Capítulo 2

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-  ¿Qué te pasa? Te noto con mala cara -dice mi padre mientras que muerdo un cacho de pan- y apenas has comido nada.

-  No tengo mucha hambre- casi susurro y, cuando me doy cuenta, intento subir mi tono de voz sin lograrlo.

Termino de comer y subo a  mi habitación. Entro y la observo: hay cajas al lado del escritorio, pero son muy pocas. Me entretengo desempaquetando y para cuando he acabado son las 5. Decido colocarme en frente de la puerta de mi cuarto para tener mejor visión de este, y llego  a la conclusión de que he hecho un buen trabajo ordenándolo: en frente está la cama y a su derecha, hay una pared repleta de las fotografías que tanto me gustan. A su izquierda está la cómoda con unos cuantos perfumes y al lado de la puerta está el escritorio con mi portátil. Decido cogerlo y me siento en la cama con él en mi regazo. Incapaz de otra cosa, decido buscar  en internet Asesinato en WhiteWell, y entro en el primer link que da a una página local,  pero lo único que encuentro son todo rumores y especulaciones. De repente, algo vibra en mi bolsillo. Cojo mi móvil y miro los mensajes, tengo uno de Kara.

      ¿Te vienes al centro comercial? Estoy un poco mal por lo ocurrido.

Le contesto rápidamente y me visto: decido ir con unas manoletinas y  una falda de flores con una básica de manga corta blanca. En California siempre hace bastante calor. Cojo mi cámara de fotos, mi bolso y me preparo para bajar cuando algo pasa. Todo lo que hay en a mi alrededor parece desvanecerse y, de repente, es como si estuviera soñando. Ya no soy yo, sino otra persona. Voy corriendo por el jardín del instituto, huyendo de algo. Sigo así hasta que noto una presión en mi brazo, miro hacia arriba y veo el rostro de Thiago, luego, una oscuridad lo inunda todo.

Me despierto medio aturdida y consigo ponerme en pie. No sé qué acaba de pasar, parecía tan real... Decido no darle más vueltas con la excusa de que mi cabeza me juega una mala pasada y bajo por las escaleras hasta la entrada. Ahí, mi hermano pequeño está jugando con un camión mientras hace ruidos con su boca.

-¿Adónde vas?-me pregunta con recelo. Hoy tendría que cuidar de él, ya que mi padre trabaja, pero, con todo lo ocurrido, se me había olvidado completamente.

Una idea se abre paso en mi mente .Podría llevarle al centro comercial. No le pienso dejar aquí solo.

-Brad, ¿Qué tal si tú, yo, y una amiga vamos a dar una vuelta?-pregunto mientras que le revuelvo la melena rubia. A diferencia de mí, él ha salido a mi padre, mientras que yo, con mi cabello marrón y mis ojos verdes parezco haber sido cambiada al nacer.

- Vaaaale- dice él, mientras que extiende su mano, un gesto que indica que esto no me saldrá gratis. A pesar de sus 6 años, es muy espabilado.

- Toma-  dejo escapar una leve carcajada mientras que le doy un billete de juguete que llevaba en el bolso. Para mi hermano, todo es dinero. Sonríe satisfecho y, aunque no entraba en mis planes ir con él de compras, es mejor que llamar a una canguro para que le cuide.

Un rato después estamos en el centro comercial. Kara y yo decidimos tomar un café en un bar al lado de un parque infantil donde he dejado a Brad, por un cristal se le puede ver saltar y jugar con otros niños de su edad y no tardo en darme cuenta que su rostro ya está cubierto por gotas de sudor.

- Todavía no me puedo quitar de la cabeza la imagen de aquella pobre chica...- dice Kara desanimadamente. Aunque la acabo de conocer, tengo un presentimiento de que no muchas personas la ven triste alguna vez.

- Ya, te entiendo perfectamente. ¿Alguna novedad?- pregunto, mis palabras suenan casi ahogadas cuando empiezo a beber el café.

-  No, aunque seguramente no tarden en decir avances - a continuación me mira a los ojos y en el azul de estos se refleja duda, como si me quisiera contar algo pero no supiera si es lo correcto. - no es la primera vez que pasa. Mi padre es policía y por lo que sé, hemos recibido 3 llamadas este mes.

-   Pero ¿Qué te hace pensar que los homicidios están relacionados?

-   No te tendría que asustar con esto, Abby, pero siempre es lo mismo; cortes en los brazos y sangre brotando del cuello de la víctima.- Kara me deja de mirar y centra sus ojos en algo más allá de mi espalda.- Oh, oh.

Noto cómo se pone tiesa y algo en mí me hace entraren alerta. Giro mi cabeza y veo una figura corpulenta dirigiéndose hacia nosotras. No tardo en percatarme de quién se trata: Thiago. Cuando le miro es como si me recorriera la misma sensación que cuando iba a irme  al centro comercial y todo se volvió borroso.

- Hola, señoritas-dice mientras se quita un sombrero imaginario de la cabeza en modo de saludo. Tiene una gran sonrisa tensa, como si estuviera haciendo esto en contra de su voluntad- ¿Te puedo robar a tu acompañante un segundo?

La pregunta no iba dirigida a mí sino a Kara, quien me mira con un rostro repleto de alegría, como un niño pequeño el día de navidad. Me hace un gesto con la cabeza indicándome que está bien, asique me levanto mientras Thiago se dirige unas cuantas mesas a la derecha de donde me encuentro.

-  Creo que he sido un poco borde antes, lo siento- se disculpa mientras que pellizca el puente de su nariz  - es que me suenas bastante ¿No has estado por aquí antes?

Le miro a la cara y me doy cuenta de que es un chico bastante guapo: a parte de sus ojos amarillentos, tiene un pelo algo revuelto pero a la vez cuidado que le da un toque despreocupado, además tiene un cuerpo que se nota que trabaja. Los abdominales se le marcan debajo de la camiseta. Cuando vuelvo en mí creo que me he pasado demasiado tiempo observándole.

-  No pasa nada, yo siento lo mismo.  Pero creo que no puede ser, ya que yo nunca había oído de la existencia de Woodburn antes- consigo decir.

-  Estaremos equivocados los dos- contesta con una sonrisa, aunque sus ojos dicen lo contrario.- Si me disculpas, tengo tareas que hacer antes de mañana.

-   Sí, yo también- digo, y le veo alejarse.

Un rato después me despido de Kara y regreso con mi hermano a casa. Para cuando llegamos, mi padre ya está preparando la cena y huele a hamburguesa por toda la entrada. Con la excusa de ir a lavarme las manos me encierro en mi habitación y empiezo a reflexionar todo lo que ha pasado hoy. Un homicidio y resulta no ser el único. ¿Hay un asesino suelto? Y si es así ¿Por qué matar a esas personas, y, en el caso de hoy, a plena luz del día? Además tenía la impresión de estar volviéndome loca. ¿Era una visión lo que tuve o simplemente son alucinaciones? Decido tumbarme un rato en mi cama y cierro los ojos. Un haz de luz lo inunda todo y puedo escuchar los gritos de una mujer. Delante de mí está el cuerpo inerte de un bebé y noto cómo alguien se aproxima. Los chillidos cesan de repente y levanto la mirada hasta un espejo. Mi cara es la de un hombre de mediana edad. Oigo pasos a mi espalda y me giro descubriendo a una persona alta y delgada que parece estar buscando un objeto bastante importante

 - ¿Dónde está?-grita, enfurecido. Algo en su voz delata desesperación y tristeza. Yo señalo a un hueco del suelo de madera y veo como, lentamente, el hombre se va acercando y coge una caja con un misterioso reloj dentro. Algo en su rostro cambia. Puedo notar una cicatriz que recorre su cara pasando por su ojo izquierdo. Una sonrisa se va formando en la comisura de su boca mientras dice:

-El fin va a comenzar

Mi luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora