Capitulo 19: "Volveré"

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-Si... sigue... – Jorge la levantó. – más… rápido. – le pidió ella mordiéndole el hombro. – Ah, ah… si…-Jorge la apoyó contra la pared, así, teniendo una mejor postura para follarla. Martina se retorcía contra su cuerpo. Le mordió de nuevo el hombro, le arañó la espalda. Quería que supiera lo que era tener sexo con él, quería que supiera lo mucho que la deseaba, lo mucho que quería que disfrutara a su lado. Lo mucho que, además, la amaba. Le agarró las piernas y se hundió, completamente en ella.

- ¡Oh, sí! ¡Jorge! – jadeó Martina contrayéndose alrededor del pene de Jorge, apretandole con tanta fuerza que él pensó que iba a correrse en ese mismo instante. Vamos a ver… Jorge intentó pensar, entre aquella nube de lujuria que cubría su vista. A diez centímetros de su vagina. Esto es fácil para mí. Jorge movió circularmente las caderas y volvió a embestirla, Martina se intentó agarrar a la pared. Gritó. Te encontré.

- Dios mío… - murmuró con la respiración agitada. Jorge volvió a tumbarla en la cama. Volvió a colocar sus piernas verticalmente contra su torso. Sentía como el coño de Martina palpitaba, encerrándolo en sus entrañas. Le besó las piernas.

- ¿Quieres más? – dijo Jorge besándole el cuello.

- Si… si…

- ¿La palabra mágica?

- Por favor…

- Falta algo…

- ¿Qué? – dijo Martina, abriendo los ojos.

- Di que me amas. – sonrió.

- Te amo. – ella le devolvió la sonrisa. Jorge volvió a torturar ese lugar, hasta estar totalmente dentro de Martina. Ella lo sentía tanto… que pensó que iba a perder el conocimiento. Y él… a él lo apretaba, como un puño, cada vez que la embestía, cada vez que embestía el punto G de Martina. Y más, ahora. Ahora… sintió como ella se deleitaba en él, sintió como se corría, como le entregaba hasta el alma. Y él le otorgó lo mismo, dejando que Martina lo ordeñara hasta la última gota de semen. Martina terminó de vestirse junto con Jorge. En el preciso instante en el que ella se abrochaba los pantalones, Ruggero entró, corriendo.

- ¡Jorge!

- ¡Joder! Te he dicho mil veces que piques a la puerta antes de entrar. llega a ser cinco minutos antes y nos pilla en el polvo del siglo.

- Lo siento, lo siento. – dijo apresurado.

- ¿Qué quieres? – Jorge se puso el jersey. Martina no dejaba de observarlo. Perfecto. Era la mejor palabra que lo describía.

- Snade nos vino a buscar. El helicóptero está allí… afuera. – Jorge observó por la ventana. Vio uno de los helicópteros de la agencia, en funcionamiento, en su pequeño y privado aeropuerto. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta? Eso era… otra prueba más de que, cuando esta con Martina, lo demás, le importa una mierda.

- ¿Nos vino a buscar? -

-Nos surgió un imprevisto… en Rusia.

- ¿Qué dices?

- Pues eso… nos necesita. Dice que solo serán unos días.

- Siempre hace lo mismo…

- Ya, pero… sabes que estamos en medio de unos conflictos con los rusos… 

¿Y a mí qué?

- Pues que dice que eres uno de los mejores con… manejo de armas… que nos necesita Jorge.-Él quedó pensando por un momento.

- Dile que ahora voy.

- No hace falta que cojas nada, él ya… ya tiene todo lo necesario.

- De acuerdo.-Ruggero desapareció por donde había entrado. Martina se acercó a Jorge.

- ¿Tienes que irte? – murmuró, preocupada.

 - Si… - le acarició la mejilla.– pero te prometo que en tres días, como mucho, estoy aquí.

- No te vayas… - le suplicó Martina. – ¿Si te hieren? Estarás en medio de una guerra…

- No me pasará nada.

- ¿Y lo de ayer?

- Fue un despiste.

- Llévame contigo.

- No mi amor… si te pasara algo, si te hicieran daño, no me lo perdonaría nunca.

- Pero…

- Nada de peros. – le acarició los labios y la besó, lentamente, saboreando hasta la última gota de ese tiempo que compartían juntos – Te amo, volveré. 

Protegeme. - Jortini (hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora