Capitulo 1

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El Lamborgini de color negro aparcó delante de la clínica. Jorge se quitó las gafas y miró por la ventanilla. Jugueteó con la foto en sus dedos. Volvió a mirar a la mujer que había en ella. Preciosa. Jorge se acomodó en el asiento de su auto. Un top negro, unas gafas Ray Ban y unos jeans que dejaban a la vista unos buenos muslos. Sandalias de tacón alto y el rubio pelo suelto. Sonrió, era lo suficiente explosiva para que los hombres se tuvieran que girar para volver a verla. Algo distrajo su atención. Eran las siete y media de la mañana, y alguien abría la clínica. La vio, de espaldas metiendo la llave en el cerrojo del portal. Llevaba un blusa de media manga y una minifalda que llegaba por media cintura. De nuevo las provocativas sandalias negras de tacón. Entró y dejó la puerta abierta.
­ Bueno, vamos a ver qué aplicada es en su trabajo.– Jorge intentó asomarse, vio a Martina terminando unos arreglos en la oficina principal. Se relamió al verla agachada. Hermoso culo. Alguien entró por la puerta. 

­ Buenos días, preciosa.-Ella se giró y se levantó, analizando quien era. Sonrió. 

­ Hola, Alex. – observó que llevaba algo en las manos ­ ¿Y eso? – alzó una ceja. 

­ Es para ti. – le alcanzó un ramo de flores enorme. 

­ No hace falta que me regales nada… ­ dijo ella fingiendo una sonrisa. Jorge no dejó de observarlos. Sacó un par de fotos con la cámara que le había prestado Snade. 

­ Así que es cierto que estas con ese criminal, muñeca… ­ sonrió – la sorpresa que te vas a llevar cuando te diga que es un coleccionador de mujeres muertas.-Se volvió a acomodar en el asiento y siguió observándolos. 

­ Espero que hoy aceptes la cena… ­ dijo Alexander acercándose a ella. La intentó besar, pero Martina lo rechazó. Jorge soltó una leve carcajada.

­ Buena chica. Sigue rechazándolo. – sonrió. Una sonrisa limpia y blanca, que haría estremecer a cualquier mujer en solo verla. Agarró su calibre del 38 y lo colocó en su cinturón, camuflado. Alexander la miró apenado.

­ ¿Qué es lo que no te gusta de mí? – dijo abriendo los brazos.

­ A ver… ­ Martina puso los enormes ojos café , en blanco. – Eres muy atractivo y tendrás a muchas mujeres detrás. Pero a mí, no­me­gustas.- Alex se le abalanzo. Las alarmas de Jorge se despertaron y se dispuso a salir. Pero lo único que hizo Alex fue besarla. Martina lo forzó a dejarla.

­ Piénsalo ¿si? – se giró, dejándola perpleja. Martina negó con la cabeza y se metió en la clínica masajista de nuevo.

­ Bien… ­ Jorge miró el reloj. Las ocho. Sintió que alguien entraba en la clínica. Se fijó en quien era. Una mujer, más o menos de la edad de Martina. Rubia, pelo recogido. Iba con una falda apretada negra, dejando ver las piernas. Una blusa blanca, escotada que daba bastante a la imaginación. Jorge volvió a sonreír.

­ Vaya con la secretaria, tampoco se queda atrás. – abrió la puerta del
coche y salió, cerrando con el mando inalámbrico el precioso Lamborgini

Protegeme. - Jortini (hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora