Conocer(nos)

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POV María José

-¿De dónde eres?- me preguntó Daniela.

Estábamos sentadas en el balcón de mi departamento. La brisa matutina era refrescante. El resplandor de los primeros rayos de sol se reflejaban en sus ojos y los hacían brillar. Daniela y el amanecer eran un combinación perfecta.

Tomábamos café mientras yo estaba sentada en sus piernas. Me recordó a los que éramos años atrás.

-Nací y viví por mucho tiempo en San Francisco. Estados Unidos. ¿Y tú?- indagué.

-Por lo que recuerdo y me han contado, he vivido aquí siempre.- hice una pequeña mueca. Esas mujeres habían lavado su cerebro, le crearon una vida completamente nueva.

-¿Por lo que te han contado? ¿Eso qué significa?

-Hace seis años tuve un accidente. No recuerdo nada de lo que era mi vida antes de despertar en el hospital, después de estar tres meses inconsciente.- asentí para indicarle que podía seguir hablando- Ni siquiera recordaba a mi esposa cuando desperté, no recordaba que íbamos a tener hijos, que ella tenía cuatro meses de embarazo.- 'eso no tiene sentido', era lo que se repetía una y otra vez en mi mente mientras la escuchaba.- Y hasta ahora no he podido recordar nada, y si no fuera por lo que me cuentan mi esposa y la señora Juliana, mi jefa, no sabría nada de mi vida.

-Claro, que buenas personas.- dije con ironía, aunque ella no lo percibió- Y...- alargué ese monosílabo- Mencionaste a tu jefa. ¿En qué trabajas?- movió su cuerpo y soltó una risa que parecía nerviosa, así demostraba su incomodidad.

-Ya te hablé mucho de mí. Mencionaste que viviste por mucho tiempo en Estados Unidos, ¿dónde vives ahora?

-España.

-¿Y qué haces tan lejos de tu hogar?

-Es solo el lugar donde vivo. En realidad, dejó de ser 'mi hogar' hace seis años.- mi hogar nunca fue un lugar, siempre fue ella- Y estoy aquí por vacaciones. Mis hijos ya crecieron, están estudiando y me merezco un descanso.

-¿Cuántos niños tienes?- preguntó y sonreí. Tomé mi teléfono, abrí mi galería, le mostré una fotografía de ellos.

-No son precisamente niños.- reí un poco- Ellos son. Él es Nathan, es el mayor, está haciendo la residencia médica en Cirugía Oftalmológica. Y ella es Valentina, toda una adolescente problemática que solo obedece a su hermano.- la castaña rió- Ella está estudiando en una secundaria especializada en artes, ama bailar.

-Wow. Son muy guapos, debes estar orgullosa.- tenía una sonrisa hermosa adornando su rostro.

-Lo estoy.

-¿Sería raro si te digo que quisiera conocerlos?- levanté una ceja.

-¿Les pedirás mi mano, o qué?- bromeé.

-Sería hipócrita si ya tomé mas que tu mano.- me ruboricé y se burló de mí.

-Cállate.- dije riendo, ella se reía igual que yo.

-Ya pero dime, ¿ellos tienen papá, otra mamá...?- preguntó con curiosidad.

-Tienen dos madres, sí.

-Entonces eres... casada, divorciada.-

-Digamos que separada.- la miré a los ojos.

-Okay.- miró el reloj de su muñeca- ¿Te parece si pasamos un par de horas mas dentro?- acarició mis piernas- Tal vez no nos veamos en un par de días.

-¿Por?-

-Trabajo.-

-Vamos entonces.- tomé su mano y la guié hacia la habitación.

Puede que Daniela hubiera perdido todas sus memorias, pero sus habilidades en la cama, eso nunca.

-
-

Como ella había dicho, no nos vimos en varios días.

No fue hasta que pasaron cuatro días que nos reencontramos. Ese reencuentro que fue más que frenético. Tanto, que me dejó exhausta y dormí como un bebé por alrededor de cuatro horas.

Mi felicidad se fue como por arte de magia al despertar y notar varias cosas.

1. Todo a mi alrededor estaba destruido y en completo desorden.

2. Mis manos estaban amarradas al espaldar de la cama.

3. Daniela estaba sentada en una silla frente a la cama.
-Con una mirada cargada de rabia, tanta rabia que me dio miedo.
-Con un arma.

-¿Quién eres, María José?- dijo con calma al ver que había despertado- ¿Y por qué tienes fotos mías que ni siquiera yo he visto?- se levantó con el conjunto de fotografías en sus manos, caminó hacia mí. Las colocó todas sobre mi cuerpo. Una a una.- ¿Por qué tengo fotos contigo? ¿Por qué tengo fotos con tus hijos? ¡¿Por qué?!- gritó. Estaba demasiado alterada.

Caminó de nuevo hasta la silla y tomó asiento. Apoyó su cabeza entre sus manos.

-Cálmate, por favor.- supliqué.

Por primera vez en mi vida me sentí en peligro estando con ella.

Cuando vi como golpeaba su cabeza con su puño supe que no estaba bien.

-Me altera más que me digas que me calme.- respiraba con fuerza- Solo dime quien eres.- seguía golpeando su sien, parecía fuera de sí.

-Primero debes calmarte, y luego habl...

-¡Solo habla!- me interrumpió. Y lo siguiente pasó demasiado rápido.

-¡Joder!- grité cuando sentí el impacto de bala en mi pierna, seguido de un intenso calor en el lugar. Puedo jurar que sentí cada tejido que se abrió, la sangre llegó automáticamente manchando las sábanas- La puntería tampoco la perdiste, hija de puta.-

Dark Times; ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora