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(+18)

Sus nervios iban aumentando a medida que pasaba el tiempo. Había revisado el orden de su casa como cuatro veces, ido a la cocina para ver la comida ahí unas tres y observado por la ventana unas seis o siete veces. Quizás más. Ya no llevaba la cuenta. Lo unico que quería, era que esa noche acaba rápido. ¿Qué ocurría esa noche? Su jefa iría a cenar. Era su nueva jefa desde hace una semana y él siempre invitaba a la gente nueva a cenar por cortesía. Así le habían enseñado, cosa que no le gustaba mucho, pero lo habían educado tan bien, que luego se sentiría mal si no lo hacía.
Se estaba volviendo una costumbre.

El timbre resonó por toda su casa, y Alec sintió su estómago revolverse. Es especial por no cometer una estupidez frente a su jefa. Al abrir la puerta, la vió con unas velas en su mano. Algo bastante curioso.

-Me dijeron por ahí que las velas aromáticas podían ser un buen regalo de agradecimiento -mencionó ella, extendiendo el empaque.

-Oh, ya veo -al tener las velas en las manos, se sintió algo más liviano- Gracias, Harper.

-Deja la formalidad fuera del trabajo. Dime Blair -le guiña un ojo, casi naturalmente.

-Ah, ok, Blair -una sensación extraña subió por su espina dorsal. Se corrió a un lado- Ven, pasa.

Alec era un manojo de nervios de aquí y para allá, llevando los platos al comedor. Sentía la mirada penetrante de su jefa sobre él, cosa que no le ayudaba en nada. Para su suerte, sabía cocinar muy bien, así que no se preocupaba por ese factor. Le preocupaba más tropesar o decir algo indevido frente a ella.

Antes de salir una última vez al comedor, dio tres largos suspiros para relajarse. Tomó asiento frente a ella y comenzaron a comer.

-¿Le gustó? -mantuvo su mirada en ella unos segundos, expectante.

-Está exquicito. Cocinas muy bien, Alec.

Él soltó una sonrisita tímida, alagado.

-Gracias. Mi madre me enseñó a cocinar desde pequeño.

-¿Tu madre? ¿Cómo es ella?

-Ella... Era un angel, sin duda -su mirada cambió a una nostalgica.

-Ya veo, lo lamento -estiró un poco su mano hasta alcanzar la de Alec.

-M-mh, d-descuide, fue hace años.

Un pequeño silencio se formó, con él intentando no demostrar su nerviosismo. No sabía si debía quitar su mano de ahí. ¿Sería mal visto? Pero si la dejaba, se podría malentender la situación. Sus pensamientos comenzaron a consumirlo, hasta que Blair quitó su mano y continuó la conversación.

Durante el resto de la cena, Alec se fue sintiendo menos nervioso. Aunque todos esos nervios, volvieron a aparecer por una simple pregunta curiosa de su jefa.

-Veo que no tienes esposa, ¿pero tienes novia? -no había ni un solo rastro de vergüenza en su expresión. Asemejaba más a la de un felino.

Alec solo atinó a atorarse con la comida. Tosía mientras Blair se levantaba de su asiento para ir a ayudarle, dando golpecitos en su espalda. Aunque no pudo evitar sonreir un poco por aquella reacción.

-¿Todo en orden?

-S-sí, lo siento -aclaró su garganta y bebió algo de su bebida.

Blair volvió a su lugar.

-¿Y entonces? -volvió a preguntar. Realmente le interesaba saber.

Él mantuvo su mirada en su plato, sintiendo un poco de calor en sus mejillas.

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