https://youtu.be/OWxkboyN57Y
15 años antes
Valeria no dejaba de llorar, su madre, tumbada al lado suya en la cama, estaba descansando de su parto inaguantable. Todo fue horroroso y doloroso. Cinco de Abril, día en el que nació Valeria y en el que todos pensaríamos que la vida de Andrés y Samanta pasarían a ser un poco más entretenidas y estresante. Menos para Samanta ella sin esfuerzo alguno de cuidar a Valeria, tres días después se fue de casa.
—No te vayas Samanta—dice Andrés detrás de ella.
—Yo no puedo quedarme, entiéndeme yo aún soy joven.
—Pero es tu hija...
—¡Cállate, ya ella no es mi hija, ella es un error que tuvimos por no poder abortar por culpa de un egoísta!
—Tú también querías tenerla, no seas mentirosa. — Samanta le dio un golpe a Andrés y este hizo el amago de dar media vuelta a la cabeza.
—¡No me llames falsa! ¡Quisimos tenerla para criarla juntos, pero nuestro amor ya no es verdadero, nunca lo fue!—dijo cogiendo la mochila con sus cosas—. Adiós Andrés, cuida bien a la niña por nosotros.
Con eso se fue y dejo a Valeria y a su padre en la casa. Allí solos Andrés miro a la niña con lagrimas en los ojos, ella estaba dormida sin hacer ruido su padre se fue acercando a ella recordando recuerdos de su madre, y de como aquello poco a poco se desvaneció y solo le quedaba aquella criaturita que dormía plácidamente en su cuna. Andrés se sentó al lado de ella y en silencio para no despertarla lloro hasta quedarse dormido.
5 años antes
Valeria fue creciendo y siendo una niña alegre, amable, sociable, divertida, pero con carácter. Nunca hizo falta ayuda de su madre, siempre tuvo a su abuela que se quedaba con ella siempre que su padre trabajaba para cuidarla.
Ella fue creciendo junto a su padre y sus abuelos, los cuales siempre la consentían. Hasta que un día su abuelo se puso enfermo, días y días en el hospital, él no mejoraba solo tenía sus altibajos. Valeria intentaba ayudar a cuidarle, hasta que un día lo trasladaron a UCI lo que hizo que Valeria ya no pudiera ver más a su abuelo. Ella a pesar de todo se mostraba fuerte a cara de los demás, como si no sintiera nada, le llamaban "Egoísta" "Insensible", hasta llegaron a preguntarle si le importaba su abuelo. Esos comentarios la hacían más y más daño. Ella no se sentía así, solo no quería mostrar esa parte sensible de ella, pero pocos la entendían.
—Valeria —le llamó su padre —, baja por favor.
Ella obedeció, cuando vio a su padre llorar supo perfectamente que paso, su abuelo ya no estaba con ellos. Su padre le miro y ella no pudo contener la mirada, la bajo con un nudo en la garganta.
—¿Se fue verdad? —preguntó.
—Sí —respondió su padre.
Ella se dio media vuelta y volvió a subir las escaleras rápidamente. Solo pensaba en que no se pudo despedir, en que no lo iba a volver a ver, abrazar o a hablar y decirle por última vez "te quiero".
"Valeria, no lo pases mal por mí, yo solo quiero que seas feliz, pase lo que pase"
Recordó esa frase que le dijo su abuelo la última vez que le vio.
Lo que no podría imaginar era al día siguiente a su abuela le diera un infarto por la muerte de su abuelo, y poco tiempo después se fuera con él. Su abuela era como su madre, la cuido, la amo como una hija más y ahora también se había ido sin poder hacer nada. Después de eso Valeria no salió de la habitación, se pasaba horas y horas llorando junto a la foto de sus abuelos.
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Mi mundo es la soledad// Trilogía imperfecta.
RomanceSoy Valeria Díaz, estos últimos años la soledad ha sido parte de mi vida, hasta que llego él mi compañero de soledad, mi pareja tragedia. ¿Quién dijo que los cuentos de hadas son siempre prefectos? Cuando el mío era raramente imperfecto.