El 10050 Cielo Drive, Beverly Hills es la dirección de una antigua casa de lujo en Benedict Canyon, separado por West Hollywood / Sunset Boulevard al este y por North Beverly Glen Boulevard al oeste en el estado de California.
Si no éstas empapado del folclore hollywoodense podría significarse una dirección como cualquier otra, pero para los que conocen la historia, saben que fue en ese lugar donde murió la inocencia de la contracultura de Hollywood de la década de los sesenta.
Es la dirección del condado de Los Ángeles donde «la familia» Manson asesinó a Sharon Tate, a su hijo por nacer y otras cinco personas.
Una de las historias que más me impactó cuando comencé a investigar sobre estos casos fue precisamente lo que ocurrió en el 10050 Cielo Drive.
Cuando Tarantino decidió tomar este fragmento oscuro de la historia y llevarlo a la gran pantalla tuve muchas dudas al respecto...no quería que se romantizara los asesinatos y que se le diera protagonismo a los psicópata que orquetaron de triste masacre.
Afortunadamente el aclamado director nos entregó una cinta impecable que nos transporta a ese Hollywood pintoresco de aquellos años sesenta en la costa este, lleno de glamour y estrellas.
El asesinato de una joven llena vida y bondadosa es quizás las más infame de la historia de Hollywood y posiblemente la más triste y desgarradora.
Cuenta el sargento Joe De Rosa, de la policía de Los Angeles, que al entra en Cielo Drive nunca imaginó la macabra escena del crímen ante sus ojos:
«He visto cosas horribles, pero esta carnicería de ahí dentro me ha hecho vomitar», declaró.
52 años después, los crímenes cometidos por Charles Manson y sus seguidores en el sur de California, Estados Unidos, siguen frescos en el recuerdo de muchos.
Especialmente en la memoria de los familiares de las víctimas.
Ya les había hecho un guiño a este relato cuando conté sobre la maldición en el set de la película el bebé de Rosemary, Polanski (esposo de Sharon Tate) fue contratado por la Paramount para dirigir la película que se considera hoy día como una de las películas más malditas de las que se tenga registro.
Al principio Polanski había querido que Tate tuviera el papel protagonista, pero los productores eligieron para ello a Mia Farrow. Sin embargo, Tate daría la idea para una de las escenas clave de la película en la que Rosemary es fecundada por el diablo. Tate apareció, sin figurar en los créditos, como una de las invitadas en la escena final de la fiesta.
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