17. El inicio de mi historia - KAOWNAH -

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Nota: para entender mejor el transcurso de la historia, es importante conocer el pasado de Kaownah como personaje secundario.

Pd: escribió mal una palabra que dice Mew a propósito, por su corta edad.
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El mundo del espectáculo podía perecer un mundo maravilloso, los lujos, los privilegios, las finas amistades, los contactos y las muchas otras perspectivas positivas que tenían podían dar la imagen de la vida perfecta.

La mayoría de personas en el mundo soñaban con vincularse al gran círculo de alcurnia e influencia, sin ni siquiera plantarse que los que ya pertenecían ahí, muchos de ellos se habían suicidado en busca de la libertad de aquel enmascarado infierno.

Quizás si la joven mente de un chico como yo no hubiera estado tan hundida en las tinieblas, mi inocente alma se habría podido salvar.

Nací en Tailandia, dentro de un matrimonio lleno de amor. Mis padres se conocieron en la secundaria y solo fue necesario ver a mi madre golpear a unos idiotas para enganchar el corazón de mi padre. Y no, mi madre no era ninguna feminista extremista que amaba golpear a los hombres, más bien era una mujer que se daba a respetar.

Mi madre jamás permitiría que ninguna persona jugara con su integridad y su valor como persona. Mi progenitora fue criada en un hogar inestable, con un padre machista y una madre ausente. Ella creció sin el amor de sus padres, plenamente cuidando de ella misma desde muy pequeña. Su padre solo la noto al cumplir los 16 años y al llamar la atención de un viejo sucio al cual su padre le debía dinero, solo en ese instante su progenitor le pareció que su hija si tenía alguna utilidad. Mi padre en cambio tenía una familia unida, amorosa y humilde, como hijo único, él se crio bajo los valores de respeto, amor, Unión y honestidad. Estos mismo lo llevaron a conocer a mi madre.

En invierno, cuando las lluvias eran fuertes y constantes, mi padre había salido del Colegio muy entrada la tarde. Corriendo a su hogar sin protección alguna en su cuerpo más que el bolso sobre su cabeza ya húmedo, sin detenerse movía ágilmente sus pies para llegar pronto. A pocos pasos de casa, al pasar rápidamente por una calle sin salida pudo divisar en una rápida imagen como una chica se lanzaba sin miedo a enfrentar a tres jóvenes que vestían el mismo uniforme que ella. Impactado por la situación, se detuvo de inmediato y retrocedió sus pasos para ir en ayuda de la que pensó mi padre era una pobre chica indefensa. Gran sorpresa se llevó al encontrarla sin problema alguno quitándose a dos de los chicos sobre ella con un golpe a cada uno, y al último advirtiéndole que no la volvieran a seguir o intentar algo contra ella. Molesto el otro joven por las palabras de mi madre, intento poner una mano sobre ella, pero mi padre al percibir rápidamente su acción se interpuso protegiendo a mi madre y devolviéndole el puño al agresor. Sin meditar lo, mi padre tomó a mi madre de la mano y la saco de ahí apresuradamente. Mi madre sin entender bien que sucedía y en qué momentos ese extraño joven apareció para ayudarla; se dejó arrastrar hasta que cayó en cuenta soltándose bruscamente de mi padre. Furiosa por la intervención de aquel joven que consideraba un metiche y alegando que no necesitaba la preocupación de nadie, se desmayó frente a mi estupefacto padre él cual no entendía por qué tanta agresividad contra él. Mi padre con cuidado la tomó y cargo con ella tratando de evitar que se mojara aún mas hasta llegar a su hogar, ya que no sabía nada de mi madre supuso que lo mejor era llevarla con sus padres, ellos sabrían que hacer.

Al despertar mi madre, desconcertada se encontró con una dulce mujer que era mi abuela, la cual delicadamente le preguntó cómo se sentía o si algo le dolía. Mi madre asustada se paró de un brinco de la cama en la que estaba, pero al estar tan débil y con algo de fiebre casi cae al suelo. Mi padre el cual recién entraba al cuarto, se apresuró en su rescate de nuevo y la puso con cuidado sobre la cama otra vez. Mi padre inmediatamente le expresó que era mejor que descansará, que estaba en un lugar seguro y nadie le haría nada malo. Mi abuela preocupada le preguntó si quería llamar a sus padres para que la recogieran o algún familiar que seguro estarían buscándola. Mi madre al escucharla negó respondiendo que nadie la preguntaría si desapareciera. Mi abuela conmovida por tales palabras, la lleno de atenciones durante todo el día y al caer la noche le ofreció quedarse si lo deseaba. Mi padre y mi abuelo no opinaron nada pues mi abuela se veía realmente encariñado con mi madre, la cual sonreía cálidamente hacia ella. Al estar solos, avergonzada mi madre por su anterior comportamiento con mi padre, se disculpó confesando que su reacción al haber sido tan grotesca con él se debía a que los hombres generalmente solían tratarla como alguien débil y poco importante como ser humano. Sin meditar lo, mi padre la abrazo al verla con lágrimas en sus ojos y le dijo que él estaba completamente asombrado de como se había defendido, que era alguien fuerte y de admirar. Esa primera noche fue el inicio de muchos encuentros más.

Mis padres siguieron en contacto, encontrándose e incluso en ocasiones mi madre se quedaba en casa de mis abuelos. Cuando llegó la madurez para ambos, se confesaron el uno al otro y se prometieron seguir siempre juntos. El único obstáculo era mi abuelo materno, el cual furioso al enterarse que su hija no quería comprometerse con el hombre que él había elegido y que estaba con un hombre común como lo era padre - según palabras de mi abuelo - la amenazo a ella y a mi padre de muerte. Mi madre sin arrepentimiento alguno, se fue de la casa de su padre y mis abuelos paternos con amor, la recibieron en su hogar.

Mis padres se casaron y con mucho esfuerzo estudiaron una carrera cada uno, apoyándose mutuamente en ello. Mi madre se convirtió en enfermera y mi padre se volvió administrador Bancario. Desde pequeño me consentían en casi todo lo que deseaba, pero esto no quitaba que también sabían decirme “NO” ante mis malas actitudes o acciones. Crecí hasta los 7 años en un barrio sencillo; luego de un ascenso en el trabajo de mi padre, ellos decidieron establecer se en una zona más segura. Las casas de la nueva zona en que viviríamos eran hogares para familias máximo de 4 personas, contaban cada una de un pequeño jardín en la parte delantera y la única separación con las otras casas era un pedazo de césped cuadrado a corta altura. A falta de espacio para la diversión de los niños, el vecindario contaba con un parque cercano con juegos, canchas de fútbol, basquetbol y una zona libre para correr. Éste era el punto de encuentro de todos los niños del barrio, ahí se crearon lazos de amistad que aún perduraban en la actualidad. Yo soy un fiel testigo de ello.

El aquel parque, conocí a mi segunda familia. Crecimos juntos, compartimos la misma escuela primaria y secundaria, y sin importar las diferentes carreras elegidas la amistad creada a través de los largos años se mantuvo fuerte. Yo amo a todos mis amigos, realmente los amo, pero hay uno en especial que tiene mi corazón atrapado en un sentimiento aún más profundo.

Cada vez que recuerdo como esa pequeña personita se acercó a mí, hace mi corazón calentarse de una enorme ternura y protección. Rememorar lo siempre me trae mucha paz.


Cuando mis padres se trasladaron al nuevo vecindario, estábamos en épocas navideñas, así que no había clases en ese momento. Siempre demostré ser extrovertido y amigable eso hicieron pensar a mis padres que no tendría problemas en acoplarme a un nuevo hogar. Mas el ser tan activo no significa que no tenga miedo al rechazo o ha ser excluido, tenía miedo, me sentía asustado. La primera vez que mi mamá me llevó a aquel parque me senté por largos minutos al lado de mi madre sin acercarme a ningún niño de mi edad, mi mamá se preocupó al verme tan quieto en mi sitio. Ella intento incentivarme al acercarme a un particular grupo de niños. Era el más grande en toda la zona de juegos.

Ante la insistencia de mi madre, puse mi atención sobre ellos. Ellos estaban en una de las canchas de fútbol libres. Verlos en esa área me daba la facilidad de contar cuantos eran. siendo 9 en total, uno de los equipos contaba con un jugador menos o eso fue lo que pensé en un corto instante hasta que pude notar una figura mucho más pequeña que las otras corriendo detrás del balón, pateando lo con sus pequeños pies. Al ese pequeño niño tener el control del balón, ninguno tuvo la intención de interferir en el juego del pequeño niño, incluso la falta de fuerza en la patada que dio al llegar frente a la portería no tenía la suficiente potencia si quiera para que el portero pudiera sentirse amenazado. Aun así, el chico que cubría la portería fingió fallar al detener el balón y el pequeño marco un gol. Todos los demás se emocionaron, abrazando y felicitando al pequeño.

Una gran sonrisa y unas mejillas coloradas fueron la primera imagen más preciada para mi guardada en mi memoria. El pequeño reía de su gran logró mientras era llenado de elogios por los otros niños. Quedé tan prendado de esa imagen que, durante las siguientes dos semanas, convencí a madre de visitar aquel parque solo para observar de lejos a ese grupo de niños y al pequeño infante.

Mi madre ya había notado mi interés por ellos... o más bien por el más pequeño. Un día llegando a casa después haber estado ahí, ella hablo conmigo.

- ¿por qué no te acercas a ellos Kao? - me cuestionó mi madre mientras juntos doblábamos la ropa.

- ¿ellos? - reitere sin entender

- los niños del vecindario, los que ves a diario pero no te les acer...

- me asusta - Confese al entender a mi madre

Ella detuvo lo que hacía y se agachó a mi altura tomando delicadamente mi rostro.

- ellos se ven muy unidos, como una familia... Y ¿si ya no hay espacio para uno mas?

- ohhh cariño - dijo besando mis mejillas - la familia no tiene un número limitado de integrantes, siempre hay espacio para uno mas. - ella me miró fijamente mientras sonreía - quiero que siempre recuerdes esto mi cielo... - yo asentí - jamás le tengas miedo a no agradarles a las personas, tú eres maravilloso como eres y quien no vea eso, entonces no vale la pena gastar tu amor en esa persona. A esas personitas que no supieron valorarte deséales lo mejor desde el fondo de tu corazón y sigue adelante sin esperar por ellos, ¿de acuerdo?

- si mamá - respondió abrazando la

- estoy segura que vas a encontrar amiguitos igual de especiales que tú. Encontraras un segundo hogar en cada uno de ellos.

Que razón tenía mi madre ese día.

Al día siguiente fui al parque como lo venía haciendo, solo que esta vez a pasos tímidos intente acercarme al grupo de niños que al parecer tenían una reunión importante.

- h-ho-la - solté débilmente

- ya te dije que debemos jugar con un árbitro - dijo uno de los niños - tú eres muy tramposo al jugar

- h-hola - trate de nuevo

- ¡yo no soy ningún tramposo! - se quejó el otro niño de piel semioscura

- ¡ya basta! - dijo un niño de cabellos negros que sostenía a un pequeño de la mano - en primera, Song no es ningún tramposo - defendió al niño que sonreía dichoso de las palabras de su amigo - solo es algo dramático al caer - soltó con una pequeña sonrisa en sus labios, la cual si causo una gran carcajada en el resto de niños y un puchero en el acusado.

Al no haber tenido éxito y sentirme sobrante de aquella dinámica, decidí retirarme. Quizás la próxima...

- yo seré el árbitro por hoy, pero necesitamos unos mas en el equipo - declaro Tong.

El pequeño Mew si noto al otro niño que se retiraba y entusiasta por su reciente idea corrió detrás del niño y al alcanzarlo con sus cortos piesitos lo tomó por un pedazo de tela de la camisa.

Kaownah al sentir el peso que imponía alguien mas sobre él, se giro al causante de ello. Un dulce, angelical y hermoso pequeño le sonreía de la manera más pura y encantadora.

- ¿juegas con noshotos?

Ese pequeño Ángel fue el extremo del hilo que lo unió a los demás. Mew fue el que lo invitó a unirse a ellos y ser parte de esa familia que yo tanto amo. Los años transcurrieron maravillosamente al lado de ellos y de sus padres hasta que ese fatídico día llegó. Aquel día en que en mucho en lo que creía se desborono y una gran parte de mí mismo.. desapareció.

Sus padres lo educaron con los mejores valores, le enseñaron que el respeto, el amor y el trabajo duro, era el mejor camino para vivir en paz con el mundo y contigo mismo. Que si te esforzabas cada día, tus sueños se lograban convertir en realidad, que, sino permitías que la oscuridad dañara el resto de tu día, el cielo volvería a pintarse de ese hermoso azul. Que debías enfrentar tus errores de frente y hablar siempre con la verdad, a no ser partícipe de la injusticia y el dolor ajeno. Que los amigos no solo existían en los buenos momentos, que si de verdad te apreciaban estaría incluso en el día más gris, y que si los cuidabas correctamente, éstos se convertirían en tu familia.

Que palabras más dulces le enseñaron sus padres, sí... palabras dulces, pues hablarlo es mas fácil que aplicarlo. Con mis recién cumplido 18 años, tuve que aprender a la mala que era ser un adulto. Solo, sin ningún pariente y recién iniciada mi carrera universitaria en medicina, todo aquello que había planeado para un futuro mejor para mí y mis padre, se desplomó en un día de lluvia. Solo mis progenitores tuvieron razón  en una cosa, la verdadera amistad no está solamente en los buenos momentos.
En cuanto mis amigos de la infancia se enteraron de la tragedia, ellos corrieron a mi encuentro. Incluso Mew que era el más joven entre nosotros, con su pequeño cuerpo de 12 años se aferró a mí dándome su consuelo. Jamás podría olvidar como aquel niño me dijo entre hipidos - " si aún no puedes llorar ... está bien, yo lo haré por ambos" - hasta ese momento me di cuenta que yo no había expresado ningún emoción, ninguna lágrima. Era tan irreal para mi creer que ya no tenía a mis padres conmigo, que me era imposible hasta ese instante expresar mi dolor. Y justo como lo hacía el pequeño Mew, me aferre a él, y llore.

Los padres de Tong y Mew, me ofrecieron su protección tanto emocional como económica. Yo me negué, no deseaba ser una carga para nadie. Tenía a mi favor la casa en que vivía con mis padres era propia y contaba con algo de dinero en una cuenta de ahorro que iba a ser usada solo para mis estudios. Era una buena cantidad de dinero, mas está no duraría toda la vida. Con mis pocos deseos de no dejarme morir sin dar la lucha, decidí buscar trabajo en mis pocas horas libres que me permitía mis estudios.

Durante unos tres largos meses, tomaba mis horas de almuerzo y descanso para salir en busca de una oportunidad. Toque diferentes puertas, tanto en lugares a luz del día, como en los que la noche era la estrella. En algunos que podía lograr conseguir la paga era realmente insultante, trabajabas más de las 10 horas y te retribuían unos pocos billetes. En los que contaban con un sueldo respetable se negaban a contratar me por falta de experiencia, por mi falta de disponibilidad de tiempo — ya sé que mi carrera no me permitía muchas horas libres, mas yo estaba dispuesto a acoplarme de cualquier forma para responder por el trabajo — incluso mi propia juventud era un impedimento. Ellos se excusaban de que una persona de mi edad en muchas ocasiones no era lo suficientemente responsable para perdurar en las labores, que los anteriores contratados iban por una semana o dos y jamás regresaban.

¿Como demostrar tu valor como empleado, cuando no te lo permitían?, ¿cómo obtener experiencia si no te la brindaban la oportunidad de adquirirla? Lo único que le brindaba algo de brillo a mis extenuantes días era las visitas de mis amigos. Ellos llegaban a mi casa o incluso en la Universidad uno por uno, en pequeños grupos o todos juntos de sorpresa con alguna bolsa de comida. Yo sabía que ellos estaban preocupados por mí, por eso se esforzaban todo lo que podían en demostrarme que no estaba solo. Cuando estaba con ellos, dejaba de ser el zombie en el que me había convertido y pequeñas sonrisas fluían en la compañía de cada uno, mas lo que realmente si me sacaba de mi estado depresivo y sonrisas enormes, eran las visitas del pequeño Mew.
Mew en ocasiones escapaba de clases, tomaba dos autobuses, corría unas cuantas calles y llegaba frente a la gran reja de la Universidad en que estudiaba. Su delicada y pequeña figura vestida en aquel uniforme escolar llamaba la atención de muchos, y yo por su puesto corría en su protección. Intente ser severo con él la primera vez que lo hizo, le dije lo peligroso que eran las calles, que no debía salir sin un adulto, sin embargo, ver sus ojitos acuosos y las palabras que salieron de sus labios, lograron que verdaderamente no me sintiera solo. Aún después de tantos años puedo recordarlas.

" sé que no puedo entender la carga que llevas, ni siquiera puedo llegar a imaginar perder a papá, a mamá o mi hermano Tong - sus dedos apretaban los bordes de su camisa. El intentaba retener sus lágrimas con gran esfuerzo - Aún si no puedo llegar comprender por lo que estas pasando, ¡sí puedo verlo! Veo la tristeza en tu rostro, veo... ¡veo todo el dolor que llevas! -

justo como en aquel cementerio, corrió hacia mí y sus delgados brazos se enrollaron en mi cintura. Cortos espasmos sacudían su delicada silueta. Él seguía llorando por mí, por ambos - jamás remplazare a tus papás, pero déjame cuidarte como tú lo has hecho por mi durante estos años. Déjame ser tú apoyo y familia como tú lo has sido para mí".

Que serenas palabras dijiste aquel día mi pequeño Mew. Si no hubiera sido por ti, de seguro yo ... que efímero hubiera sido mi vida.
Después de aquel encuentro, lleve a Mew a comer un helado y le prometí que estaría bien, por mí, por él, porque aún deseaba seguir protegiendo lo. Al convencerlo de que todo mejoraría, llame a mi amigo Tong que contestó histérico al no encontrar a su hermanito, yo le dije que estaba conmigo y eso lo calmo de inmediato. Lleve al pequeño Mew con su hermano que lo riño por desaparecer sin dar razón, aunque intente echarme la culpa, Mew negó mi participación en su escapada. Le hice prometer a cambio de mi promesa a Mew que no volviera huir sin dar razón de su hermano o padres, que si quería verme llamaría desde el número de Tong y yo vendría de inmediato.

Motivado salí de nuevo en busca de trabajo, que poco me duro la dicha. Dos semanas después de negativas y negativas, en la última cafetería que había visitado y había sido rechazado, pedí un refresco y algo de comida. Ese día no saldría a ningún lugar más, estaba tan agotado y aburrido. La carrera de Medicina era absorbente, los examen y trabajos eran demasiados, mi cabeza me retumbaba por la falta de sueño y comida, mis ojos tenían unas grandes bolsas, mi piel estaba extremadamente pálida y mi contextura algo marcada había casi desaparecido. Daba más la imagen de un ser derrotado y vacío ¿Cuánto mas aguantaría de esta manera?, aún tenía dinero, pero, ¿cuánto tiempo me duraría?

¿Mis padres estarían decepcionados de mí?

- ¡cof!- una tos completamente falsa atrajo mi atención.

una mujer de cabello corto rojizo, labios del color de su cabello, un maquillaje en tonos oscuros, piel caramelo, estatura pequeña y vestida con un sensual traje Ejecutivo pegado a todas sus curvas, me sonreían frente a mi mesa.

- vaya, de cerca tienes un aspecto aún más terrible - comentó la mujer burlonamente. Yo permanecí callado ante sus palabras. Estaba tan fuera de mis emociones que no me importa lo que dijera de mí. Ella puso sus manos sobre la mesa y se inclinó hasta quedar a un escaso espacio entre nosotros. Yo seguí imperturbable - pero me gusta la profundidad de tus ojos - ella tomó mi mentón bruscamente - están tan huecos, como tú - ella alargó sus labios en una sonrisa gatuna - tú trabajaras para mí.

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Buenas noches.

Se que desapareci mucho tiempo, pero en otro capítulo espero poder hablar mas con ustedes. Por el momento solo puedo disculparme de corazón.
Lo siento 😭.

Cuídense, los extrañe y Feliz año nuevo 💓❤❤❤.

PET II - El limite de la muerte, es la fuerza de nuestro amor -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora