Harry se observó en el espejo por décima vez en lo que llevaban de tarde. A penas quedaban diez minutos para que Louis llegara a su casa como habían acordado, y ya se sentía flaquear por momentos.
Estaba nervioso, y eso era evidente. No tenía ni idea de lo que él tenía que decirle, así como tampoco la tenía de lo que pasaría a continuación.
Si continuarían como siempre, o si su relación de amistad daría un vuelco de ciento ochenta grados ante todo lo ocurrido aquella misma noche. Tenía miedo por lo que pudiera pasar, y no se escondía de ello.
Tan solo esperaba que, su mejor amigo, estuviera dispuesto a escuchar. A razonar con él, y a no cerrarse ante la posibilidad de continuar como lo que siempre habían sido.
Sintió como su corazón dio un vuelco cuando el sonido del timbre resonó en sus oídos con intensidad. Estaba ahí, estaba detrás de la puerta que los separaba a ambos. Su mejor amigo estaba fuera de su casa, esperando a que lo abriera.
Quizás fue ese el pensamiento que casi provocó su caída mientras bajaba por las escaleras. Nervioso, tembloroso. Sintiendo como su corazón latía con fuerza a medida que se acercaba a la puerta.
Le tomó unos segundos retomar el control de su respiración cuando se encontró con la mano apoyada sobre el pomo. Pero el timbre sonó por segunda vez haciéndolo estremecer.
—H...hola. —titubeó el menor cuando abrió la puerta. El ojiazul lo miró con diversión.
—Hola, rizado.
Resopló cuando entró en su casa cómo si fuera uno más de la familia.
«Caradura» pensó.
No fue hasta que ya se encontraban sentados sobre el sofá del salón, que Harry se decidió a hablar.
—¿Qué querías? —preguntó directo. Jugueteaba con sus dedos en un intento de no mirarlo, y su voz prendió de un hilo mientras esperaba su respuesta. Louis lo miró.
—Sé que no estabas borracho. —confesó sin más.
Harry sintió sus mejillas arder.
—¿Qué? mentira, sí que lo estaba.
—No, no lo estabas. Vi como vaciaste tu botella de alcohol en la planta del bar, para solo beber bebidas complementarias. —sonrió con picardía.
—Estás delirando.
—¿Ah sí? —lo retó.
—Además, si tanto te acuerdas, será porque tú tampoco lo estabas, ¿no? —trató de justificarse.
—Exacto.
Louis no fue capaz de reprimir una enorme carcajada al ver la mirada de asombro de su mejor amigo, quien de tan abiertos que tenía sus ojos, casi podría haber jurado que se le iban a salir.
—¡¿Qué?!
—Oh vamos, no me jodas. Ni siquiera sabías a alcohol cuando nos besábamos.
—T...tú tampoco. —recordó.
—¿Qué estamos haciendo, Harry? —lo miró.
El rizado tuvo que permanecer unos segundos cabizbajo para reunir el suficiente valor como para mirarlo a los ojos, encontrándose una mirada rota en cuanto se atrevió a mirarlo.
Ninguno dijo nada. Harry ni siquiera pensó una respuesta razonable, olvidándose de todo en el transcurso de unos míseros segundos que muy largos se hicieron bajo su parecer. Louis, por su contra, se inquietó esperando una respuesta que jamás iba a llegar.

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¿Jugamos?
FanfictionDónde dos mejores amigos de la infancia, viven perdidamente enamorados el uno del otro sin ser ninguno consciente. Y, también, donde un Louis de 22 le propone a un Harry de 20 jugar a un juego que lo cambiará todo, hasta el punto de hacerles replant...