Celos

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POV María José

Me encontraba caminando de un lado a otro. Era mi costumbre hacer eso cuando estaba nerviosa.

El mensaje de Frank anunciando que ya se encontraba en camino a mi departamento me dejó lo suficientemente nerviosa como para no poder estar tranquila.

Lo conocía. Él era capaz de ir a enfrentar a Juliana al enterarse que Daniela está viva. Eso no me convenía. No si quería entender lo que le habían hecho.

Escuché golpes en la puerta. Él ya había llegado. Abrí la puerta y lo vi. Igual de alto, igual de guapo e igual de intimidante a pesar de los años.

-Ya me viste, ya puedes ir a donde Nathan a decirle que estoy bien. Adiós.- intenté cerrar la puerta, pero obviamente él lo impidió y entró con su maleta.

-Hola, Poché.- rodé los ojos al ver su sonrisa cínica.

-Adiós.- repetí.

-Hola.- insistió- He pasado las últimas veinte horas en una avión, si veo alguno en este momento soy capaz de quemarlo.

-Ese no es mi problema.- repliqué- Es tuyo por hacer caso a Nathan.

-Nathan tiene la misma capacidad de Daniela de hacer que tema por mis pelotas.- eso me hizo reír- No pensaba negarme. Además, te extrañaba.

-Claro.- me senté en el sofá y él a mi lado- ¿Cómo están los niños?

-Todos bien y estudiando.- sonreí al oir su respuesta- Ahora explícame que te tiene atada a este lugar.

-Daniela.- lo escuché suspirar.

-Se que ella amaba este lugar. Y que hubiera amado vivir aquí, pero los niños...

-Frank...- lo interrumpí- Daniela está viva. Vive aquí.

-¿Me estás jodiendo?- comenzó a reír, pero al ver que me mantenía seria me miró preocupado.

-Creo que Nathan no debió mandarme a mí, sino a un psicólogo.- le lancé un golpe y él logró cubrirse.

-Te estoy hablando en serio, imbécil.

-Explícate, Garzón.

-Hace unas semanas recibí una nota de Juliana, me citó aquí, por eso vine.

-La tipa que te odia mas que a nada te cita sola en un lugar tan lejos y tu vienes al otro lado del mundo como si nada. ¿Eres estúpida o qué?

-Bueno, el punto es que cuando vine no vi a Juliana. Vi a Daniela jugando con unos niños idénticos a ella, que después me dijo que eran sus hijos, que tuvo con una nueva esposa. Ah... y ahora se llama Diana.- Suspiré cuando terminé de hablar. Él me miraba como si fuera un bico raro.

-O sea que Daniela ya no es Daniela. Es una tal Diana con otros dos hijo y otra esposa.- asentí- ¿Alguna otra sorpresa?

-Sí. Perdió la memoria, no me recuerda a mí, ni a Nathan, ni a Vale, ni a ti. No recuerda nada de lo que vivimos en San Francisco y en España.- sentí ganas de llorar.

Decir eso en voz alta fue liberador.

-Creo que un psiquiatra será mucho mejor.- fue lo único que dijo.

-Sabía que no era buena idea contar nada.

-En el caso de que todo esto sea cierto. ¿Cómo perdió la memoria? ¿Cómo es que tiene dos hijos? ¿Cómo llegó al otro lado del mundo?

-Eso es lo que estoy tratando de averiguar. Por eso sigo aquí, por eso no puedo regresar a España.-

Él iba a responder algo, pero alguien tocó la puerta e interrumpió.

-¿Tienes amigos aquí?- me miró extrañado.

-No.

-¿Y quién te visita, entonces?- preguntó.

-No conozco a nadie, solo a...- Daniela- Tal vez sea el momento de que me creas. Abre la puerta.- rodó los ojos- Solo te digo algo, no es un fantasma- me burlé.

Se levantó para abrir. Quise reírme a carcajadas cuando Frank perdió el color de su rostro al ver a la castaña frente a él.

-¿Daniela?- la mencionada lo miró de abajo hacia arriba con desconfianza.

-¿Quién es usted?- preguntó Walsh con voz contundente.

-Creí que no nos volveríamos a ver, Diana.- intervine cuando vi que Frank no sabría que decir- No te invité a pasar.- le dije al ver como entró ignorando olímpicamente al que solía ser su buen amigo.

-Vamos a hablar.- se detuvo cuando estuvo frente a mí.

-No quiero.- me tomó de la cintura.

-No te pregunté.

-Eres una maldita perra arrogante.- la empujé. Caminé hasta Frank- Ahora estoy ocupada con mi... amigo.- dije la última palabra con toda la intención de que lo malinterpretara.

-Creo que tu... amigo, se puede ir y dejarnos solas.- imitó mi tono.

Me causó gracia la forma en que miró a Frank. Daniela Walsh seguía allí, y seguía siendo la misma celosa de siempre. A veces me gustaba, a veces me cansaba, pero en este momento era bastante gracioso.

-Es la mirada que hacía cuando deseaba castrarme.- susurró Frank en mi oído, rodé mis ojos.

-Sí, Frankie. Puedes irte.- el aludido huyó de ahí de inmediato.

Daniela se volvió acercar a mí, tomó mi cintura y me guió hasta sentarme en el sofá.

-¿Quién es él?- preguntó, se agachó un poco para besar mi cuello.

-Es mi amigo.- jadeé cuando lamió el punto exacto de mi pulso que tanto me encantaba.

-¿Es muy cercano?- sonreí.

-Algo.

-¿Tienes muchos amigos cercanos?

-Solo él.- detuvo sus besos. Me miró fijamente- No es ese tipo de amigos.

-No me agradó la idea de que tengas amigos 'cercanos'.- hizo comillas con sus dedos. Yo la observaba aún sentada en el sofá. Se veía malditamente sexy.

-No debería importarte.- su abdomen quedaba justo frente a mi rostro. Así que levanté su camisa, mis labios comenzaron a besar su piel con delicadeza- Después de todo solo soy alguien con quien follaste una vez. ¿No fue eso lo que dijiste?

-Eso no quiere decir que me agrade la idea de que folles con alguien más.- reí un poco.

Desabroché su pantalón. Con mis dedos lo bajé junto a su ropa interior hasta dejar su intimidad descubierta.

-No te preocupes, preciosa.- humedecí mis labios con mi lengua- A mí solo me gustas tú.

Minutos después mi lengua estaba dándole placer mientras se introducía por los pliegues de su vulva, su mano se aferraba a mi cabello.

Tal vez me tomaría un tiempo saber que había sucedido con ella. Pero ese tiempo lo disfrutaría.

Después de todo ella era mi esposa.

Dark Times; ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora