--7/9/2019--
Mi tenedor se movía de un lado a otro moviendo la comida, no tenía apetito, mi estómago estaba cerrado.
Alaric estaba sentado en la mesa de enfrente con sus amigos, compartíamos cuarto aunque aún no nos habíamos hecho tam amigos para sentarnos juntos. Ahí estaba sentada en una mesa sola jugando con mi comida como cada mañana.
-¿Puedo?
Cabello negro desarreglado, ojos verdes y la contrastante bata blanca. No lo conocía, había llegado hacia poco más de un mes a "Isla" y apenas le había visto fuera de ese feo laboratorio.
-No, mi montón de amigos están sentados aquí ¿No lo ves?
Su risa alivio un poco mi mal humor, dejo su taza frente a mi, olía a café, café muy amargo para mí gusto; en su plato había una rebanada de pan tostado con mermelada, mi estómago sonó cuando ví mi plato con la insípida avena.
-Puedes tomarlo si lo quieres- dió un trago a su café como si fuera lo más delicioso que hubiera probado- No me gustan las cosas dulces.
-No debo aceptar cosas de extraños.
-soy Lobo- Estiró su mano apretando la mía-Ahora me conoces y puedes tomarlo.
-Fernanda-Sonrei tomando la rebanada de pan de su plato- Voy a tomarlo por qué muero de hambre, pero Lobo no es un nombre.
-Pues debe serlo porque así me llamo- sonrió de lado y sujeto mi mano izquierda-¿Cuántos años tienes Fer?
-¿Hoy?, Catorce- su dedo dibujo un número catorce sobre mi palma- ¿Por qué?
-Necesito un ayudante en el laboratorio y dudo que ellos puedan aprender algo-mi seño se frunció ¿Acaso los había llamado estúpidos?- Tal vez no debí decirlo así, los cerebros jóvenes son como esponjas, absorben todo, y tú eres la más joven aquí.
-No sé nada de medicina, no voy a servirte de mucho.
-No tienes que saberlo, yo te enseñaré.
-No me gusta tu laboratorio, es feo.
-Es la peor forma en la que me han rechazado, eso dolió-hizo un gesto de estar dolido y luego llevo la mano a su corazón- Lo importante no es como luce el laboratorio, lo importante es lo que veas debajo el microscopio. Eso es aún más hermoso.
-No te creo.
-Ven te lo mostraré.
Se levantó de la mesa llevando consigo su taza de café, mire mi pan indecisa si ir con el o terminar mi desayuno.
-Vamos puedes llevar el pan.
No me gustaban los pasillos del edificio, eran oscuros y daban miedo. Cuando llegamos dejo su taza sobre el escritorio y saco unos botesitos de una especie de refrigerador, yo me quedé observando desde la puerta.
-Ven, siéntate frente al microscopio- dejo el botesito a un lado mientras ponía una gota del líquido en una plaquita de platico-Pon tus ojos aquí, es como un par de lentes.
Puso la plaquita y me ayudó a ajustar los lentes. Cuando pude ver lo que había, no sabía que decir, cientos de peluditas moradas se movían de un lado a otras chocando con las pequeñas pelusas azules.
-¿Que son esas pelusas?
-No son pelusas, lo que estas viendo es lo que hay ahora mismo en el mar.
-¿Ésto es lo que enfermo a la gente?
-Así es.
-Pero es tan pequeño.
-A veces hasta las cosas más pequeñas pueden hacer la diferencia más grande.
-Tu laboratorio ya no es tan feo, pero da miedo.
-¿Eso significa que vas a ayudarme?
-Si, pero solo si me das tu pan tostado todas las mañanas.
-Trato.
Apreté su mano cerrando nuestro trato y regrese a mirar las pequeñas pelusas en el microscopio.
-Vamos a necesitar un contrato- su risa inundó el espacio- No te rías los contratos son cosa sería.
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