Un nuevo amanecer

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Hace poco más de un año atrás...

Katara estaba en la habitación del hotel en ese pueblo del Reino Tierra que ya desde hace años atrás coexistía en paz con la Nación del fuego. Eran gobernados por un hombre cuyo origen era Sao Fu pero había sido criado por una noble mujer de la nación del fuego después de que sus padres murieran en la guerra.

La celebración era en honor a esa coexistencia pacífica y evidentemente el Avatar estaba invitado.

Katara estuvo muy molesta durante toda la celebración. En realidad ya llevaba meses molesta. De pronto había dejado de tener un nombre en la sociedad y se había vuelto solo la novia del Avatar, ya nadie la llamaba por su nombre ni le decían maestra, simplemente era la novia de Aang y eso no le gustaba.

Ella luchó mucho en la guerra, tanto como los demás. Pero no era Jefa ni Concejal, solo novia y estaba harta de eso. Había intentado platicarlo con Aang en más de una ocasión pero él parecía demasiado ocupado en sus asuntos como para prestarle atención.

Y la gota que derramó el vaso fue On Ji. La chica de la Nación del Fuego que Aang conoció cuando fingió ser Kuzon y que a Katara le había causado algo de celos después de verlo  invitándola a bailar.

On Ji se había vuelto mediadora y representante de los pueblos en la costa del Reino Tierra. Su función era básicamente asegurarse que su nación estuviera bien parada en los pequeños conflictos que habían surgido entre los pueblos, y al parecer hacia un muy buen trabajo, ya que siempre conseguía acuerdos entre los habitantes que dejaban a todo el mundo contento.

Era de esperarse que en más de una celebración Aang y ella se encontraran, y aún más que, debido al excelente trabajo que la chica estaba realizando, fuera invitada de honor a cada evento que tuviera relación con la Nación de Fuego.

Aang y On Ji siempre se habían llevado bien pero desde que ella estaba de nuevo en la vida de Aang, Katara había percatado algo distinto.

Aang parecía entusiasmado por On Ji. Le gustaba verla, preguntaban por su presencia en las ceremonias y siempre quería sentarse junto a ella. Los celos de Katara iban creciendo más y más. Y ese día llego al límite.

Aang había pasado toda la noche platicando con todo el mundo acompañado de la chica y Katara de repente sintió que ya no existía en aquella enorme habitación.

Al cabo de una hora, decidió salir del lugar y regresar al hotel esperando con todo su corazón que Aang la siguiera, que notara el hecho de que ella no estaba y fuera a buscarla.

Pero eso nunca pasó.

Katara se quedó llorando en la orilla de la cama hasta que se quedó dormida. Estaba cansada de ser un cero a la izquierda en la vida de Aang. Estaba harta de esa On Ji y de que Aang no le diera su lugar. Estaba herida de sentir que él había pasado de amarla a solo acostumbrarse a su presencia.

Quería sentirse libre de ese horrible sentimiento que destrozaba su corazón y sabía que solo había una solución.

Cuando Aang llegó a la habitación intentó no hacer ruido pero no lo logró.

-Ah, eres tú- dijo Katara volteando su cuerpo solo lo suficiente para poder verlo.

-Si perdón, no quería despertarte- dijo el chico apenado.

-Esta bien, llevo dormida un buen rato- dijo ella nuevamente dándole la espalda.

-Un buen rato? A qué hora regresaste- Katara respiro profundo.

Justo eso era lo que necesitaba escuchar. Se saco las sábanas de encima y camino hacia la ventana de la habitación cubierta por una suave túnica de ceda que caía por su cuerpo.

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