[Capítulo 7]

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Ethan

Sabía que no me pediría acompañarla hasta su casa, por lo que la seguí hasta comprobar que estuviese dentro, pero Sabrina tiene más mala suerte que Malvina. Vi una silueta oscura seguirla unos pasos más delante de los que ya estaba caminando yo. Mi Sabrina corría rápido y aquella sombra la seguía, yo iba sigiloso un poco más atrás.

Cuando estaba cerca de su casa, esa persona la tomó, alguien más alto que ella, le estaba tocando el trasero, ella forcejaba su agarre y lanzaba golpes a ciegas, pero era en vano, recordé cuando le quité el vestido que no llevaba su daga por lo tanto estaba totalmente indefensa. Deduje que era un hombre quien la manoseaba, miré como con una mano le subía el vestido y luego comenzaba a bajarle sus bragas y cuando comenzó a desatarse el cinturón, un sentimiento de rabia recorrió por mi espalda y mis puños se apretaron, corrí lo más rápido que pude hasta alcanzarlos, lo giré del hombro y le golpeé el rostro con fuerza, cayendo él, de espalda al suelo. Mi rabia me había cegado, me lancé encima de aquel hombre y le golpeé el rostro una y otra y otra vez hasta que noté que ya no se movía, es se había tratado de defender, pero conmigo a horcajadas no era muy lucrativa esa defensa. Me tiré a un lado observando lo ensangrentado que estaba y luego miré a Sabrina. Se veía frágil, estaba recostada a un árbol sentada en el suelo, llorando desconsoladamente y abrasándose como si ese hombre que acababa de golpear la hubiese dañado como pretendía. Me levanté y le estiré la mano, pero ella estaba temblando, no me miraba, no reaccionaba, se sostenía las piernas escogidas con sus brazos y hacía movimientos hacía delante y hacía atrás, estaba muy perturbada ante mis ojos. Me arrodillé en frente de ella y tomé su barbilla obligándola a mirarme.
Tranquila comenzó a llorar más fuerte sosteniendo temblorosamente su cabezaNo pasa nada preciosa, estas a salvo conmigo.

Ella está muda y dicha muda estaba sorda, estaba bloqueada, en shock, así que la cargué en mis brazos y la llevé hasta la puerta de su casa. Cuando la bajé, cogió una llave que estaba detrás de unos ángeles que habían de adorno cerca de una de las ventanas principal e intento abrir la puerta, pero sus manos estaban temblorosas. Tomé la llave y abrí la puerta, ella dio pasos torpes por lo que la cargué nuevamente hasta donde ella me indicó que sería su habitación.
Abrí la puerta y luego de enterar le Di una pequeña patada para cerrarla. Acosté a Sabrina en su cama con cuidado y la arropé, le quité algunos mechones de cabello que le estorbaban en el rostro y luego de notar que descansaba me levanté de la cama para salir y dirigirme a mi casa.

—Quédate un rato más— dijo sosteniendo mi brazo —Sólo hasta que me duerma ¿sí?

No me gustaba la idea, pero tampoco me gustaba ver y dejar a Sabrina en ese estado así que di una vuelta alrededor de la cama para acostarme del otro lado. Ella se giró y se acurrucó en mi pecho, le acaricié ese cabello tan sedoso que tiene hasta que los dos quedamos dormidos.

                                                                             ***

La mañana siguiente ya me encontraba camino a casa, aún había dejado a Sabrina durmiendo, para ser más claros he salido por la ventana de su habitación. Sí, me he mandado de un segundo piso, la diferencia es que cerca de la ventana había un árbol así que me apoyé en el para bajar con más cuidado. Tuve que levantarme más temprano, para recoger el cadáver que deje cerca de la casa de Sabrina y no levantar sospechas de lo que pasó anoche y mucho menos que alguien se entrometa en mis asuntos nocturnos. El cadáver del chico estaba pálido, desangrado y a simple vista aparenta más o menos mi edad, es una pena que se halla entrometido con.... mejor no hablo mucho de ella.
Tomé el cuerpo y me lo eché al hombro, estaba pesado pero tolerable. El sol se comenzaba asomar por el este así que tenía que apresurarme o tendría consecuencias que alguien me viera con un cadáver en el hombro y caminando como si nada. La sangre en la acera no me preocupa, en esta ciudad pasan cosas raras con los animales, aparecen muertos en cualquier lugar así que pueden pensar que la sangre pertenece alguno y que el cadáver de dicho animal ya lo habría recibido el servicio de limpieza de la ciudad.
Al llegar a casa la rodee por el costado derecho para ir directo al patio y enterrar a otra de mis víctimas por mi ciega furia ¿o celos?, eso no importa. Enterrar a este chaval fue más difícil de lo que pensé, debía cavar con más profundidad y un poco más largo, el desgraciado media dos metros de alto así que me tomaría tiempo hacerlo y sólo tenía menos de una hora puesto a que mi familia llega de Boston a las 8:00am. Al fin logré enterrarlo y ducharme para quitarme todos los restos de tierra que traía encima. Después de unos minutos sentí voces en el piso de abajo por lo que deduje que mis hermanos ya estaban de regreso.

—¡Oye pedazo de mierda ya llegamos!

Si, así nos tratábamos mis hermanos y yo excepto Ashley mi hermana pequeña, ella es como la princesa de la casa. En total somos seis, mi padre es muy mujeriego, o más bien, fue, porque está muerto. Brat es el mayor, Dilan y Sam son los siguientes, luego está Lexius , yo y por último la princesa.

Para resumir nuestra historia diría que nos quedamos sin madres cuando Ashley tenía 7 años y papá, bueno ya saben.
Me alisté, tomé las llaves de la moto y bajé. Debo hacer algo antes de la fiesta de esta noche. Camino hacia la puerta principal.

—¿Ya te vas? Siquiera nos has recibido Eth. 

—Me giré—¡Ven acá princesita! —le abrí los brazos para abrazarla.

—Te he echado de menos  —dijo corriendo a mi— No sabes cuánto me gustaría que fueras más a menudo a Boston con nosotros.

—Sabes que tengo...

—Cosas que hacer, lo sé -— dijo interrumpiendo y abrazándome fuerte.

—Ahora debo salir pequeña—posé un beso en su cabeza—volveré en el almuerzo.

—Está bien.

Me separé de ella y seguí a la puerta para luego ir por mi moto. La mañana ha sido intensa, creo que luego de andar haciendo compras me merezco un almuerzo, un buen almuerzo, así que ya es hora de volver a casa. Coloqué los paquetes en los asientos traseros y conduje hasta casa. Al llegar todo estaba listo, me lavé las manos, me serví y luego comencé a comer, estaba muy hambriento. Después de eso me pase la tarde conversando con mi hermana, hacía más de un mes que no la veía y ya extrañaba esa inocencia en su rostro que me recordaba tanto a mi primera víctima.

OJOS CAFÉ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora