Capítulo 5.

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Por lo que puedo deducir, la escuela de los troyanitos es igual que cualquier otro colegio al que pude haber asistido en mi antigua ciudad. He dedicado toda la primera hora a elaborar mi horario con la orientadora escolar, la señorita Kim, una mujer joven y amable con aspecto de pájaro que parece destinada a vestir suéteres anchos de cuello alto y a tener demasiados gatos.

Ahora, en el pasillo, todos los ojos me están mirando. Soy nuevo y soy diferente, aunque eso no es lo único. Todos los ojos están fijos en todo el mundo porque es el primer día de clase y la gente está ansiosa por descubrir cómo han cambiado sus compañeros de clase durante el verano. Debe de haber al menos cincuenta nuevos maquillajes y estilos poniéndose a prueba en el edificio. La pálida sabihonda se ha blanqueado el pelo y lleva puesto un collar de perro, y el tipo delgaducho del equipo de atletismo se ha pasado todo julio y agosto levantando pesas y comprando camisetas ajustadas.

Aun así, los ojos de la gente tiendes a detenerse más tiempo en mí porque, aunque soy nuevo, no me muevo como tal. Apenas miro los números de las aulas por las que paso. Finalmente encontraré mi salón, ¿no es así?, por lo tanto no hay razón para dejarse invadir por el pánico. Además, soy un experto. He estado en doce escuelas en los últimos tres años. y estoy buscando algo.

Necesito entrar en el círculo social. Necesito que la gente hable conmigo, de modo que pueda formularles las preguntas para las que preciso respuestas. Así que cuando me traslado a un sitio nuevo, siempre busco a la abeja reina. -o abejo-

Todos los colegios tienen una. La chica que lo sabe todo y conoce a todo el mundo. Podría intentar pegarme como una lapa al capitán de algún equipo, pero el deporte nunca ha sido mi fuerte. Mi padre y yo nunca veíamos deportes en la tele, ni jugábamos al balón prisionero. Puedo luchar con muertos durante todo un día, sin embargo el fútbol americano puede dejarme inconsciente. Las chicas, por el contrario, siempre me han resultado más fáciles. No sé por qué exactamente. Tal vez sea esa aura de forastero o mi aspecto amenazante. Tal vez sea algo que en ocasiones creo ver en el espejo, algo que me recuerda a mi padre. O quizás porque soy condenadamente atractivo. Así que recorro los pasillos hasta que finalmente lo veo -sí, lo veo, resulta que nuestra abeja es un chico-, sonriendo y rodeado de gente.

Es imposible confundirlo: la reina del colegio es siempre guapa, aunque este es increíblemente precioso, demasiado para ser un hombre. Tiene una melena rubia en capas de casi medio metro de largo y unos labios del color de los duraznos maduros. Tan pronto me ve, baja la barbilla y en su rostro se dibuja una sonrisa. Este es el chico que consigue todo lo que quiere en el colegio de los troyanitos. Es el preferido del profesor, el rey del baile, el centro de la fiesta. Él podría contarme todo lo que necesito saber. Y espero que lo haga.

Cuando paso junto a ella, la ignoro a propósito. Unos segundos después, abandona su grupo de amigos y se coloca a mi lado de un salto.

ㅡHola. Nunca te había visto por aquí.

ㅡMe acabo de mudar a la ciudad.

Sonríe de nuevo. Tiene una sonrisa perfecta y unos cálidos ojos color chocolate.

Te desarma al instante.

ㅡEntonces necesitarás un poco de ayuda para familiarizarte con esto. Soy Kim Seokjin.

ㅡKim Taehyung. ¿Qué clase de padres llaman a su hijo Seokjin?

Se ríe.

ㅡ¿Y qué clase de padres llaman a su hijo Taehyung?

ㅡBuenos padres ㅡrespondo yo.

ㅡClaro.

Nos reímos juntos y mi sonrisa no es completamente falsa. Kim Seokjin controla este colegio. Puedo asegurarlo por cómo se mueve, como si nunca hubiera tenido que arrodillarse en su vida. Y por la manera en que la gente se aparta, como pájaros ante un gato al acecho.

El Chico vestido en sangre <libro ¹> Adaptación Taekook. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora