Capítulo 3.

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- Si es adoptivo, no cuenta. Si es adoptivo, no cuenta. Si es adoptivo, no cuenta.

El agua templada caía de la alcachofa directamente encima del confundido pelinegro. Este se golpeaba la nuca contra la pared mientras repetía una y otra y otra vez la oración: "Si es adoptivo, no cuenta".

Se estaba convenciendo a sí mismo que sus sentimientos eran normales y que, si algún día se declaraba, lo suyo podría ser real. Al fin y al cabo no tenían la misma sangre, solo fueron adoptados por la misma persona.

Él solo era un chico normal que se había enamorado de otro chico normal. Sin tener en cuenta, claramente, que ambos tenían como padre al mismísimo jefe de la mafia china y que Yibo era un asesino de élite con gran experiencia.

Recasual, ¿no?

Tras haber pensado suficiente en el tema y haber gastado sus últimas neuronas analizando la posibilidad de algún tipo de incesto, salió de la ducha sin responder ninguna de sus preguntas.

Se secó con pesadez y se vistió con su pijama azul. Pensaba en verdad hacerle caso a su hermano y dormir pero, cuando se metía en la cama, su estómago rugió debido a la falta de ingesta. Ahora recordaba que no había cenado nada de nada.

- "Mejor como antes de acostarme".

Con esa idea en la cabeza, bajó a la planta principal en busca de comida. Le apetecía comer fideos con carne o, quizás, dumplings. Mejor que fueran las dos cosas.

Con una sonrisa de felicidad, pasó por el gran salón camino a la cocina. No obstante, la figura reconocible de Yibo sentado en una de las sillas de la enorme mesa de caoba del comedor, desvió su trayectoria.

Iba a darle un pequeño susto.

Sigilosamente, se acercó por detrás y abrió su boca para sorprenderle con la onomatopeya típica de "¡Buu!". Sin embargo, como siempre, le salió el tiro por la culata.

- Deberías estar durmiendo, ZhanZhan.

- Aish. Siempre me arruinas los planes - abrazó al mayor por detrás rodeando su cuello y apoyando su barbilla en el hombro.

En aquella posición, fue capaz de ver cómo el castaño limpiaba su preciada arma, la cual llevaba a todos lados y tenía sus iniciales grabadas. Además, encima de la madera, había un sobre blanco abierto.

- ¿Y ese sobre?

- Es de papá.

- ¿De papá?

- Sí. Mañana por la mañana va a venir a visitarnos.

- ¿Ma... mañana? - su tono no sonaba para nada feliz.

- Mm.

- ¿Entonces... eso significa... qué... te irás de nuevo?

Por su voz, era notable que no deseaba eso.

- No lo sé. Cuando hay una misión suele explicar algo en la carta pero..., esta vez..., no ha dicho nada - la incertidumbre los carcomía a los dos. - No te preocupes, tal vez solo es una visita porque nos echa de menos - giró su cabeza con una sonrisa para tranquilizar a su hermano.

- Tal vez... - repitió sin convencimiento.

- Bueno, ahora... ¿me podrías explicar qué haces despierto, Didi?

- No es por desobediencia, que conste en acta. Es solo que...

- ¿Qué?

- Que tengo mucha hambre - se golpeó la frente varias veces contra su hombro.

La Mafia | Vᴇʀsɪᴏ́ɴ YɪᴢʜᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora