Valeria
¿Qué acaba de pasar?
Me quedo paralizada sin dejar de andar cuando Dylan me dice esas palabras. De repente siento un puñetazo en el estómago, o como dicen, mariposas en el estómago, jamás había sentido algo así.
¿Qué debía responderle? ¿Un gracias valía?
No, no hagas eso Valer...
—Gracias.
¡¿PERO QUE HAS HECHO?!
—No tienes por qué darlas. —Me dio una sonrisa inocente.
—Nadie se preocupó por mí de esta forma, aparte de Lúa y mi padre, tú solo llevas conociéndome dos semanas y aun así te preocupas por mí, asique, sí debo darte las gracias— digo con sinceridad.
—Cuando quieres no eres tan fría, eh. —Me da suave con su codo en mi brazo.
—Soy fría depende del momento y la persona.
—Asique soy especial ¿no?
—No, simplemente me caes bien —digo encogiendo los hombros.
—Por lo menos te caigo bien, eso es un avance.
Me quedé unos segundos pensativa.
—Sí, sí que lo es...
Silencio, el cual rompió a los pocos segundos.
—Y... ¿Ya me tienes confianza? La primera vez que nos vimos sin que estés borracha no te tomaste muy bien el tema de la confianza —dice riéndose.
—No, todavía no confíes en cosas casi imposibles.
—Bueno por lo menos es un casi imposible y no un solo imposible.
—Algo es algo ¿no?
—Sí y más siendo tú. —Vuelve a reírse.
—No soy tan mala. —Me crucé de brazos y fruncí el ceño.
—Lo sé, no estoy diciendo que lo seas, solo eres desconfiada y fría, y aunque no lo parezca, te entiendo.
Gira su cabeza hacia mí y yo hago lo mismo con una expresión confundida por lo que me dijo. Me mira fijamente a los ojos y me da una sonrisa triste.
—Hoy en día hay gente muy falsa e hipócrita. Alena y yo siempre hemos tenido los mismos amigos e incluso perdimos algunos. En cambio, Hugo...bueno ya conoces a Hugo, él es una persona muy amigable y le encanta hacer amigos, pero más de una vez lo han decepcionado. Alena y yo pasamos esos malos tragos con él y no quisimos pasar por lo mismo nosotros, así fue como formamos nuestra burbuja, esa la cual solo estábamos Alena y yo, esa a la podemos llamar nuestro espacio seguro —me explica.
Lo miro con pena y con curiosidad ¿Enserio tiene pocos amigos? ¿Enserio Hugo había pasado por esos malos tragos?
Pobrecitos.
—¿No tienes amigos aparte de Alena y Hugo?
—Sí, claro que sí. Pero de confianza solo ellos.
Simplemente asiento a su respuesta. Lo entendía demasiado bien.
—¿y tú? ¿Confías en alguien?
Lo miro durante unos segundos y vuelvo a mirar hacia delante de nuevo, y suspiro.
—Ya me conoces, no soy de las personas que confían. Si tuviera que decir alguien el primero sería mi padre y después Lúa, ella es como mi hermana pequeña.
—¿Y tu madre?
Oh, no, ella no.
Niego con la cabeza, no quiero hablar de ella por el mismo tema del cual estamos hablando, la confianza. Me siento insegura e incómoda hablando de ella. Hablar de ella era hablar del demonio y todavía no tengo esa confianza hacia Dylan, era como contarle mi debilidad, con el cual mi corazón se ablandaba, ese punto en el cual puede dañarme y no le iba a dar ese privilegio nunca.
Prosigo hablando intentando darle la menor atención posible al tema de mi madre.
—Prefiero no hablar de ella. —Suspiro —. Queda poco para llegar, no vivo muy lejos de aquí.
No dijimos nada más durante el camino hasta llegar a mi casa.
—Gracias por acompañarme —digo rompiendo el hielo.
—Ha sido un placer, madame. — Me da una sonrisa . Ya estoy deseando volverlo hacer.
Poco a poco se va hacia su casa hasta que da media vuelta y con una sonrisa me dice:
—¡Buenas noches, pelinegra!
—¡Buenas noches, ojiazul! —le respondo riendo.
Después de ver como se iba abro la puerta y vuelvo a mi mundo, a mi soledad. Papá seguía trabajando y como todos los viernes no llega hasta muy tarde.
Después de ponerme el pijama y haber estado un rato con el móvil escucho que llaman a la puerta, imagino que es papá, aunque no es muy tarde y no escuche como aparcaba el coche.
Me acerco a la puerta y abro la perta confundida.
—Hola. —Me sorprende Dylan.
—¿Te has olvidado algo?
—Se responde con otro hola, pelinegra. —Pongo los ojos en blanco —Y...no, no se me ha olvidado nada.
—¿Qué quieres entonces? — Pregunto mientras Dylan me mira de abajo arriba —Tengo los ojos aquí arriba —Le recuerdo.
—Lo siento —me dice riendo —Me gusta mucho tu pijama del monstruo come galletas. —Vuelve a reírse, pero esta vez a carcajadas.
—Bueno pues olvídalo... ¿Qué quieres?
—¿Esta tu padre?
Espera ¿qué? Si piensa que voy hacer cosas con él, espero que se las quite de la cabeza porque ni de broma voy hacer eso con él.
—Sí. —Mentí.
—Estas mintiendo, el coche no está aparcado.
¿Cómo sabia eso? Ya me está dando mala espina.
—No tenemos coche.
—Pues ten cuidado, un coche negro aparca en tu garaje —vacila —. Bueno pues ya será, adiós Valeria.
Se da la vuelta, pero aun quiero saber porque había vuelto a mi casa.
—Espera, —Le cojo del brazo —, Papá no está ¿Qué quieres?
Da media vuelta y me mira a los ojos, sus ojos azul fuerte tan llamativos y bonitos... me encantan.
—¿Puedo quedarme contigo?
—Dylan si piensas que voy a tener sexo contigo, olvídalo, jamás lo haría.
—¿Enserio piensas eso de mí? —De repente su voz sonó suave y triste, como si el comentario que dije le había dolido.
—No sé, es raro que me pidas eso.
—Valeria, tú sabes que soy raro.
—Aun así, es fácil mal interpretarlo. Y respondiendo a tu pregunta, no, no puedes, lo siento.
Aun no tengo la confianza suficiente, no puedo dejarlo pasar y menos sin mi padre.
—Gracias, aun así. Descansa, pelinegra—me responde con una sonrisa triste. Da media vuelta y vuelve a irse a su casa.
Dylan esta raro, como más triste más...depresivo. Aunque sea muy fría, sigo teniendo sentimientos y no puedo ver como se va, no con esa tristeza...
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Mi mundo es la soledad// Trilogía imperfecta.
RomanceSoy Valeria Díaz, estos últimos años la soledad ha sido parte de mi vida, hasta que llego él mi compañero de soledad, mi pareja tragedia. ¿Quién dijo que los cuentos de hadas son siempre prefectos? Cuando el mío era raramente imperfecto.