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Casi llegaba cuando sintió que una mano tiró de su brazo, haciendo que se fuera hacia atrás, notando un agarre bastante fuerte sobre su cintura. Genial, ahora había sido arrastrado a uno de los callejones de la ciudad; sintió como el agarre le impedía mirar quien estaba detrás de esto, por lo que aplicaba algo de fuerza para poderse ir, pero finalmente se rindió, le fue imposible escapar.

-Rompiste una regla.

Kaeya quedó inmóvil, Diluc sostenía al menor de la cintura, aplicando bastante fuerza sobre ella.

-¿Q-qué regla?- Kaeya comenzó a temblar, comenzaba a sentir miedo, ¿había visto a Dain con él la noche anterior? no, eso era imposible, Diluc estaba fuera según cómo lo recordaba.

-No te hagas el estúpido, Kaeya, miré cómo llevabas a ese rubio a tu casa, ¿acaso eres una puta barata?

El peliazul forcejeo el agarre de Diluc nuevamente, comenzando a molestarse por las palabras del pelirrojo.

-¿Qué esperabas? tú te acuestas con Jean, eres un maldito mentiroso, nisiquiera sé porque acepté ser tu juguete, estas loco, imbécil.

Sintió cómo sus pies dejaban el suelo, notando cómo Diluc lo sostenía en su hombro derecho, ahora lo estaba cargando, y Kaeya pataleaba para que el pelirrojo lo bajara, fue inútil, la fuerza del mayor era aún más que la de éste.
Claramente, Diluc no lo dejó seguir y apretó el agarre aún más, haciendo que el de tez morena dejara de moverse y soltara un quejido de dolor.

Diluc avanzó hacia la puerta de la ciudad, finalmente saliendo, caminó con rapidez al viñedo; al entrar llamó a todo el personal y repartió una bolsa de moras a cada uno.

—¿Que sucede, Señor Diluc? - Preguntó Adeline algo confundida mientras sostenía el dinero que el pelirrojo le dio.

—No es nada, Adeline, Kaeya tomará unas vacaciones aquí en el viñedo y no quiero que lo molesten, solo toma las moras y váyanse, tienen dos días libres.

Todo el personal confundido aceptó el dinero de Diluc y salieron del viñedo, Diluc subió las escaleras aún con Kaeya sobre el hombro, que nuevamente comenzó a forcejear. Entraron a la habitación del pelirrojo y este cerró la puerta con seguro, tiró al moreno sobre la cama y se dio la vuelta para deshacerse de su saco, seguido de esto, levantó las mangas de su camisa, cuidando que Kaeya no se levantara de la cama, para después sacar de debajo de la cama una caja de madera con candado.

El moreno se sentó sobre la cama algo molesto y confundido, arreglando un poco su cabello que ahora estaba por todos lados gracias a la manera en la que había sido cargado, mirando cómo el mayor abría esa caja, levantaba su cabeza y se movía de un lado a otro tratando de ver que era lo que había en ella; pronto el de tez blanca se levantó con dos cuerdas rojas en las manos, y se acercó al menor para empujarlo más arriba de la cama, casi apegándolo a la cabecera completamente.

—¿¡qué crees que estás haciendo!? ¡déjame ir ahora!

Volvió a forcejear, debido a que el mayor había dejado de lado las cuerdas y ahora sostenía sus muñecas con mucha fuerza, tampoco hubo respuesta por parte del mayor, ¿estaba ignorandolo?
Juntó las muñecas del de tez morena por arriba de su cabeza, sosteniendolas con una sola mano, mientras que con la otra abría la camisa, rompiendo algunos botones de esta misma; hecho eso juntó sus labios con los ajenos, y dejó una fuerte mordedura en su labio inferior, había sido tan fuerte que no demoró mucho en salir un poco de sangre, por parte de kaeya, aún seguía tratando de soltarse del agarre de su mayor, y cuando fue mordido no pudo evitar quejarse por el dolor provocado.

Cuando el pelirrojo sintió a Kaeya debilitar sus forcejeos, con una de sus manos tomó una cuerda y la puso al rededor de las muñecas que sostenía, haciendo un nudo apretado, para evitar que las manos del menor se movieran con libertad. Al estar finalmente bien amarrado, Diluc retiró su propio cinturón y lo dejó a un lado, para después besar y morder el cuello y pecho del moreno. La habitación comenzaba a llenarse solo de sonidos de parte del peliazul, el cual comenzaba a sentir un bulto entre su pantalón, Diluc al notar la reacción del tez canela soltó una risa suave.

- Esclavo -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora