Namjoon observaba las imágenes frente a sus ojos con el detenimiento con el que un árbitro de fútbol analizaba los momentos más cruciales de un partido. Lo hacía aunque ya se hubiese sentado en esa misma silla en otras ocasiones y hubiera acabado con los ojos cansados como único resultado. Lo hacía porque era su trabajo, pero, sobre todo, lo hacía porque para él aquel caso se había convertido en algo personal: tenía que demostrarse a sí mismo que no había un misterio que no pudiera resolver.
Jin miraba a la pantalla con menos astucia y mucho más aburrimiento. No terminaba de entender por qué Namjoon se empeñaba en perder el tiempo de aquel modo; las imágenes de las cámaras de seguridad del banco nunca les ofrecían ninguna pista. Estaban detrás de una banda de atracadores meticulosa, que medían cada golpe no solo pensando en la huida, sino en la investigación posterior. Jin lo sabía bien. Habían llegado a demasiados caminos cortados antes de dar con el nombre de la chica, y creía que para avanzar tenían que probar cosas nuevas. El disparo fue bueno, y podían conseguir más información tirando del hilo que les dio el nombre de Chu Garam. Mucha más que la que les ofrecían unas grabaciones de personas haciendo papeleo, ingresos y sustracciones de dinero.
—Namjoonie...
—No tienes por qué ver las imágenes, Jin, yo me encargo. —Namjoon cortó a Jin porque ya sabía qué es lo que iba a decir a continuación; lo había escuchado al menos veinte veces en las últimas horas.
—Ya lo sé, pero es que tampoco quiero que tú las veas —replicó su compañero—. ¿Cuándo nos han dado respuestas las cámaras de seguridad? No hace falta que respondas, te lo digo yo: nunca. Tenemos a Chu padre, si fuésemos...
Namjoon paró el vídeo para mirar fijamente a su compañero, que se encogió ligeramente en la silla.
—Jin, hay que revisar las imágenes —dijo tajantemente—. Igual que en cada nuevo atraco vamos a la escena del crimen. Igual que interrogamos a todos los rehenes. Las imágenes son fundamentales, no podemos pasarlas por alto solo porque en otras ocasiones hayan sabido cubrirse las espaldas.
—Es que me obligas a hacer lo mismo, hombre... Si te dejo solo acabamos la semana que viene, y para entonces esta gente ya tiene planeados otros veinte golpes...
—Puedo solo, en serio —insistió, volviendo a reproducir el vídeo—. Si no vas a estar atento, no sirve de nada.
—¿Quién te ha dicho que no vaya a estar atento? De momento he sido el único que nos ha traído una pista, un poco de respeto.
Namjoon ignoró deliberadamente a su compañero y sus ojos siguieron moviéndose por la pantalla, intentando encontrar comportamientos sospechosos, caras conocidas o una pista, la que fuera.
Y la encontró.
—¿El martes 6 de abril llovió? —preguntó Namjoon.
—¿Me ves cara de hombre del tiempo? —Jin alzó una ceja y miró a Namjoon fijamente, pero cuando su compañero paró el vídeo y le miró de vuelta, movió la silla de su escritorio hasta colocarla frente al suyo—. Vale, lo busco, tranquilo, lo busco... No pone nada; según Naver, llovió el día dos, el ocho y...
—Vale, no quites la página. Espera un momento.
Namjoon volvió la vista a su ordenador y abrió un nuevo archivo de vídeo con una fecha diferente: 8 de abril de 2021. Dejó las dos ventanas visibles en la pantalla, alternando la vista de aquello que había llamado su atención en el día seis y lo que ocurría el día ocho. Lo hizo durante más de veinte minutos, hasta que detuvo el nuevo vídeo con un fuerte golpe a su teclado.
—Ahí, ¿lo ves? Es la misma imagen, Jin. El martes seis de abril no llovió, pero a las 12:50 hay paraguas en el paragüero. De hecho... están ahí durante media hora y luego desaparecen. Si miras a la gente no se nota el cambio, pero en el paragüero...
—Han duplicado las imágenes —susurró Jin, mirando las pruebas que Namjoon señalaba insistentemente con su índice.
—Eso parece. Hay que llamar al banco. Seguramente se hayan colado haciéndose pasar por algún técnico, alguien de seguridad o incluso alguien de la limpieza. Si ha habido alguna irregularidad y las cámaras lo han captado... quizá tengamos a otro.
Jin simplemente asintió antes de coger el teléfono y llamar a la sucursal afectada. Y de nuevo, la suerte parecía ponerse de su lado cuando le confirmaron que el viernes nueve recibieron a un técnico de la empresa de seguridad para solucionar un problema con las cámaras. Namjoon se puso a revisar de inmediato las imágenes del día nueve mientras Jin seguía recabando información: la avería afectó a varias sucursales más del mismo banco, así que tuvo que llamar a la sede central para obtener todos los nombres.
Lo que fascinaba a Namjoon de las pistas, y lo que desesperaba a Jin en la misma medida, era que un detalle insignificante, minúsculo a ojos de cualquier otro, se podía convertir en el desencadenante de algo mucho más grande. Esa pequeña chispa comenzaba a derruir una a una las cartas de un castillo de naipes muy bien formado, y una vez todo estaba en llamas era muy fácil dar con lo que estaban buscando.
La chispa nunca funcionaba tan rápido como Jin quería, pero Namjoon era perseverante por los dos. Y con la insistencia de uno y la esperanza del otro, después de dos días de duro trabajo... lo consiguieron.
Evitó las cámaras de los bancos con maestría, consiguiendo tapar su rostro lo máximo posible. Pero no tuvo la misma suerte con las que vigilaban las calles de Seúl.
—Kim Taehyung. Está fichado. Tiene antecedentes por hackeos ilegales. Nada muy grave que aparezca en el informe; sin embargo... —Jin dejó la carpeta con el expediente de Kim Taehyung sobre el escritorio de Namjoon, que la abrió de inmediato. La foto, pegada en la esquina del folio con sus datos, era de alguien joven, de no más de veinte años. Eso facilitaba las cosas, porque no había pasado tanto tiempo como para que esos rasgos marcados y varoniles cambiaran drásticamente.
—¿Sin embargo?
—¿Recuerdas el robo a la fábrica de Hyundai en Ulsan? Despidieron a más de cien personas y, de golpe y porrazo, sufrieron un hackeo que les quitó varios miles de millones de wones y les filtró datos...
—¿Fue él?
—No está demostrado —respondió Jin—. Pero he hecho un par de investigaciones más y marcaron su nombre como uno de los posibles culpables. Nunca se le pudo interrogar; desapareció.
Namjoon asintió. Tenía sentido. El caso de Ulsan tuvo lugar hacía unos tres años y llevaban cerca de dos siguiendo al grupo de atracadores. Desde luego, que Kim Taehyung se hubiera lanzado a la aventura de robar bancos tenía mucho más sentido que el hecho de que Chu Garam lo hiciera...
—No sabemos nada más sobre Chu, ¿no? Ni sobre su relación con Kim.
—De momento no. Estoy esperando un permiso judicial para poder ir a ver a su padre a la cárcel. No creen que sea relevante para la investigación, así que está siendo un poco complicado, pero lo conseguiremos, Joonie. Hemos arrancado el motor, ahora solo nos queda avanzar.
A Namjoon le gustaban las chispas que encendían el motor de las investigaciones. Pero igual que sentía una extraña fascinación por ese momento, también era consciente de lo fácil que era dar con un callejón sin salida y lo difícil que era dar marcha atrás cuando todo lo que podías ver eran ladrillos.
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Jelouuu,
¿Estoy empezando a subir cada 15 días? Efectivamente, pero bueno, sé que me comprenderéis. Espero al menos poder mantener este ritmo.
Con respecto al capitulito... ¿qué os ha parecido? Los títulos son un poco spoiler cuando se trata de las partes de Jin y Nam, pero me parecía una forma de que identificaseis rápido el cambio de persona que narra. ¿Os gustan los capis de la policía? A mí aunque son muy cortitos creo que son los que más me gusta escribir, así que espero que os gusten también.
Yyy como veis, ya van saliendo detallitos poco a poco de la vida de esta gente. ¿Alguna teoría? ¿Alguna opinión? ¿Algo? Aquí estoy para leeros.
Y me despido ya. Seguramente vuelva en 15 días para ver si me doy margen a mí misma para escribir algún capítulo más. Como siempre, gracias por la comprensión y por seguir leyendo <3
¡Os leo! <3
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Mousetrap - myg, jjk
FanfictionChu Garam siempre ha querido huir para encontrar su propio hogar, aunque lo que no esperaba es que huir iba a significar evitar la justicia de la mano de Min Yoongi: su novio y líder del grupo de atracadores de bancos del que ella forma parte. Sus a...