capitulo 11: "Clara"

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Martina arqueó su cuerpo ante Jorge  al sentir la primera fricción que hizo. Y eso que aun había ropa entre medio. Poca, pero la había. Deseo saber cómo se siente a carne viva. Jorge  apartó las copas del sujetador. Martina tenía vergüenza. Era la primera vez que se exponía con tan poca ropa delante de un hombre. Y Jorge en tan solo cinco días la tenía maullando como una gata en celo. Deseosa, llena de lujuria… destrozando los tabúes. ¿Tabúes? Eso era… lo que iba a pasar entre ellos, no tenía que pasar. Pero… oh dios mío. La lengua de Jorge empezó a acariciar sus endurecidos pezones, sus dientes los tensaban aun más y la suavidad de sus labios eran como el más caro de los camisones de seda que se hubiera puesto Martina . Sintió como Jorge apartaba el hilo del tanga, como lo hacía a un lado y pasaba un dedo por el punto más prohibido del cuerpo de Martina. Jorge fue el que gimió ahora. Sentirla tan mojada, sentir su suave carne que resbala en mis manos… sentir como se estremece.

-Esto es lo más excitante que he vivido nunca, ostia. Quiero oír como gritas mi nombre hasta caer rendida en el mayor orgasmo de tu vida.

-Jorge… - murmuró ella, ahora con los ojos entrecerrados.

- Shh… - dijo inclinándose en su cuello de nuevo – no sabes lo hermosa que te ves, Martina... – dijo su nombre con tanta sensualidad en su tono de voz que se le puso la piel de gallina – te voy a dar placer… mucho… - le mordió el cuello – así que relájate y disfruta…

En ese preciso instante Jorge introdujo un dedo en el interior de Martina . Le dolió un poco, pero no le dio importancia. Ella volvió a sentir un gemido de Jorge… y como su pene se clavaba en su muslo, mientras la tocaba. La mano de Jorge  empezó a moverse, adentro, a fuera, en círculos… tan hábil que Martina sintió que no aguantaría mucho. Un segundo dedo fue a parar en el interior de su vagina. Gimió. Jorge se relamió los labios, como si pudiera saborear los jadeos de Martina. Adoraba verla con esa expresión de ‘quiero más, y solo tú puedes dármelo’. Y solo yo puedo dártelo, nena… y no dudes en que lo voy a hacer.

- Dios mío… - gimió – es demasiado bueno…

Jorge se dio cuenta de que sin querer había aumentado la velocidad de los movimientos de su mano. Y Martina sentía tanto placer que empezó a contraerse. Ahora Jorge si pensó que moriría. Sentía las paredes de la vagina de Martina apretar sus dedos. Como deberá sentirse cuando me meta ahí dentro… será el infierno en directo. Los pantalones de Jorge parecía que se iban a romper. No podía más… si Martina se corría, el también lo haría, sin que ella lo hubiera tocado, siquiera. Dejó de tocar a Martina . Ella hizo una mueca en señal de desacuerdo. Jorge se rió.

- Tranquila, tengo mucho más para ti… - dijo como el ronroneo de un gato.

Dios… que hombre. Observó a Jorge, estaba de rodillas, delante de ella… sin camisa… y se estaba desabrochando el pantalón. ¡¿Qué?! ¡Se estaba desabrochando el pantalón! Esto había ido demasiado lejos… Pero antes de que Martina pudiera decir nada, Jorge ya se los había quitado. Y no llevaba bóxers. Martina entreabrió la boca.

- Cierra esa boquita, que soy capaz de cometer una locura con lo duro que me tienes… - se inclinó y la beso, tan desesperadamente que hasta él se quedó sin aliento. Martina tenía el punto de vista de Jorge de que era un hombre frio… sádico. Pero ahora, le parecía todo lo contrario. Era cariñoso, había buscado su placer y su cuerpo emanaba un calor sorprendente… pero para sorprendente lo que tenía algo más abajo del ombligo. Que no hubiera hecho el amor con ninguno de sus ex novios, no significaba que no supiera como era la anatomía del sexo opuesto… y mucho menos que no hubiera llegado a masturbar a alguno de ellos. Pero nunca había llegado a ver… semejante cosa. ¿y Jorge tenía la intención de meter eso dentro de ella? ¡Ja!... la tenía caliente, si… pero no lo dejaría… no. Dios ¿Qué me hace esta mujer? Jorge la observó, de nuevo, desnuda, en el sofá de su propia casa. Ella lo miraba, de arriba abajo… y las simples miradas de inocencia lo provocaban muchísimo. ¿Qué es lo que le atraía tantísimo de Martina? Parecía un jodido desesperado por follar… Ella era atractiva… mucho, pero… no había para tanto ¿o sí?... Quería – necesitaba – poseerla ya… y nunca había rogado por follar el cuerpo de una mujer, pero por hacerlo con ella, estaría más que dispuesto. Meterle los dedos había sido fantástico… imaginar cómo sería cuando metiera su duro pene… Jorge separó las piernas de Martina. Ella lo miró sería. El calentón se le había bajado al cero. Bueno… ver a Jorge así… a ese dios griego, más caliente que la propia lava era una tentación demasiado grande… que la excitaba sobremaneramente. Pero no quería… no. No había perdido la virginidad con hombres con los que había estado durante años, ¿y la perdería con un hombre al que conocía a penas hacía cinco días? Ni hablar. Que  Jorge siguiera soñando… con ella.

Protegeme. - Jortini (hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora