- Ojos color miel -

24 4 10
                                    

En todo el camino ninguno de los dos mencionó palabra alguna, supongo que fue por el susto que pasamos hace unos minutos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En todo el camino ninguno de los dos mencionó palabra alguna, supongo que fue por el susto que pasamos hace unos minutos. Necesitaba saber quién era esa persona, conocer la razón por la que me estaba persiguiendo. No quiero pensar lo peor, pero creo que la venganza hacia mis padre comenzó a llegar a mí, todo este tiempo he estado paranoica, no existe un día en el que no piense que algún día llegarán y me matarán. Aún no quiero morir, tengo que encontrar a mis padres, necesito explicaciones.

Mis pensamientos desaparecen cuando siento que Mateo toma mi mano, volteo mi rostro rápidamente hacia él y mi corazón casi sale de su sitio cuando noto lo cerca que estamos cara a cara. Me quedo paralizada, ahora puedo notar el color de sus ojos que resplandecen aún más con el brillo del sol por lo ya puedo decir que sus ojos son de color miel con algunas tonalidades verdosas, jamás había visto ese color en los ojos de alguna persona, estoy deslumbrada.

- Ethel...

- Ah... que... ¿Qué pasa?

- ¿No crees que deberíamos denunciar lo que pasó con la policía? - Cuando menciona lo último mi corazón comienza a latir más rápido de lo normal, tan solo el hecho de recordar a todos esos policías en aquella casa la cual yo llamaba hogar, me hacía sentir fatal. Mi abuela en el suelo llorando, el rostro confundido de mi abuelo, y yo sentada en las escaleras asustada tratando de asimilar todo. Aun así no podíamos denunciar nada en la policía, necesitábamos pruebas y por ahora no hay ninguna.

- Quiero hacerlo, pero no tenemos pruebas Mateo.

- Cierto, pero... - Deja las palabras al aire pensando.

- ¿Pero...?

- No nada, tienes razón, no podemos hacer nada por ahora.

El taxi se detiene justo en la dirección que le di.

- Gracias por ayudarme.

- Por nada, Ethel. Y por lo visto ningún bicho raro con capucha nos ha seguido, así que puedes estar tranquilita. - Ese último comentario me causó gracia y él también ríe. ­­- Nos vemos mañana en el café.

- Adiós, Mateo. - Le digo mientras bajo del auto, cuando estoy fuera cierro la puerta y desde la ventana Mateo comienza a mover sus manos de manera de despedida y yo hago lo mismo mientras le sonrío.

Estoy cansada, necesito darme una ducha y dormir, este día fue un desastre, solo faltaba que me cayera un rayo encima, y justo cuando pensé en eso, fuertes truenos se escucharon.

- Vaya, lo que faltaba, unos minutos más afuera y en realidad sí me caía un rayo.

Me ducho, me pongo mi pijama y procedo a leer un libro de Finanzas que debo estudiar, aún eran las 4 p.m. tenía que aprovechar el tiempo, si duermo puedo reprobar esta evaluación y es lo último que quiero después que pasó con lo del Profesor Stevens, mañana mismo tengo que ir a hablar con él, eso no se puede quedar así. No me pueden quitar la beca por culpa de un estúpido examen que ni siquiera valía el 20% de la materia.

Termino de estudiar y veo la hora, ya son las 9:46 p.m. pienso en lo rápido que pasa el tiempo cuando estudio, así que me levanto y busco una tostada porque no quiero hacer nada para cenar ya estoy muy cansada, pero chicos eso no es saludable, siempre cenen a la hora, no sean como Ethel jeje.

La verdad en tus mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora