Capítulo 11

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Comparto habitación con Diane en Atlanta, y me encanta que ella mantenga su pasta de dientes, cepillo de dientes, y todas sus necesidades tan bien escondido como yo. Es una gran compañera de cuarto, alegre y positiva cada momento del día, y me encanta que tengamos que hablar sobre la cocina saludable durante la noche antes de dormir. He aprendido que va de compras por los mejores y más frescos ingredientes locales cada mañana, y alimenta a Harry solo con la mejor comida orgánica, todos los días, a tiempo cada tres a cuatro horas, por lo que su entrenamientos parece estar espaciados en las secciones de cualquiera de 3-2-3, o 4-4 con las comidas más pesadas en el caso de este último. Los hombres comen por tres leones adultos hambrientos. Mucha proteína. Muchos vegetales. Y en la media hora después de su entrenamiento, demasiados carbohidratos que incluso yo termino carbodrogado de solo pensar en esas deliciosas dulces patatas y pasta que engulle.

Ella condimenta sus comidas con hierbas naturales, como tomillo, albahaca, romero, un poco de toque de ajo o pimienta de cayena, y algunas combinaciones de pateatraseros que he estado anotando para cuando vuelva a casa. Está divorciada a los 39, y también me dijo que vamos a terminar la última pelea en Nueva York al final del tour, una ciudad que siempre quise conocer.

Mañana Harry tiene su primera pelea de dos en Atlanta, y esta tarde me encuentro pasando el rato en el marco de su gimnasio de alquiler privado, esperando para estirar una vez que haya terminado. Es nuestra tercer tarde aquí, y ya me he dado cuenta que Harry Styles entrena como un demente.

Un.
Alfa.
Loco.
Hoy en particular parece imparable.

-¿Alguna razón por la que todavía tiene energía a esta hora? -pregunta Liam al entrenador.
-¡Oye, Styles! ¡Deja de presumirte frente a Louis! -grita el entrenador, y escuchamos una risa desde el otro lado del gimnasio, donde Harry está matando, cruelmente asesinando, una pera de boxeo.

-No lo puedo sacar de ahí -dice el entrenador mientras se vuelve de nuevo a nosotros. Pasa una mano por su calva cabeza mientras comprueba algún tipo de temporizador que ha envuelto alrededor de su cuello. Su habitual ceño se profundiza en intensidad-. Ya llevamos nueve horas hoy y todavía tiene jugo. Pero ni siquiera me mira, Liam. Sabíamos que esto iba a pasar desde que él...

Ambos vuelven sus cabezas hacia mí, como si no pudieran hablar hasta que me esfume, y yo levanto mi ceja.

-¿Qué? ¿Quieren que me vaya?

El entrenador sacude la cabeza y vuelve con Harry, quien está todavía extasiado, y volando en el viento como un murciélago aleteando por todas partes. Sus brazos se balancea con una precisión perfecta, cada embestida golpea el punto muerto de la bola que se balancea hacia atrás.

El sonido que hace es rítmico y más rápido que un segundo, thadumthadumthadumpthadump...

-Nueve horas al día es realmente excesivo, ¿no lo crees? Incluso siete al día es de locos -le digo a Liam desde la barrera.

Hoy hemos ido mucho más allá de sus 4-4 horas entrenamiento, y estoy sorprendido de que el hombre aún siga adelante. Incluso cuando entrené para los Olímpicos, no lo hice así de duro, y francamente, el programa de entrenamiento de Harry me de impaciente. Hoy ha hecho abdominales colgado, donde cuelga de sus pies y dobla su cuerpo a sus rodillas, tan rápido como pueda, perfectamente trabajando esos abdominales de tabla de lavar como si no hiciera nada.

Hace flexiones, lagartijas, alpinismo, sentadillas. Salta la cuerda con un solo pie, luego cambia al otro, luego cruza la cuerda, oscilaciones, giros y vueltas, a la vez que apenas si llega a ver la cuerda, la hace volar tan rápido como lo golpea rítmicamente el suelo. Después de eso, hace boxeo de sombra o golpea el ring con un compañero de lucha, y si su compañero de lucha cae antes que él, como pasó hoy, Hazza se vuelve a las bolsas pesadas o a la pera, y termina empapado.

Real | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora