Capítulo 6

63 6 0
                                    

El sonido del despertador perfora el perfecto silencio de la mañana poniendo fin a la tortura. Llevo más días de los que puedo contar incapaz de conciliar el sueño, cada vez que cierro los ojos, el cuerpo inerte de aquella señora muerta entra en mis sueños, volviéndolos oscuros y tenebrosos.

Sé que no quiere decir nada, pero Kara lo lleva igual que yo. Lo noto en su mirada distante, parece que ahora ese velo de ignorancia ha dejado sus ojos para darle a conocer la realidad. Cada vez que hablamos es como si nos estuviéramos ocultando algo la una a la otra. Lo puedo sentir.

Me bajo al comedor, donde mi padre está sirviendo una taza con leche y cereales a mi hermano, que es el vivo rostro de la felicidad.

- ¿ Qué tal has dormido, cielo?- pregunta mi padre mirándome de arriba abajo, seguramente presenciando las bolsas de mis ojos que para él ya son familiares.- ¿Otra vez has dormido mal? Te voy a tener que llevar al médico si sigues así.- me tiende una taza de leche que acepto y me pongo a beber a sorbos.

- No, seguro que solo es una etapa de la adolescencia- digo con voz adormecida.

-Cuando yo tenía tu edad, mis hormonas también estaban alborotadas, pero nada me hacía perder el sueño.

- ¿Qué son las hormonas?- salta Brad con la boca llena, que hasta entonces había permanecido cayado y engullendo cereales.

-Algo que aprenderás en su debido momento- le contesta mi padre con una mueca de cariño. Se gira hacia mi- en cuanto a ti, hablaremos de esto luego, ahora al instituto.- me da un ligero beso en la frente y coge una bolsa de la mesa que más tarde mete en mi mochila.


Cuando llego a clase, me siento en mi pupitre y escondo mi cabeza entre los brazos. Noto como el cansancio me invade poco a poco, pero el timbre que resuena en el aula consigue que me despierte sobresaltándome.

Giro mi cabeza y me sorprendo con los amarillentos ojos de Thiago mirándome. ¿Es que no me puede dar un respiro?

Tiene el rostro lleno de preocupación y me está observando con cierta pena. Sus ojos se posan en la herida de mi cuello producida por los colmillos de aquel chico, suerte que la tengo tapada con vendaje.

Su mirada se llena de incomodidad y su cuerpo parece de repente más tenso.

- Eso no tiene importancia, es un simple rasguño- susurro lo suficientemente bajo como para que él me oiga.

- Últimamente te veo agotada- su voz es cálida,aunque puedo notar la presencia de algo más que no sé descifrar. Veo sus labios moverse y como esboza una sonrisa, pero no oigo nada.

Mi cuerpo pide que descanse, que concilie el sueño.

Su rostro empieza a volverse borroso y lo siguiente que veo es a él llevándome en brazos. Después, todo se sumerge en una oscuridad total.


-... desde hace por lo menos 4 días -dice una voz femenina a mi izquierda. Es difícil diferenciar de quién es, mis sentidos parecen estar obnubilados.

-¡ Pero que se le ha pasado por la cabeza!- exclama una familiar voz masculina- espera, está despierta.

Me incorporo en la cama y miro a mi alrededor. Una sensación de mareo se apodera de mí y por un instante, creo que voy a vomitar, pero cojo una bocanada de aire y me siento mejor. Estoy en el hospital, lo indican las paredes verdosas cubiertas de gotelé. Debe ser un hito en la historia, una chica nueva que en apenas un mes ya ha estado en la enfermería/hospital no una, sino dos veces.

-Te desmayaste, ¿Lo sabías?- dice Kara al borde de un ataque de pánico. No debe de ser agradable ver a tu amiga tan a menudo inconsciente.

- ¿Estás bien? Dejé el trabajo en cuanto me llamaron del instituto- mi padre pasa una mano por mi frente como si estuviera enferma. Yo se la retiro y le dedico una ligera sonrisa, aunque por la cara que pone, sé que no ha funcionado.

A mi derecha se encuentra Thiago, sentado en un sillón, con sus dedos adentrándose en ese brillante pelo castaño oscuro que le caracteriza y su cara está escondida entre sus brazos. Parece estar dormido.

- ¿Cuanto he estado... así?- pregunto sin apartar la mirada de Thiago, y por primera vez tengo miedo de saber la respuesta.

- 5 días- contesta mi padre y añade con su mirada puesta en el chico-ha estado aquí cada uno de ellos. Se sentía culpable porque te habías desmayado hablando con él. Ya le dije que se podía ir, pero insistió en quedarse. Ha sido de gran ayuda.

Algo en mi pecho crece al pensar en Thiago preocupándose por mí. Algo que me permite el lujo de alejarme de mis problemas o de mis pesadillas.


El pitido de mi pulso en la máquina que tengo a mi derecha incomoda a Kara. Lo sé por la forma en que la mira, como si fuera un extraterrestre y tuviera que ser eliminado de inmediato.

El médico dice que mañana estaré lista para marcharme del hospital si las pruebas salen bien. Hace unas horas Thiago se fue a comer algo después de preguntarme si estoy bien, pero todavía no ha regresado. Mientras, Kara está intentando librarme del aburrimiento.

-Concéntrate- dice imitando un acento extranjero- e imagina a tus pesadillas con una forma que se van alejando de tu cuerpo.

- Esto es absurdo, llevamos intentándolo desde hace por lo menos diez minutos y no ha surtido efecto.

Parece que ella se rinde y de repente su rostro se llena de preocupación.

-¿Qué pasa?- pregunto intrigada

- ¿ Qué crees que es lo que vimos matar a esa señora?- ahí está. Siempre he pensado que omitiríamos esta pregunta, pero era hora de hacerle frente a nuestros miedos.

-No lo sé... Era de noche- intento decir, pero ella me interrumpe con una mirada gélida.

-Sé lo que vi, y tu también lo sabes.

-Entonces crees que existen los... ¿vampiros?- decirlo en alto suena casi incluso más ridículo, pero después de todo lo que me está pasando últimamente, ¿Por qué no creerlo?

Kara me dedica una sonrisa entristecida y siento como si el aire se hubiera vuelto más ligero.

- Si lo que dices es verdad, entonces estamos muy jodidas.



Mi luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora