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Los días siguientes el pecoso había peleado mucho con Chan, no quería verlo, él siempre había sido cuidadoso y le tenía un poco de rencor por haber dejado que lo hicieran sin condón, aunque sabía que en el fondo era solo una excusa porque con Changbin tampoco se había cuidado todas las veces y nunca pensó en las consecuencias, se sentía estúpido e irresponsable pero solo le quedaba mirar al futuro. Su amante le había ofrecido vivir con él pero la sonrisa, aunque ahora muy triste, de Chan le dificultaba todo. No quería estar con él pero saber que iba a sufrir le generaba mucha angustia.

Una semana después de saber el estado en el que se encontraba volvieron a verse con Changbin, era temprano en la mañana. Llegaron a una clínica en el centro de Seúl donde los atendió una doctora de forma muy amable y aunque Felix estaba nervioso los dedos de su acompañante sobre su mano lo calmaron inmensamente. Luego de unas pocas indicaciones y unas pastillas volvieron a la casa del pelinegro a descansar y esperar, esperar que pase rápido este momento y casi rezando para que Chan no envié muchos mensajes o pregunte demasiado.

Se mantuvieron acostados solo levantándose para comer, el hecho de ser fin de semana y que ninguno tuviera trabajo o estudio los hizo relajarse. Hubo algunos viajes al baño, un poco de preocupación del menor pero nada que no se solucionara con el inmenso apoyo y dedicación que Changbin le dió en cada momento durante dos días.

Sus besos, sus abrazos, su comida (de delivery pero comida al fin), sus masajes, el saber que se mantuvo en contacto con Han y Minho, que estaban muy preocupados pero la situación los agarró en un viaje de estudio que era en Japón; viaje al que el australiano no asistió para no gastar dinero.

Todo lo que pasó con Changbin solo hizo que Felix entendiera lo enamorado que estaba y la necesidad de dejar a Chan definitivamente.

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Cuando acabaron los dolores y el sangrado, Felix decidió volver a su departamento y lo primero que hizo fue llamar a Chan.

El pálido llegó muy rápido a la entrada con sus valijas.

-¿Qué es eso?- preguntó el pecoso verdaderamente confundido.

-Son tus cosas, agarralas y vete-

-¿Qué pasa Chan?¿Por qué haces esto?

-¿Esto? ¡Te estoy haciendo un favor imbécil!¡Te abrí las puertas de mi casa y ahora no quiero verte más aquí!- dijo gritando y empujándolo, Felix entendió.

-Lo siento...-

-Te vi con él, entrando a un lindo edificio abrazados y te besó; y yo aquí como idiota pensando que entrenabas mucho- mientras decía eso el mayor derramó unas lágrimas y el rubio también.

-Lo siento mucho Chan, no sabía como detener esto pero mi intención no era herirte-

-Eso es lo peor, lo sé, no pensaste en herirme porque en estas semanas ni siquiera pensaste en mí- Lo arrastró lentamente a la puerta y solo se miraron, Felix no quería que las cosas fueran así, su corazón se arrugó por haber lastimado a una buena persona pero las cosas habían cambiado y solo pudo volver a disculparse antes que el mayor le cerrara la puerta en la cara.

Se limpió el rostro y con sus valijas volvió al lugar donde, al menos hasta ahora, siempre lo esperaban con los brazos abiertos.

Abrió la puerta con la llave que le había sido cedida en total confianza e ingresó directo al sillón a esperar para ver si era bien recibido o tenía que dormir en el futón de Minho cuando éste regresara y taparse los oídos para no oír sus cochinadas.

No quiso mandarle un mensaje por miedo, no había hecho las cosas bien pero que lo corrieran dos veces en un día lo asustaba.

Las horas pasaron y el protagonista de esta historia se había quedado dormido, fue la primera vez en semanas que dormía sin despertarse varias veces y lo que lo despertó esta vez fue una mano en su mejilla y un rostro muy cerca del suyo.

-Me echaron- dijo y sonrió intentando disimular lo afectado que estaba - déjame quedarme hoy, ahora estoy sin trabajo y con el dinero de mis padres pago la media beca, cuando los chicos vuelvan...-

-No te vas a ir- interrumpió el azabache - No si no quieres, si te quieres quedar toda tu vida hasta que te canses de mi hazlo, por fin te tengo acá no te voy a soltar- terminó de hablar y lo besó en la mejilla. Se sentaron en el sillón y Felix le contó lo que pasó, el otro le pidió disculpas por haberlo besado en la calle y le preguntó si no lo había lastimado, el australiano negó efusivamente mientras lo abrazaba y besaba su cuello, Chan se podía haber enojado pero era una de la personas más buenas que conoció y esperaba en el futuro verlo bien y que no lo odie tanto. Sus pensamientos se dispersaron cuando su chico lo alzó y lo recostó en la cama, quería seguir la sesión de besos pero lo detuvieron -Todavía tienes que descansar- así que Felix bajó la calentura que tenía siempre que veía esos ojos rasgados e intensos y se recostaron mirándose.

-Es muy triste saber que todo terminó mal con tu novio pero estoy feliz porque volviste conmigo, por pensar en mi aunque no sé cocinar ni callarme cuando los niños me molestan en el cine ni hablar sin gritar, te amo mucho desde que te vi mirando pesas confundido; tus pecas y tu naricita me volvieron loco y nadie me había dado ganas de dormir juntos y reír como tonto como hago contigo- Felix no se pudo contener y lloró, sus emociones eran muchas pero se sintió tan agradecido con la vida por tener a alguien así al lado y se prometió velar por la felicidad de ese hombre que lo volvía loco de amor y esperar por una larga vida para ambos.

Iba a cuidar ese amor que revolucionó su vida. 

                                                                                               FIN

VITA - ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora