05

976 114 7
                                    









Zumuen

Pasado.

El Prado era demasiado precioso para ser real, miré aquellos dorados cabellos que parecían brillar bajo el sol mientras se perdía en el alto pasto y me sonrió mirándome después, sus dorados ojos,ese bonito brillo me hizo que mi corazón se acelerase con locura.

Era un sueño en vida.

—¡Zu!- gritó y me apresuro llegando de inmediato a el abrazado su cintura haciendo que cayera al suelo junto conmigo sacandole una fuerte risa, juntando nuestros labios de forma lenta. —Aplastaras al bebé - musitó y di un salto tocando su estómago el cual estaba totalmente plano.

Cerró sus ojos unos segundos mientras soltaba un pequeño bostezo y abrazaba mi cuello, mi nariz se pasó por su cuello, sintiendo ese aroma a arándanos que me encantaba demasiado.

—¿Quieres descansar? - susurra de forma baja y rei un poco.

—¿No eres tú quien quiere? - el se sonroja.

Subió sobre mi despacio, recorriendo mi abdomen y me miró con un brillo tomando sus mejillas juntando nuestros labios.

—¿Sabias que te amo? - musité y sus mejillas se ponen coloradas.

—Lo sé - respondió dandome una sonrisa tierna —Te amo también, mucho, con todo mi corazoncito - dice alargando el "todo" dejó pequeños besitos en mis mejillas.

Cerré mis ojos unos segundos sintiendome feliz, tocando su estómago que no iba a tardar en crecer, sonreí un poco dándole un último beso separandome.

—Vamos a casa, seguramente mi madre preparó algo - sonrió feliz, ante mis palabras y asintió mientras lo alzaba y soltaba una risa cerrando sus ojos. -Eres un paraíso- dije besando su mejilla de forma suave, —no sé cómo es el paraiso, pero papá dice que es lo más hermoso a un simple ojo, sin embargo tu eres hermoso en cualquier modo.

Aguanto una pequeña risa al ver su ceño fruncido mientras me abrazaba bien soltando un pequeño bostezo.  Escuchando el sonido de los árboles y los pájaros además de pequeños animales sé escuchaban mientras caminaba, mirando el cielo tan azul.

Los días pasaban, pasaban y pasaban, podía ver el vientre de mi Omega crecer haciéndole ver más tierno, su aroma sé había conbinado con un aroma a leche.

Toqué su pequeño vientre con añoranza, sabiendo que el bebé que crecia dentro del amor de mi vida estaba sano y fuerte muy fuerte.

—Estoy un poco cansado - lo escucho decir, sus dorados ojos me miraron de forma fija.

—Pero puedes descansar - rei y el niega haciendo un tierno pucherito. —Tu eres el que no quiere estar tranquilo, yo puedo ir a cuidar a los animales y volver muy rápido para que no te preocupes.

[. . .]

Escuché aquel fuerte ruido, mi pareja pareció asustarse mientras tocaba su estómago y daba pequeños pasos.

Abri la puerta de forma lenta, encontrandome con un hombre que me hizo sentir un vuelco en mi estómago. Mi pareja se puso a mi lado, abrazando su estómago con delicadeza y desconfianza.

—La unión de caídos con Omega es lo más horrible que habrá pasado - comenzó —Peor es su descendencia, dos hijos de caídos, viviendo cómo si fueran humanos.

Mi Omega apretó mi camisa.

—Somos humanos - gruñe el—No somos culpables por nuestros padres, no lo somos, no tenemos la culpa.

KillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora