Capitulo I

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El despertador sonaba insistentemente, una mano masculina se deslizo por debajo de las mantas de la cama estirándose hacia el aparato y apagándolo. Abrió los ojos viendo que el reloj indicaba que era las seis y cuarto de la mañana.

Volvió a cerrar los ojos mientras que se sentaba sobre la cama y estiraba el cuerpo.

Inhalo y exhalo, en un intento de tranquilizarse.

Con cierto temor volvío a abrir los ojos y bajo su mirada hacia sus manos, que temblaban ligeramente por el miedo que sentía en ese momento. Suspiro de alivio al ver que no estaba a la vista su hilo rojo.

Con una sonrisa de alivio se levantó de la cama, listo para comenzar su día.

-Otro día más.-dijo Zeldris con una sonrisa alegre mientras se paraba enfrente del lavabo de su baño y tomaba su cepillo de dientes para realizar su limpieza bucal.

Zeldris Demon, un joven de dieciocho años que estaba próximo a graduarse de la preparatoria y que ingresaría a la universidad luego del verano de ese año. Empezaba su día feliz de que aun el hilo rojo que le indicaría quien era su pareja destinada no apareció, al menos no ese día.

Desde pequeño su madre siempre le hablaba del hilo rojo del destino, aquel hilo que lo guiaría hacia la persona quien, según el destino, era su amor verdadero. Su madre, Perséfone siempre le contaba sobre el día que su hilo se hizo visible cuando tenía diecinueve años y fue su padre quien la encontró a ella durante el atardecer de ese mismo día. Aunque la historia de sus padres le parecía muy tierna, el aún no se sentía listo para afrontar la aparición de dicho hilo.

Sabía que eso era inminente y que el hilo nunca fallaba pero quería hacer otras cosas antes de que eso sucediera aparte de que no se sentía capaz de tener una relación con alguien, sobre todo si era alguien que nunca había visto antes.

El hilo ya estaba atado a uno desde su nacimiento pero se mantiene invisible hasta que las personas que están atadas la una a la otra ya se encontraban en la edad y etapa de sus vidas adecuadas para conocerse, el hilo solo aparecía cuando la pareja estaba lista para conocerse.

Sin embargo el hilo decidía cuando uno estaba listo y no lo decidía uno mismo. El hilo rojo estaba conectado a los corazones de las personas por lo cual dicho hilo sabia cuando ambas personas que estaban destinadas ya estaban listas para conocerse y se hacía visible para guiarlos a encontrarse para así comenzar a compartir y vivir la vida al lado del otro. No existía forma de engañar al hilo, el sabia cuando uno lo estaba.

Aunque el hilo no imponía el sentimiento del amor, solamente les indicaba quien era la persona que era su amor verdadero pero los sentimientos corrían por parte de las personas pero el hilo nunca se equivocaba y unía a las personas que eran compatibles y los sentimientos hacían el resto del trabajo.

Zeldris temía eso, la aparición del hilo era inminente y enamorarse de su pareja destinada también era inevitable por más que aún no tenía ni idea de quien podría ser.

-¡Buenos días!-escucho la voz de su hermano exclamando detrás suyo, sintió que Meliodas lo abrazo por el cuello desde atrás.

Le dio un codazo en las costillas indicándole que lo soltara. El rubio lo dejo tranquilo y se dirigió a su lavabo del lado izquierdo del baño.

Sus habitaciones quedaban una al lado de la otra pero en el medio había un cuarto de baño, la habitación era del tamaño mediano y lo compartían entre los dos. Había tres puertas, una daba al pasillo y las otras dos a las habitaciones de ellos. Izquierda para Meliodas y derecha para él. Nunca habían tenido problemas a la hora de usar el baño, generalmente él ya estaba saliendo de la ducha, listo para comenzar con la rutina del día, cuando Meliodas a penas y entraba para lavarse los dientes pero hoy su hermano, al parecer se había levantado antes.

El Hilo Rojo Del Destino [Geldris]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora