Entre tus palabras y mis telas

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Hacía tiempo que ese grupo de amigos no se reunía, se habían conocido en la secundaria y enseguida se convirtieron en un grupo inseparables. Pero eso cambió, cuando llegó la universidad cada uno se fue por su lado. Al principio mantuvieron el contacto pero poco a poco se fueron distanciando. Algunos de ellos llegaron a tener mucho éxito, como Magnus Bane, el gran diseñador de modas o Catarina Loss, la mejor cirujana del momento; pero, aún así ser figuras públicas conocidas, nunca intentaron volver a hablar.

Al menos hasta que Ragnor Fell le pidió matrimonio a Rafael Santiago. Los dos únicos miembros del equipo que seguían juntos, y de qué manera. La pareja decidió contactar otra vez con sus mejores amigos, a los cuales no veían desde hacia unos 20 años. Les costó algunos meses, pero al final lo consiguieron.

Así que ahí estaban los 7. Catarina Loss, Magnus Bane, Rafael Santiago, Ragnor Fell, Will Herondale, Tessa Gray y Jem Castairs se encontraban en la mansión de Magnus Bane, charlando como si esos 20 años de separación hubiesen sido dos días.

Se explicaron las cosas más importantes que les habían pasado en esos años, riendo en algunos momentos, con alguna lágrima traicionera en otros. Todos tenían una buena vida, aunque no fuesen ricos y famosos como Catarina y Magnus.

Pasadas unas pocas horas y muchas botellas de whisky decidieron jugar a verdad o reto. Ese juego que era su favorito en la adolescencia. Al principio fue todo muy divertido, Tessa enseñó su tatuaje de una flor que tenía debajo del pecho, Catarina confesó que de pequeña tuvo un pequeño enamoramiento por el profesor de historia y más cosas absurdas. Todo iba genial hasta que la botella se direccionó para Magnus y lo le dejaron volver a escoger reto.

Al principio se quejó, alegando que esa norma era absurda, pero al final fue convencido por Jem. Y no era de extrañar, ya que siempre había tenido ese extraño poder con sus amigos.

Magnus se preparó para la pregunta, esperando lo peor. Pero Tessa  preguntó una cosa que le dejó boquiabierto. "Alguna vez te has enamorado de verdad?". Todos los demás rieron suavemente. Rafael negó por el, alegando que Magnus siempre había sido una persona que iba de cama en cama y que los únicos noviazgos que había tenido en secundaria y de los que los medios informaban, no llegaban a los dos meses. Jem estuvo más o menos de acuerdo, recordando una conversación que habían tenido al poco de acabar el instituto. Conversación en la que Magnus terminó llorando y le confesó que nunca se había enamorado de nadie y que las personas con las que se acostaba no eran más que relaciones de una noche. Todos estuvieron bromeando sobre eso, sobre que el Gran Magnus Bane nunca se había enamorado. Pero las risas se acabaron cuando notaron la expresión de su amigo.

Magnus se encontraba sentado en el suelo, con una mano frotando su pierna de forma nerviosa. No tenía ninguna sonrisa en los labios, la cual si tenía hacia pocos minutos, y sus ojos se notaban demasiado apagados, incluso con el brillo provocado por la ebriedad del alcohol. Esa mirada no estaba enfocando nada, parecía perdida, como si su dueño estuviese desconectado del mundo, navegando en sus pensamientos.

Todos sus amigos lo miraron fijamente, preocupados y sorprendidos a la vez. No hacía falta decirlo en voz alta, todos estaban pensando en lo mismo: "¿Magnus Bane de verdad se ha enamorado?".

Magnus pareció salir del trance en el momento en que la mano de su amiga le acarició el hombro. Miro a sus acompañantes uno a uno, analizando sus expresiones. Suspiró y directamente de la botella empezó a beber grandes tragos de whisky hasta que se la terminó. Todos lo miraban expectantes.

"Mis padres nunca se quisieron, ni siquiera se porque llegaron a casarse. Pero el punto es que me tuvieron a mi. No creo que de verdad les preocupase como me encontraba o que hacía, ya que las pocas veces que estuvieron conmigo me ignoraban o trataban de una forma fría. Prácticamente me crío Luke, nuestro mayordomo. A el si lo recuerdo sonreír, recuerdo cuando se quedaba conmigo hasta tarde viendo películas o cuando me llevaba a algún sitio. En ese momento no entendía porque me sacaba de casa tantas veces e íbamos a tantos lugares. Ahora sí lo entiendo, supongo que simplemente le quería ahorrar a un niño de 7 años el tener que escuchar como su padre tenía sexo, o peor aún, que algún día me hubiese dado cuenta de que nunca era con mi madre. Mi padre se fue de nuestra casa algunos años después, dejándonos a mi madre, a Luke y a mi sólos. Mi madre empezó a beber, no se muy bien el porque. Si no quería a mi padre ¿porqué hacer eso? ¿porqué beber y llorar todas las noches? Después fue cuando os conocí, aunque no lo sabíais en ese momento, me ayudábais, erais mi ruta de escape para no tener que llegar a casa y ver a mi madre borracha gritándole a Luke. Más tarde me empezé a acostar con mucha gente del instituto; y para qué negarlo, gente bastante más mayor. Ni se porqué empezé a hacerlo, pero lo que se es que no paraba porque por una noche me sentía querido y creía que era capaz de querer a alguien, aunque me engañaba a mi mismo. Buscaba a la persona correcta, la persona a la que quizás querer. Pero después de unos años me rendí, ninguna de esas personas me hablaba al día siguiente así que yo tampoco lo hacía. Traté de convencerme de que eso no era incorrecto, que estaba bien porque nunca encontraría el amor, porque este no existe. Me equivoqué, lo sé, pero pensar que era un simple adolescente que lo había pasado fatal y que nunca había presenciado lo que era el amor. Luke me quería, de eso estoy seguro. Pero en ese momento creí que simplemente me quería de una forma en la que un mayordomo quiere al señor de la casa, una preocupación por trabajo. Aunque como todo, más tarde descubrí lo muy equivocado que estaba. En la universidad había perdido del todo la pequeña esperanza de encontrar a alguien. Al menos fue así hasta que le conocí. Era un chico magnífico, un poco más bajo que yo y malditamente tierno. La primera vez que lo vi fue en un bar, el se veía un poco incómodo, pero sus ojos azules brillaban con la intensa luz que recaía en la barra. Llevaba un suéter horrible, desgastado por todas partes. Eso, y su desordenado pelo negro lo hacían ver como un pequeño ángel en aquel bar. Estuvimos hablando durante horas y al final nos dimos nuestros números. Me enteré que estaba estudiando literatura en la misma universidad que yo. Y así fue cuando empezamos a vernos cada día. Poco a poco y sin darme cuenta me fui enamorando de él. De sus sonrojos al mínimo halago que recibía, a su ropa desgastada y su forma de comportarse en público. De su gran talento para la escritura y la poesía. Al final se me confesó. No me podía creer que ese gran chico me quería. Después de unos meses de noviazgo lo invité a mi casa. Luke estaba feliz de conocer por fin al chico del que le hablaba siempre. Subimos a mi habitación y vimos algunas películas, jugamos a algunos juegos de mesa y hablamos. Y mientras yo hablaba de una anécdota graciosa sobre Luke, Alexander se me lanzó encima, besándome en los labios de forma ruda pero suave, demandante pero amable. Esa noche sentí cuan cálido y suave podía ser su tacto. Nunca llegué a pensar que estar con otra persona se pudiese sentir de esa forma, que alguien me pudiese hacer lo que el me hizo. Fue esa noche cuando entendí a lo que se refería la gente al hablar sobre la diferencia entre tener sexo y hacer el amor. Los dos nos entregamos al otro. Fue una experiencia única, inimaginable y romántica. Aún siento sus besos sobre mi piel y sus suspiros en cerca de mi oído. no recuerdo cuánto tiempo pasó, pero si que al terminar Alexander estaba apoyado totalmente en mi, abrazando mi pecho, nuestras piernas enredadas. El me sonreía de forma amable. Nunca había visto ese tipo de mirada, era profunda, brillante, una mirada que demostraba lo mucho que me amaba. Y yo lo amaba a él. Estaba jugando con su pelo cuando mi madre entró. Nos vio a ambos desnudos, pegados al otro y sonriendo. Se volvió completamente histérica. Empezó a chillar y llamó a Luke. Este entró a la habitación corriendo y cuando nos vio sonrió de forma amable. Alexander se despegó del todo de mí y mi madre empezó a insultarlo y a decirle que por su culpa yo me había vuelto un fenómeno. Al final me echó de casa. Tenía ahorrado bastante dinero y me pude comprar un pequeño piso. No he vuelto a ver a mi madre"

Magnus paró de narrar un rato, todos sus amigos lo miraban sin decir nada, algunos de ellos llorando. Magnus siguió sin levantar la vista, mirando su mano que jugaba con uno de sus múltiples anillos.

"Alexander se mostró un tanto inseguro sobre nuestra relación después de eso, pero al final lo convencí y nos mudamos juntos. Luke abandonó a mi madre y se fue con nosotros, dijo que no soportaba más estar en esa familia y que si se había quedado todos esos años era por mi. Qué me quería proteger y por eso se mudaba con nosotros. Los años que estuve con Alexander fueron maravillosos, casi nunca discutíamos y cuando lo hacíamos lo solucionamos rápidamente. Siempre estuvo de acuerdo con la fama que estaba empezando a ganar y no se molestaba cuando salía en los eventos con mujeres. Incluso lo prefería, ya que así no salía en la prensa. Ambos preferíamos quedarnos en casa a ver una película, charlar, jugar a algún juego de mesa, cocinar, hacer el amor... cualquier cosa, pero juntos. Alexander enseguida se llevó genial con Luke y los dos cuidaban de la casa, aunque Alexander se pasaba el día escribiendo. Muchas veces le tuve que obligar a ir a dormir en lugar de continuar escribiendo. Hará unos siete años, nos casamos. Los dos queríamos que la ceremonia fuese totalmente privada. En ese momento yo ya era una figura pública y si alguien de enteraba de que me iba a casar empezarían a molestar a Alexander y para nada quería eso, así que nos casamos en una pequeña celebración en la que el único testigo e invitado fue Luke. Todo era maravilloso, empezé a tener mucho más éxito y Alexander publicó su primera novela de muchas. Tengo la colección de 20 libros completa. Son todos hermosos y muy bien escritos, logran hacerme llorar cada vez que los leo. Porque al hacerlo, es como si estuviera leyendo el alma del amor de mi vida. Ahora me reconforta"

Nadie hablaba, pero todos pensaban exactamente lo mismo. Nadie se atrevía a preguntarle directamente a Magnus, pero este pareció entender la duda en las expresiones de sus amigos, así que se levantó poco a poco, aún sollozando y se fue por uno de los pasillos.

Al volver, lo hizo con una bandeja de plata y azul, alta por los bordes, logrando que ninguna cosa de las que se encontraba dentro cayese. Con mucho cuidado la dejó en medio de todos y sacó un libro llamado Lo que sea necesario. Abajo del título se podía leer Alexander Lightwood. El libro de encontraba en perfectas condiciones. Todos reconocieron el libro a los pocos segundos, ya que fue un best seller de hacia unos años. El mismo Will era un total fan de ese escritor y concretamente de ese libro, ya que era el primero que publicó. Nunca entendió la pequeña oración/dedicación que había al principio del libro, al menos hasta ahora, ya que después de que Magnus se lo contase todo, el bonito "Las letras son hermosas, son capaces de transmitir muchos sentimientos y sensaciones con solo mezclar letras, pero nada se compara a un simple trozo de tela en tus manos". Al comprender, Will empezó a llorar.

De la pequeña bandeja también sacó una serie de papelitos que cuando Magnus los enseñó bien, se dieron cuenta de que eran pequeñas cartas de amor escritas a mano. Por último, sacó una pequeña urna de color azul con algunos detalles plateados y bancos. La urna era envuelta por una tela preciosa de color blanco, que cerraba bien la tapa y aguantaba con firmeza un pequeño anillo dorado, uno que era exactamente igual al que llevaba Magnus en el dedo corazón.

Cuando Magnus volvió a dejar la urna en la bandeja y apartó está con una delicadeza infinita, sintió como 6 cuerpos llorosos se le lanzaban encima, abrazándolo y permitiéndole llorar desconsoladamente por el tiempo que necesitase.

ABC Malec  (One-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora