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Apenas termino la llamada tire el teléfono sobre la cama, estaba consiente que de la noche a la mañana volví a tener un padre. La verdad esta última semana fue una de las  más largas, dolorosas y pesadas de mi vida. Mi confianza estaba hecha añicos, en estos momentos no sabía ni siquiera lo que sucedería mañana, pasado o en un año con mi vida, ahora el lápiz de mi libro dejo de estar en mis manos. Me tumbe sobre mis sabanas, frotando con fuerza mis ojos, atrayendo mis piernas a mi abdomen. Mientras pasaba por mi mente como había empezado todo este calvario llamado vida.

Cuando solo éramos unas niñas a mi  hermana y a mí nos correspondía una extrema atención de toda la familia. De pies a la cabeza, desde los cabellos peinados por mi tía Carmen la cual le encantada peinarnos con trenzas, colas, gel, ganchos brillantes he infinitas formas, el rostro acompañado siempre con base, brillo labial y rubor, el cuerpo con vestidos rosados, brillantes, voluminosos exclusivamente confeccionados por mi madre, zapatitos siempre bien lustrados en todo momento. En cada extremo de la casa encontrabas cuadros familiares elegantes pero los más grandes eran los de mi hermana y el mío encuadrados de color rosa brillante. Lo olvidaba! Nuestros cuello, muñecas y dedos no se salvan! Siempre acompañados de anillos, collares y pulseras doradas importadas de Paris, manicura y pedicura constante. Cada cumpleaños era una gala, un evento exclusivo para  niños y niñas de padres importantes, las personas se esmeraban convenientes con los regalos, a cualquiera le caía bien ser conocidos de la familia, ganar prestigio. Decoraciones gigantescas, mayordomos, tortas más grandes que nosotras he incontables regalos de todos los tamaños. Nuestra casa familiar se había convertido en nuestro castillo, un mundo aparte del real. El rol de mi padre fue el de instructor, el de moldeador, cada disciplina aplicada por mi hermana o yo era financiada, vigilada y animada por mi padre. Desde pequeñas aprendimos diferentes cosas, mi hermana estuvo en canto, guitarra, piano, tenis, batería, esgrima, vóley y baile, yo  por otra parte si mi mente no me falla estuve en, pintura, escultura de barro, baile, atletismo, ballet, gimnasia, bisutería, futbol. Recuerdo que este último trajo mucha controversia en la familia a mi padre por alguna extraña razón no le gustaba a diferencia de mi hermana que metiera a disciplinas de exigencia física, imagino por ser la menor, me cuidaba como reliquia antigua. Parecíamos unas “princesitas” ó eso nos asían creer, sentíamos girar el mundo en nuestro entorno, teníamos de todo, si lo pedíamos lo teníamos. Una noche de sábado como era costumbre salimos con mi madre y mi hermana a la fiesta de una de las hijas de su amiga, pude entender al crecer la razón de tantas invitaciones a fiestas infantiles, éramos las niñas más envidiadas, codiciadas y requeridas, donde íbamos nosotras la prensa estaba presente, para mí solo eran oportunidades de comer dulces y conocer más amigos. En esas épocas mi madre si se daba tiempo para sus hijas puedo hasta creer verla disfrutar de pasar tiempo con nosotras.

Eran altas horas de la noche, al entrar a la casa vimos a mi padre tirado en uno de los muebles tenía los ojos rojos una mirada nada estable, estaba claro su estado, “borracho” yo no comprendía la escena, en realidad me sentía asustada, preocupada por mi padre, era la primera vez donde lo veía en ese estado tan repugnante para mí en esa edad, mamá nos guio a las escaleras mandándonos  a nuestros cuartos, ella se quedó en la sala, por su mirada note su indiferencia a lo sucedido al igual que yo no entendía la razón. No paso mucho tiempo para escuchar gritos de mis padres en la sala, estruendos para mis oídos. Desde esa noche las cosas cambiaron, la atención de nuestros padres hacia nosotras fue disminuyendo, las alegres visitas familiares eran nulas,  noches como la anterior se volvieron rutina, pan de todos los días. Mi hermana me abrazaba fuerte como si fuera la última noche de nuestras vidas, ahora recordado me doy cuenta, ella jamás soltó lagrima frente a mí, se convertía en mi protectora, mi ejemplo, dispuesta cada noche a hacerme guardar la calma. Yo muy ingenua lo creía. Pero una de las tantas mañanas siguientes no fue igual mi madre nos levantó algo histérica con maletas en mano nos llevó a la puerta gritando desde ese punto –ME ARTE DE ESTO, ME ARTE DE TI, ELLAS SON MIAS Y TUYAS, SI NO LAS QUIERES, SI QUIERES DESTRUIRTE PUES LO HARAS SOLO- En ese momento mí cabeza punzaba fuerte al no poder entender nada. El bajo corriendo me tomo del brazo -No te las lleves a ellas no por favor- Su mirada trasmitía piedad, ¿Pero porque piedad? El que había hecho, ¿Acaso él es el culpable de esto? Cada vez me confundía más, con solo recordarlo me volvía la confusión. Mi hermana se soltó del agarre de mi madre volteándose a decirme -Todo va estar bien, te lo prometo ve con mamá- No entendía nada, pero si ella me decía A yo hacía A y eso fue lo que hice. Ella era muy apegada a mi madre pero su clase de tutoría decía y explicaba la importancia de la figura materna en la niñez, creo que ese fue el criterio aplicado para su decisión, desde siempre ella solo le preocupe yo su pequeña hermana menor. Yo solo lloraba, lloraba, llore mucho pues las cosas era confusas, demasiado no lo podía procesar. Viví por unos meses con mi madre mientras eran los tramites del divorcio, durante ese tiempo no pude ver a mi hermana, mi madre cambio  ya no se preocupaba por mí le

toda esta situación, así llegue a Canadá. Fue duro ver cómo me alejaba de mis prestaba más atención al trabajo que a su hija hasta hoy. Luego me pude percatar las innumerables portadas figuradas por mi familia, esta se destruía, pero a nadie le importaba más que encontrar información para publicar, medio mundo empieza a criticar apoderándose del derecho, del derecho de privacidad, mi privacidad, la privacidad de mi familia. No comprendía porque personas con micrófonos y grabadoras se acercaban a mí preguntándome cosas familiares, no entendía porque debía esconderme para evitar esto, no entendía porque el mundo entero no comprendía que me estaba desmoronando y solo quería paz como una niña normal de cuatro años. Al término de esa horrible temporada vino otra casi igual de horrible, después del tan ansiado divorcio pude ver a mi hermana. La abrase fuerte como ella lo hacía conmigo, sentí reconstruirse mi vida de nuevo. En mi mente infantil pensé “Las cosas volverían a su lugar” “La tormenta término”.

 El juez declaro a mis padres no aptos para estar al cargo de menores de edad. La idea del juez fue mandarnos a un reformatorio en Canadá, argumentándose de él gran peso psicológico que albergaba padre sin que ellos a hagan algo para detenerlo pero siempre estaba ahí mi hermana para abrazarme y decirme que todo iba a estar bien ya que estábamos juntas, en el reformatorio donde nos mandaron las personas eran crueles con nosotras por ser niñas ricas, fuimos juzgadas tanto por las demás niñas como por las cuidadoras del lugar, mi  infancia estuvo acompaña de separaciones, cámaras, desprecios. Al cumplir mi hermana los 18 me saco de ese horrible lugar, empezó a trabajar. Cantaba en diferentes lugares desde bares repugnantes hasta fiestas infantiles mientras yo la acompañaba por cielo y tierra.

Ella era la de la voz bonita y yo la de los dibujos “bonitos”.

 Nos gustaba ganarnos las cosas por nosotras mismas, pudimos bien depender de las pensiones enviadas por mi madre pero nos gustaba depender de los demás. El tiempo trajo frutos, mi hermana se hizo una pequeña imagen, las entradas económicas eran cada vez más satisfactorias, podíamos decir tener una economía promedio. Llegando a este momento donde  mi hermana se fue, me dejo sabíamos sobre cáncer pero lo obviábamos, no lo veíamos como un problema pero dentro de nosotras sabíamos la verdad, jamás reclame ni le insistí por un mejor tratamiento ella era feliz así. Se fue cantando, mirándome con esos sus ojos verdes hechos acuarela por la falta de resistencia física pero con esa pisca de ella que jamás la abandono ni en el último momento, tomándome fuerte de las manos, desvaneciendo su último esfuerzo en mí, digno de ella. No proceso que se haya ido.

Pero de algo malo siempre sale algo bueno. Durante nuestra temporada en el reformatorio encontramos a alguien tan pura como persona como de amiga, fuimos ganando confianza poco a poco, se volvió parte de nuestra pequeña familia. Era la única con la cual podíamos hablar era nuestra tercera hermana. Lamentablemente cuando salimos, no la pudimos sacar por que las brujas del reformatorio no nos lo permitieron pero la iba a ver todas las semanas para reírnos un rato, para mantener viva nuestra amistad. Le había prometido sacarla de ahí no podía permitir dejarla en ese horrible lugar. SAMANTA! Tengo que ir a verla para decirle que el gran día llego.

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Y sigo nerviosa :s

Vamos esta Elena es una cajita de sorpresas, ay ;(

Buena tarde queridos :)

-Mis Drama.

POR TI. [CANCELADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora