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(Advertencia: tema fuerte/delicado, no leer si eres sensible o mantener la discreción jeje)

Aiden era un chico de 16 años, tímido, de buenas notas. Medía no más de 1.68, con pelo castaño y ojos avellanas. Su profesora de matemática se sentía muy atraída hacia él, era joven, de almenos 29 años, peli-negra de ojos azules, media 1.72, era amable en general, y discreta con lo que sentía, pero esa vez no pudo aguantarse más. Llamó a Aiden al final de la clase, cuando ya no quedaban más estudiantes, cerró la puerta con seguro y cerró las ventanas y cortinas, para que nadie viera.

-¿Ocurre algo malo, profesora? -pregunta temeroso, viendo cómo cerraba todo apresurada, ansiosa por lo que pasaría.

-Claro que no, al contrario -dice, y comienza a acercarse a su estudiante que estaba a un lado de su escritorio- Tus notas son las mejores del salón, ¿Quieres una recompensa? -desliza la mochila del chico por sus hombros hasta quitársela, dejándola en una de las mesas.

-Ahm... ¿Cómo qué? -claramente estaba notando algo raro, su profesora nunca había hecho algo así antes, al menos no con él.

-No te preocupes por eso, te va a gustar -se acercó más, haciendo que Aiden chocara con el escritorio, y comenzó a pasar sus manos por sus caderas, junto con oler el delicioso aroma de su perfume.

-P-profesora, yo... -intentó alejarse, cosa que no pudo.

-Shh... -colocó uno de sus dedos sobre sus labios y lo acercó más a ella- Sólo relájate.

Juntó sus labios, inclinándose hacia el frente, deslizó su mano por su mejilla hasta su pecho, haciendo que él quede casi afirmandose del escritorio, el cual ella había vaciado poco antes. Las mejillas de Aiden se encendieron como fuego, rojas por la vergüenza y el repentino beso. Era su primer beso, y se lo había robado su profesora de matemática.

Su otra mano acarició su muslo y su cadera. Cuando se separaron del beso, Aiden jadeó un poco por la falta de aire. Agachó la cabeza avergonzado.

-Te ves tan lindo así -dijo, y deslizó su mano por todo su torso, bajando el cierre del chaleco que llevaba, dejando ver su camisa blanca, que estaba por dentro del pantalón.

Volvió a acercarse para besarlo, esta vez con ambas manos en sus caderas, sujetándose mientras acercaba sus propias caderas al chico, frotando lentamente su pelvis contra su miembro. Aiden tembló, sus piernas flaquearon unos segundos y aferró sus manos al escritorio. Las manos de ella subieron hasta los primeros botones de la camisa, fue desabrochandolos hasta llegar al borde del pantalón, que no dejaba que continuara. Se separó otra vez y miró el torso de su estudiante, no era como un abdomen atlético, parecía más bien blandito, suave, y se notaba que su ombligo era algo profundo. Era un torso promedio, pero sin duda el más lindo que había visto.

Sonrió, su mano acarició su pancita delicadamente con sus largas uñas, viendo cómo esta se hundía un poco por efecto de las cosquillas. Miró el botón de su pantalon y lo desabrochó, bajando el cierre también. Se relamió los labios al ver el miembro semierecto de su estudiante, y pasó directamente a masajearlo, cosa que hizo gemir a Aiden. Agarró el brazo de su profesora intentando detenerla, pero esos masajes estaban causando un gran efecto sobre él y, además, uno muy magnífico. Se sentía increíble, sólo que viniendo de ella se sentía muy extraño también.

Quería decirle que no siguiera, pero las palabras se habían guardado muy profundo en su garganta, por el contrario sólo emitía los gemidos y jadeos. Ella terminó de desabrochar los botones de la camisa y la sacó de dentro de sus pantalones. Lo sujetó con fuerza de los muslos y lo subió a su escritorio, sentándolo. Se colocó entre sus piernas para separarlas. En esa posición se notaba aún más su erección, que comenzaba a sobresalir de sus pantalones, y su ropa interior empezaba a incomodar.

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