Capítulo tres

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El calor del sol comenzó a entrar por la mañana, cuando desperté esperaba que ella estuviera a mi lado, pero cuando no la vi me imaginé que se había ido a su habitación asi que baje a desayunar

—Buenos días Margareth, ¿Donde está la vizcondesa?

—Salio Vizconde.

—¿A dónde?

—Lady Anna le envío una invitación para el desayuno.

—¿Está con la Baronesa?

***

—Gracias por la invitación.

—No es nada.

—El Baron ¿Está en casa? Me gustaría saludarlo.

—Por desgracia no, el no está.

—Entiendo.

—Bueno, Vizcondesa yo, hay un tema que me gustaría hablar con usted.

—Por supuesto —tome asiento en la mesa mientras Lady Anna me servía un poco de té.

—Vera, agradezco mucho su invitación por la cena, pero le aconsejo que no vuelva a hacer eso con dobles intenciones.

—¿Dobles intenciones?

—Si, no se que problema tiene conmigo pero debería abstenerse de hacer comentarios que se podrían malinterpretar.

—Por favor Lady Anna, dígame qué cosa que yo haya dicho la incómodo tanto, como para que me hable con tal poca civilidad.

—¿Poca civilidad? Quiero que sepa que la estoy tratando de la misma manera en la que usted me trató, ¿Se siente humillada? Yo me sentí así en su cena.

—¿Seguirá con su moral en alto?

—¿Que quiere decir? Yo no le falte al respeto de una mala manera.

—¿Tener un amorío con mi esposo no lo considera faltarme al respeto?

Las manos de Lady Anna se cerraron en un forma de puño y bajo la vista hacia su taza de té

—No se a que se refiere.

—¿Va a hacerse la desentendida? Soy muy consiente que usted frecuenta a mi esposo Lady Anna, ¿Y dice que yo la ofendí? ¿Sabe lo ofendida que yo estoy?

—No tiene derecho a reclamarme nada, Matthew y yo éramos amantes antes de que ustedes se casarán.

—Tal vez así era, pero ahora yo soy su esposa, y como una mujer casada debería tener dignidad.

—¿Usted conoce esa palabra Lady Mercy? —Lady Mercy, está llamándome por mi título de soltera.

—La conozco muy bien Lady Anna, usted es una mujer casada, es demasiado impropio que...

—¿Impropio? ¿No le parece a usted impropio venir a casas ajenas a hacer tal escándalo?

—Usted como anfitriona tiene la culpa de esta discusión, yo no habría mencionado su amorío con mi esposo si usted no hubiera insinuado que tenía un problema con usted.

—Creo que debería irse, no tiene caso que esté aquí.

—Coincido con usted, gracias por el "Desayuno" espero que usted respete mi matrimonio tanto como debe respetar el suyo.

Y antes de que la discusión siguiera le di la espalda hacia la salida.
Tal vez fui tonta al venir y esperar ser tratada de una buena manera, pero no dejaría que un mal momento arruinara la mañana, aunque, mientras iba en el carruaje con destino a mi siguiente dirección ya presentía que la mañana se haría más amarga.

𝓤𝓷 𝓑𝓾𝓮𝓷 𝓜𝓪𝓽𝓻𝓲𝓶𝓸𝓷𝓲𝓸 {Nueva Edición}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora