CAPÍTULO 5

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En la otra punta de la ciudad se encontraban Cárter y Alec, buscando provisiones para el largo trayecto que les esperaba.Habían ido a todos los supermercados y gasolineras en un radio que habían trazado para abastecerse por lo menos tres meses.

Alec conducía un Mercedes Vito de color blanco y su copiloto no paraba de mirar por su retrovisor.

         —Cárter, nadie nos persigue—aseguró Alec con un tono pausado.

         —Tengo un mal presentimiento— Cárter miró hacia Alec que estaba concentrado en la carretera, absurdo para él porque estaban solos en la ciudad, sin mencionar a los Sfongs y los Cavenen.

          —¿Cómo sigue tu brazo?—le preguntó Alec.

Hace dos días se enfrentaron a un Cavenen que se hizo pasar por uno de ellos, pero Alec fue lo suficientemente rápido para darse cuenta de las manchas que veía sobre el cuello de la camisa.Cogió su machete y le cortó el cuello no antes que el Cavenen le mordiera el brazo a Cárter como un perro rabioso.

           —Todavía no puedo moverlo, me arde el brazo— contestó Cárter enfadado consigo mismo porque sabía que era su brazo bueno y no podría defenderse igual si les volvían a atacar.

            —¿Quieres que volvamos al piso?— Alec paró en seco el coche y apagó el motor.

             —Ni de coña, necesitamos la gasolina para la caravana— Cárter lo miró desafiante y Alec volvió a arrancar el motor.

             —Tú mismo, sólo nos falta una gasolinera—Alec ojeo el mapa, tacho una X con el rotulador y se lo devolvió a Cárter. La gasolinera se encontraba al inicio de la montaña, sabían perfectamente que allí vivían los Sfongs pero no tenían otra alternativa si no querían quedarse más tarde tirados en mitad de una carretera abandonada de la mano de Dios.

Entraron en la gasolinera y empezaron a meter comida enlatada en una bolsa negra de basura y cinco bidones de gasolina en el maletero.Intentaron hacer hueco ya que el coche iba lleno hasta los topes.Un mezcla de sonido entre un aullido y gruñido,les pusieron los pelos como escarpias.Estaban ahí, los Sfongs, era su llamada para que viniera su asquerosa manada a comérselos vivos. Alec sacó las llaves de su bolsillo trasero tan rápido que se le resbalaron de sus mano y cayó a una alcantarilla.

             —Joder—masculló Cárter—metete en el coche—le señaló con la cabeza el asiento del copiloto.

             —Pero Cárter, tu brazo, Eem—le cortó.

             —¿Acaso sabes hacer un puto puente al coche? ¿A qué no? Olvídate de mi brazo y metete en el puñetero coche— Alec le obedeció sin rechistar.

Cárter hizo un puente con sus conocimientos, puso primera y empezó acelerar como un desquiciado y a cambiar de marchas. Por el retrovisor trasero observaba cómo se acercaban a cuatro patas los Sfongs.

             —¡Acelera!—gritó Alec.

Cárter primero miro Alec con cara de preocupación, sabía que le estaban rodeando por todos los lados del vehículo, segundos después desvío la mirada a una mochila deporte de color negro que se encontraba en el salpicadero del coche.

            —Nos están rodeando, coge la mochila—le ordena Cárter a Alec.

Alec abrió la mochila y había un pupurri de armas y munición. No sabía qué arma escoger, estaba bloqueado.

           —¡Las granadas!—dijo Cárter fuera de sí—¡Espabila, nos están pisando los talones!.

           —¡Voy!—Alec volvió en sí y rebuscó hasta encontrar dos granadas.

           —Solo hay dos—replicó Alec.

          —Suficiente, dame una—Cárter le tiende la mano y recoge la granada.

          — A la de tres la tiramos por la ventanilla hacia atrás— Cárter y Alec cruzan las miradas y asienten.

         —UNO,DOS,TRES...— tiran simultáneamente la granada y segundos después se escucha un sonido ensordecedor y dos explosiones a los laterales de la carretera. Cárter pierde el control del vehículo saliéndose de la carretera chocando contra un panel de publicidad.

LA NUEVA ERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora