con suma curiosidad. El misterioso muchacho luego se arrodilló, todo el tiempo cabizbajo y con la espalda jorobada en una pose bastante pobre. Estuvo un tiempo allí, en total silencio y muy, muy quieto. Parecía como si estuviese rezando, pero sin las manos al pecho, sino que éstas se mantenían apoyadas contra el suelo, las palmas abiertas contra la tierra.

Kihyun no supo cuánto tiempo pasó exactamente, pero finalmente se sentó en el mismo punto donde antes se encontraba de rodillas. Estaba en posición de loto y ahora su espalda se encontraba erguida y su frente en alto, en dirección a la calle, iluminada por el umbral de un farol. Desde la perspectiva del espía, el contrario se encontraba de perfil, por lo que no pudo ver su rostro aquella noche tampoco.

¿Qué hacía? ¿Por qué no se movía?

El castañito se hallaba tan ensimismado en el exterior, que se sobresaltó al escuchar suaves toques en su puerta. Casi como un reflejo de defensa, apretó los dos puños y tomó unos segundos para respirar antes de musitar una pequeña afirmación.

Sunjin ingresó al cuarto y encendió la luz a su paso, el adolescente frunciendo los ojos para acostumbrarse a la luminosidad. Ella vestía su ropa de dormir y llevaba el cabello atado en un rodete no muy bien armado. Y sonreía.

Qué sonrisa más bella...

—Casi olvidamos tu medicina. — el adolescente baja la cabeza y hace una mueca de disgusto. Su cuerpo se tensa en evidente disconformidad. Oh, cómo odia ese momento de la noche. Sunjin nota su descontento y Kihyun se odia unos segunditos por haber sido tan obvio, pero de todas maneras, deja que ella lo advierta, es Sunjin, después de todo.

Maybe In a Next Life - ChangkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora