Era tardísimo; alrededor de las doce y media, una de la mañana.
Harry no estaba preocupado, en lo absoluto. Pues Louis siempre llegaba a esa hora o quizás un poco más tarde en las madrugadas.
Aún no entendía porqué, si él podía cerrar su oficina cuando le diera la gana. Literalmente, era su propio jefe.
Pero en fin, jamás decía nada. Nunca se oponía porque sabía que su papi se mataba trabajando para poderle cumplir unos gustos que por fin, después de un mes de relación formal y sin bodas de por medio, se atrevía a pedirle.
No era nada sofisticado, al contrario. Era Louis quien le hacía esos regalos ostentosos y de marca. A veces se la jugaba demasiado y Harry no sabía que cara poner ni cómo darle las gracias por tal cosa.
Otras veces, terminaban haciendo cosas pecaminosas que al mismo Harry le ponía las mejillas coloradas el recordarlo.
Pero, justo en ese instante, estaba demasiado concentrado en un libro de arquitectura que, vaya sorpresa, Louis le había regalado.
Intentaba concentrarse y estudiar, pues rendía en un par de días y quería quitarse la última materia de encima para poder disfrutar a pleno las vacaciones, para poder descansar lo mucho que sabía que necesitaba y también para regalarle todo su tiempo a su papi.
Dejó salir el aire por sus labios en un suspiro y se tiró hacia atrás en el sillón, manteniendo una postura un tanto relajada mientras sus ojos vagaban a través de cada línea y dibujo que alguien con muchísimos estudios plasmó allí.
No estaba demasiado interesado en hacerlo, pero estaba poniendo todo de sí mismo, en serio que lo hacía.
Se pasó las manos por la cara y se tiró el cabello molesto hacia atrás, quitándolo de su visión.
No se había atrevido a hacerse ningún peinado, pues sabía que a Louis le encantaba hacerle trenzas y tal vez tener una pequeña sesión antes de ir a dormir.
Harry se quejaba siempre, pues ambos tenían responsabilidades y no estaba bueno el despertarse tarde sólo porque los dos eran unos calentones de mierda y necesitaban mantener los cuerpos fusionados por lo menos dos veces al día.
Porque si, Louis podía estar casi pisando los cuarenta, pero no daba tregua en el sexo.
Harry no se quejaba, en lo absoluto. Pero llegó a preguntarse cómo era que un viejo podía tener incluso más energía que él.
El ruido del motor del auto de Louis estacionándose en la entrada de la casa lo hizo salir de sus cavilaciones. Volvió a suspirar, sin embargo, no se movió de donde estaba.
Aún fingía leer y estudiar cuando la alarma saltó y los pasos de Louis comenzaron a hacerse audibles.
A Harry le gustaba jugar demasiado. Era un atrevido, y Louis jamás perdía oportunidad para decírselo.
Harry se inclinó hacia la mesita ratona donde en ese instante tenía los pies, y tomó de allí los anteojos de marco negro y en forma cuadrada que Louis le había regalado. Claro estaba que eran de marca y carísimos. Incluso Harry se negó a aceptarlos al principio, pero una sesión de besos y manos jubilosas, bastaron para que lo hiciera.
Louis podría desgastar sus labios de tanto decirle lo precioso que le quedaban.
Harry deslizó el marco por el puente de su nariz al mismo tiempo que se dejaba caer en el sillón y tomaba el libro en sus manos, perdiéndose entre las letras que en algún momento fueron diminutas y, después que se pusiera los anteojos, se convirtieron en una cosa gigantesca y mucho menos difícil de leer.
ESTÁS LEYENDO
Lo mejor del amor. [L.S] ✔
FanfictionHarry es heterosexual. Harry se está por casar. Harry quiere morir cuando despierta con un extraño en su cama. "¿Cómo dejarte? Si te llevo conmigo. Nunca he podido arrancar tu corazón de mi corazón" No acepto adaptaciones.