ㅡ¿Qué prefieres, troyano o tigre?
Mi madre me hace esta pregunta mientras prepara tortitas de maíz en la plancha. Es el último día para pagar la inscripción del colegio antes de que mañana empiecen las clases. Sé que pretendía hacerlo antes, pero ha estado ocupada estableciendo relaciones con algunos comerciantes de la ciudad, tratando de convencerlos para que anuncien su servicio de predicción del futuro y vendan su material de ocultismo. Por lo visto, hay una fabricante de velas a las afueras de la ciudad que ha aceptado añadir a sus productos una mezcla específica de aceites, algo así como velas encantadas en una caja. Venderán estas creaciones por encargo en las tiendas de la ciudad y mi madre también se las enviará a sus clientes telefónicos.
ㅡ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿tenemos mermelada?
ㅡDe fresa y de algo llamado bayas de Saskatoon que tiene aspecto de arándanos.
ㅡTomaré de fresa.
ㅡDeberías arriesgarte. Prueba las bayas de Saskatoon.
ㅡYa me arriesgo suficiente. Pero ¿qué es eso de troyanos o tigres?
Mi madre coloca un plato con tortitas y tostadas delante de mí, cada una cubierta con un montón de lo que espero desesperadamente sea mermelada de fresa.
ㅡCompórtate, jovencito. Son las mascotas de las escuelas. Debemos elegir una, aparentemente estamos cerca de dos que son muy buenas opciones.
Suspiro. Qué importa. Iré a clase, aprobaré los exámenes y luego me cambiaré a otro, como siempre. Estoy aquí para manar a Jeon. Aunque buscar escuelas no suena tan aburrido, podría recorrer el lugar. Además, debería mostrar algo de atención para complacer a mi madre.
ㅡA papá le hubiera gustado que fuera un troyano ㅡdigo en voz baja; ella permanece quieta un instante delante de la plancha antes de deslizar la última tortita sobre el plato.
ㅡEntonces, optaré por la mascota troyana ㅡdice ella. Vaya suerte. He elegido el ridículo. Pero como ya he dicho, no importa. Estoy aquí por una razón, por algo que cayó del chico muerto del aventón.
Llegó de un modo encantador, por correo. Un sobre machado de café con mi nombre y dirección y en su interior, un pedazo de papel con el nombre de Jungkook. Escrito con sangre. Recibo estas pistas de todo el país, desde cualquier punto del mundo. No existen muchas personas que puedan hacer lo que yo hago, pero sí una multitud que reclama mis servicios y me busca preguntando a quienes me conocen o me siguen el rastro. Nos movemos mucho, pero si me buscan, es suficientemente fácil encontrarme. Mi madre publica un anuncio en Internet cada vez que nos mudamos y siempre les decimos a algunos de los viejos amigos de mi padre hacia dónde nos dirigimos. Cada mes, de manera rutinaria, un montón de fantasmas se deslizan sobre mi escritorio metafórico; un correo electrónico sobre las personas desaparecidas en una secta satánica en el norte de Italia, un recorte de periódico sobre misteriosos sacrificios de animales en un túmulo funerario ojibwe. Pero solo confío en unas cuantas fuentes. La mayoría son contactos de mi padre, miembros del aquelarre al que perteneció en la universidad o estudiosos que conoció en sus viajes o gracias a su reputación. Ellos me ayudan a no involucrarme en búsquedas inútiles. Hacen bien sus deberes.
Pero con el paso de los años, he conseguido algunos contactos propios. Cuando vi aquellas letras roas garabateadas sobre el papel como si fueran arañazos con una zarpa, supe que tenía que ser una pista de Park Daeho. Por su teatralidad, por la fantasía gótica del pergamino amarillento. Como si fuera a creer que el fantasma hubiera escrito su nombre con sangre de alguien y me hubiera enviado la tarjeta a modo de invitación a cenar.
Park Daeho es un muchacho de Banggalri enamorado de la estética gótica. No es mucho mayor que yo. Holgazanea poniendo copas en las profundidades de algún barrio, perdido en algún punto alrededor de los veinticinco años y deseando seguir teniendo dieciséis. Es flacucho, pálido como un vampiro y viste con demasiada lycra. Hasta ahora me ha conducido a tres buenos fantasmas. Capturas rápidas y sencillas. De hecho, uno de ellos estaba colgado del cuello en un silo subterráneo, susurrando a través de los tablones del suelo y tentando a los nuevos residentes de la casa a reunirse con él bajo tierra. Solo tuve que entrar, destriparlo y salir de nuevo. A partir de ese trabajo, Dae empezó a caerme bien. Sin embargo, no aprendí a disfrutar de su extremadamente entusiasta personalidad hasta mucho después.
Lo llamé en el mismo instante en el que vi su carta.
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El Chico vestido en sangre <libro ¹> Adaptación Taekook.
Horror[Esta ciudad huele a humo y a cosas que se pudren en verano. Está más encantada de lo que imaginé. Ahí afuera, en algún lugar, está lo que vine a buscar, un fantasma con fuerza suficiente para arrebatar el aliento de las gargantas de los vivos. Pien...