8- Vida

262 28 21
                                    

Buenos días.- Le sonreí.

Beto tenía un suéter de lana y se veía más rojo de lo normal.

¿Vuelves a venir? Ya son tres días seguidos.- Caminó a la sala, dejándome entrar.

Quiero cuidarte correctamente.- Sonreí.

Cerré la puerta detrás mío, para después seguirlo hasta la sala.

¿Qué trajiste hoy?.- Me miró de arriba a abajo, con las manos en su cintura.

Dulces, ayer dijiste que tenías ganas de chocolates.- Le di la caja de chocolates.

¡Oh! Esos se ven muy caros.- Abrió los ojos, sentándose en el sofá.

Abrió la caja, probando uno de los chocolates.

¡Wow!.- Parece un niño pequeño, probando sabores que jamás había sentido.

¿Te gustaron?.- Me senté a su lado.

Asintió rápidamente.

Le coloqué un pequeño ramo de paniculatas y lavanda en el regazo.

Vas a llenar mi casa de flores.- Soltó una risita, acariciando el papel con el que estaban envueltas.

Traje uno pequeño para no volver tu casa una floristería.-

Gracias.- Sonrió, viéndome a los ojos.

¿Cómo te sientes hoy?.-

Aún es difícil, a veces me da calentura, pero... Hasta ahora me siento bien.-

Toqué su frente, para ver su temperatura corporal.

Está caliente.

Dios, estás hirviendo.- Tomé la caja de chocolates quitándoselas de las manos y ponerla en la mesita de la sala.

Lo tomé de la cintura, para cargarlo.

Hey... Puedo caminar.- Hizo un puchero, moviendo los pies como loco.

Déjese querer.- Le di una nalgada, provocándole un sonrojo de su parte.

Finalmente dejó de forcejear abrazándome con fuerza.

Eres malo.- Susurró, apretándose en mi cuello.

Solté una risita, besando su mejilla.

Lo dejé caer en su cama. Para después quitarle su suéter.

Me miró algo avergonzado.

¿Vas a tomar ventaja sobre un hombre enfermo?.- Cubría su pecho con sus brazos, avergonzado.

¡Claro que no!, ¿Por quien me tomas?.- Volteé los ojos, sobre exagerando mi reacción.

Abrí su closet para sacar alguna playera más fresca y holgada, para colocársela cuidadosamente.

Recuéstate, voy a traer agua fresca para ponerte un paño en la frente.- Lo ayudé a acostarse, poniéndole un sabana encima, besé su mejilla.

Me tratas como un enfermo terminal.- Trató de quitarse la sabana pero lo detuve.

No quiero que te sientas mal por mi culpa, déjate cuidar ¿Si?.- Sonreí tristemente.

Acarició mi mejilla.

Está bien.-

Besé sus labios, para después salir de la habitación.

Busqué un trapo para ponerle agua fresca y un plato hondo para dejar algo de agua allí.

Solamente tú ; Omegaverse ; RobarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora