6. Cinco personas, un hogar

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Jimin estaba fuera; Yoongi, frente al ordenador y Hobi, Tae y yo... viendo la enorme televisión del piso. Tae no solía escoger apartamentos tan bien equipados, pero con este nos tocó el gordo: una vivienda embargada por el banco de la que los propietarios no habían podido sacar sus cosas. Tenía pinta de ser una segunda residencia o piso de alquiler, pero fuera como fuese, el banco se lo quedó y, después del banco, nosotros aprovechamos la oportunidad.

Supongo que hasta para elegir los sitios en los que quedarnos atacábamos a los bancos. Y aunque eso no nos hacía mejores, al menos teníamos un objetivo marcado.

El caso es que la televisión suponía una novedad de la que raramente podíamos disfrutar, y el hecho de tenerla lo hacía todo más normal. Si cerraba los ojos y escuchaba las canciones que los grupos musicales del país habían sacado esa semana, comentadas por Hobi y Tae, podía llegar a pensar que estaba en mi hogar. O, al menos, en la idea que tenía de uno.

Mi casa de la infancia no era lo que pintaban las televisiones como el hogar idílico. Se parecía mucho más a las casas de las películas de terror: frías, incómodas y... tensas. Un sitio en el que te quedarías si no tuvieras otra opción, pero que cambiarías en cuanto tuvieras algo mejor delante de tus narices. Ni siquiera tenía por qué ser mejor para salir corriendo de ahí, simplemente tenía que aparentarlo.

Esta casa tenía los lujos de todas las que salían en las series más sofisticadas de la televisión y, sin embargo, también tenía un poco de mis anteriores hogares, porque la tensión siempre estaba en el ambiente. Aunque la inquietud de un nuevo golpe se mantenía latente, las personas que la habitaban eran las que marcaban la diferencia. Y esta gente sí que se parecía bastante a la definición de hogar de mi cabeza; una que no tenía nada que ver con los muebles caros y lujosos. Al menos, lo era mientras solo éramos los cinco. Y eso no sería por mucho tiempo.

Jimin estaba fuera por un motivo, y ese era que en cuestión de minutos seríamos seis.

Yoongi aceptó a Jeon Jungkook como el encargado de la seguridad en los atracos, y eso significaba que tendría que empezar a convivir con el equipo. Y como era una persona nueva en la que no podíamos confiar plenamente, había que mantener nuestros nombres de atracadores incluso en casa.

—¿El nuevo tiene ya mote? —preguntó Tae. Abrí los ojos y vi que tenía la vista tan perdida como Hobi en la pantalla, pero realmente no estaba viendo nada, porque sus pupilas no se movían.

—Nope —contesté—. Tendrá que buscarse uno.

—Pero es un poco injusto que sepamos cómo se llama y él no sepa nuestro nombre —comentó Hobi.

—Hay que ser precavidos —les recordé—. Mirad lo que pasó con Himchan: no podemos arriesgarnos con un completo desconocido por si le da por delatarnos.

—Himchan era un imbécil; se veía a leguas.

—¿Y por qué no te opusiste a contratarle?

Tae apartó la mirada de la televisión solo cuando le pregunté directamente.

—Porque le necesitábamos. Igual que ahora necesitamos al nuevo. No creo que haya veinte personas haciendo cola para robar bancos con un grupo perseguido por la policía y que, encima, tengan conocimiento de artes marciales.

—Yo tampoco creo que haya muchos —corroboró Hobi.

—Porque no los hay, no —admití mientras cogía un mechón de mi pelo entre mis dedos para trenzarlo. Siempre me ayudaba a calmarme—. Solo espero que este tal Jungkook al menos se lo tome en serio.

—Seguro que sí, Garam —me animó Hobi, llevando su mano izquierda a mi pierna para dar dos palmaditas afectuosas—. Además, no nos quedan muchos atracos, ¿no?

Mousetrap - myg, jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora