Chris Evans (III parte)

80 5 2
                                    

(Estaría bueno que cuando lean reproduzcan la canción es hermosa)

Un fogoso escalofrío me transitó lentamente, anticipando una vibración que hizo vibrar a mi corazón, los brazos de Chris con las copas de rubia bebida en sus manos, se cruzaron ante mis ojos. Él apoyó los cristales en el barandal y me abrazó desde atrás a traición, como a mí me gusta que lo haga consiguiendo que el horizonte que antes me había fascinado ahora se desdibujara, desapareciendo.
Cerré mis párpados para derretirme en su abrazo. Me sentí atrapada amorosamente por un efusivo remolino de mariposas enrollando mi cuerpo. Sus labios, formados por dos pétalos de rosas, dulces, suaves y fuertes a la vez se juntaron con los míos, siempre en constante cariño hacia los suyos. Un sutil roce de ellos, me recordó a quien le pertenecía luego los alejó fugazmente para desheredarme, aunque fuera por breves segundos de su amor carnal, un mínimo escarmiento por apartar mi vista de él al pretender mirar la noche, me sentía una reina entre sus brazos y agasajaba ante mi soberano.
Chris conseguía separar a mis dos mitades con su fogosidad.
Durante su buceo por mis ojos, me preguntaba:

¿Estás bien, mi Amor?》 Con voz grave y un sin número de chispas de ternura.
Yo, le conteste:
Claro que sí, Mi Vida, estoy a tu lado
Justificando con mi débil voz y miles de suspiros, amarrando sus oídos y remolcándolo nuevamente a mi boca.
Nos besábamos y yo giré mi cuerpo lentamente para estar bien en frente suyo, disfrutando de todo lo que representaba para mí. Me colgué de su cuello para asegurarme a algo firme mientras me hacía volar con su cuerpo ligado al mío.
El sonido de las personas gritando y festejando se acalló, los colores de la noche, se diluyeron en sus besos y todo lo que nos acordonaba a la Tierra, se desencadenó, desenredándonos para gozar de nuestro propio universo.
De a poco, el entorno volvió a ocupar su lugar ambos dejamos de flagelarnos con tanta desesperación de llegar más allá de lo que nuestros labios nos concedían, debíamos dejar algo para más tarde... una vez que el gnomo navideño emprendiera su rumbo a otra latitud o no.
Repentinamente, recordamos nuestras finas copas del mirador. Allí estaban ellas, abandonadas del calor de sus manos, pero aún así espumando en la plenitud del brillo ámbar del champagne.
Él volvió a tomarlas a ambas y una la acercó hasta mis manos, aún temblando todavía no me acostumbraba a no desfallecer cuando me tocaba.
Un pequeño brindis antes de perder el elixir de los dioses en nuestras bocas, un guiño de su ojo izquierdo más una remontada de su ceja derecha, hizo arder mi realidad volviendo una braza a mi garganta que se aferró a cada gota del espumante al pasar por ella.
Miles de pequeñísimas pompas del líquido se deshacían al colisionar con mi nariz al sorberlo. Chris sonreía al ver que me producía cosquilleo esa reacción en cadena de la bebida.
Con delicadeza, se avecinó hasta la mesa y trajo entre sus manos a dos de las exquisiteces de la cena.

¿Dulce o salado?...Escoge, Amor》lo dijo de una forma seductora, entrando por mis pupilas para conocer de antemano mi respuesta.
Él sabía que mi debilidad eran los salados para aquella noche decidí sorprenderlo con una retórica que nos definía como pareja, como amantes y compañeros:

Dulce, Vida... como lo eres tú y todo lo que me has dado en todo este tiempo》Le susurraba segura, sin dejar de mirarlo. Christopher buscando la frase que me postrara por enésima vez alegó:
Entonces, tú me darás de probar el canapé salado que representa lo que tú eres Amor, sal en mi vida, el condimento indispensable para seguir vivo y a tu lado
Sus palabras, lacraron mis labios un sollozo amordazó feroz a mis cuerdas vocales y se reunió con las campanadas de medianoche anunciando el año nuevo.
Chris enseguida, se apresuró a levantarme entre sus brazos, alzándome desde debajo de mis nalgas envainadas en ese vestido del encaje, dejando que me deslizara desde lo alto sobre su figura, haciendo de nuestras miradas una sola y escuchar entre los estrépitos de los artificios en el cielo, unos:
Feliz Año nuevo, Amor mío!
Y Chris respondio:
Soy el hombre más afortunado del mundo porque tengo a mi lado a la persona más maravillosa de todo el universo. Aquella que me brinda su amor incondicional y siempre está junto a mí para apoyarme. No dudes ni por un momento que siempre estaré contigo y que tendremos el mejor año de nuestras vidas. Algo muy bueno hice hace unos dos años pasados para encontrar a una persona tan valiosa como tú en mi camino, corazón te amo feliz año nuevo soy feliz a tu lado》❤
Olvidamos los alimentos y nos volvimos a fusionar en un beso eterno y un abrazo sin final. Mis lágrimas, brotaban de felicidad y resplandecían en mis mejillas, como las estrellas en conjunto fosforescían con los cientos de fuegos artificiales que deslumbraban en el cielo
Chris abandono mis labios y me miraba sonriente, veía en sus ojos que quería entregarme su obsequio, diciéndome:
Ven, vamos adentro, quiero darte mi regalo!》En tono juvenil y maduro. Yo, aún quería sentir el sabor de sus labios, pero accedí, después de todo, estaba mucho más anhelante que él.
Entramos rápidamente a la sala donde el pino estaba encendido con sus lucecitas de colores, como pequeños fuimos hasta donde dos cajitas, una en papel con mariposas, el regalo para mí y la otra con envoltorio en papel con minúsculas estrellas mi presente para él.
Los dos, tomamos el regalo que nos correspondía hacer y nos lo intercambiamos. Ninguno pudo esperar a que el otro lo abriera primero, aunque no perdíamos oportunidad de saber la reacción del que llegara antes al objeto que teniamos en mano.
Ambos, lo hicimos al mismo tiempo y dejamos escapar un suspiro y una mirada, buscándonos.
Estábamos desconcertados y conmocionados, ante cada elemento. Otra vez, la coincidencia se hacía presente, otra vez la casualidad hacía de las suyas, aunque las casualidades no existen.
En la quietud de la habitación, yo sacaba del interior del cofrecito, una cadena con un colgante de oro que dibujaba un círculo conteniendo a un corazón, símbolos que personificaban a la Vida y al Amor respectivamente y nuestra inicial por atrás
Christopher, en su ya conocida manera de manifestar ideas a través de los regalos había logrado hacerme sonreír en ellos. Y yo por medio de la palabra, había hecho grabar en una medalla junto a una dorada cadena: Amor, vida y nuestras iniciales en ella
Todo estaba dicho, más allá de las sincronía en la coloración de la vestimenta y en la de los dones para cada uno, la idea que flotaba era que llegábamos a pensar casi igual, como si los dos conformáramos una misma mente y un mismo corazón, pero conservando nuestras individualidades.
Sin decir palabras y con sonrisas estampadas en el rostro, él colocó la cadena en mi cuello después yo lo enlacé con los diminutos eslabones de oro.
Chris se arrimó a mi oído y me dijo con dulzura:

¿Vamos afuera, a mirar el show de fuegos para el año nuevo?
Yo, contesté:
asintiendo con mi cabeza, sumiéndome en el calor desprendido de su cuerpo.
Nos dimos de la mano hacia la puerta ventana que se abría a la terraza. Yo, salí primero sin soltar su mano pero inesperadamente Christopher me haló de nuevo hasta donde él se había detenido, justo en medio de la puerta y mirando hacia arriba,con un gesto me señaló el muérdago que pendía del dintel de la abertura y rememoré lo que reza la tradición celta: cuando una pareja pasa por debajo de esas mágicas hojitas recortadas en forma caprichosa por la Naturaleza y de ese fruto rojizo que llama la atención por su vivacidad, deben darse un beso eso sella un año de amor e invoca a que cupido nunca descuide a los enamorados.
Por supuesto, cumplimos con esa antigua tradición una excusa más para volver a sentir sus labios transitando mi boca, siempre codiciosa de su delicioso sabor.
Luego, volvimos al exterior del balcón y juntos y abrazados disfrutamos de las estruendosas explosiones de las distintas gamas de colores, celebrando la alegría de estar un nuevo año y viviendo este amor que no tenía explicación.
Me amarré a su cintura, apoyando mi cabeza en la suave camisa azul marino que cuidaba su piel de mi respiración abrasadora, Chris me aprisionó con uno de sus brazos desde mi talle y con la otra, acarició mi rostro cuando mirábamos el espectáculo.
Nada en este mundo me hacía más feliz que estar ahí con él. Vertí mis lágrimas y la brisa se encargó pronto en disiparlas, cuando le rogué a Dios por larga Vida e inmortal Amor para poder disfrutar de lo que Chris es para mí:

El Amor mas dulce de mi vida

Feliz Año Nuevo!!! ❤

Gracias de corazón por leer esta historia que es única y llena de amor!!!
Espero que todos sus sueños se cumplan en este nuevo año nos vemos pronto con más historias. 😘💖





















One Shots de Chris Evans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora