THE REBELLION © [secuela de A.U.]

XIV

"Cuenta regresiva"

(Ubicación: Rivus, Mansión de la familia Gazelle.)

El pasillo es increíblemente oscuro cuando se sumerge en él cual barco a la deriva en un tempestuoso mar. Es tan estrello, o eso le parece, que la ansiedad se disipa por mil en su cuerpo, lo que hace que sus sentidos se agudicen aún más de lo que ya lo son. Escucha su extraña respiración y el extraño crujir de sus zapatos contra el concreto; espera, desea, que nadie más lo descubra, que nadie más sepa que está ahí porque ni él quiere estar ahí. Escucha también las gotas de humedad escurrirse por los sucios cristales de las ventanas  en cada puerta que pasa en su caminata; apesta a encierro. A polvo de años mojado por agua pestilente, y a moho en los rincones. Siente las esporas de suciedad que flotan por el aire chocar contra su nariz y causarle comezón; se siente sucio de solo estar ahí. Sucio e incómodo. 
Nunca ha sido demasiado asquiento, pero el aire frío y pegajoso lo pone aún más nervioso. De todas formas es por ese pasillo por donde puede llegar a la única zona de la mansión de los Gazelle donde sabe con certeza que nadie lo verá. A él o a su acompañante, el cual ya debería estar en el lugar acordado desde hace mucho tiempo.

Su olor se torna amargó a medida de que avanza, y aunque los supresores ayuden a suprimir sus feromonas, su estado de ánimo no ayuda en absoluto e es inevitable olerse a sí mismo perder el control.
El pasillo le parece eterno. Es largo y lleno de vueltas, en algunos puntos las paredes parecen más cerca y el techo más bajo, pero no se detiene. No hay retorno en la misión que debe llevar a cabo. Ya está todo acordado. Le ha bastado una noche para planificar su escape de Rivus, aunque en realidad nunca ha estado encarcelado u obligado a estar ahí contra su voluntad. La razón de su ida sigilosa se debe a que sabe que los líderes no lo apoyaran en su decisión de ponerse en peligro.
Sabe que su decisión es imprudente, tiene una larga cicatriz en la cara que aún no termina de sanar que se lo recuerda a cada momento, cada día al mirarse al espejo o hablar. Pero lleva demasiado tiempo inhabilitado, lo que han sido días productivos para sus opositores para planificar sus próximos movimientos, mientras él no tiene nada. 

Perdió la guía, y es tan repetitivo el aceptarlo que se siente abrumado.

Lo único que sabe dentro de su situación es que no puede continuar así, tiene que buscar alguna solución que lo haga volver en sí, que lo saque de la cárcel corpórea en la que es prisionero hace mucho. 

La imagen de una rosa sin espinas lo atormenta. Le revuelve el estomago cada tanto, cada vez que cierra los ojos y se ve rodeado de ojos maliciosos que gruñen e imponen su presencia con prepotencia sólo por nacer dentro de la casta beneficiada, por ser de familia adinerada o por tener buenas conexiones políticas. Nació en un mundo que se esmera en tratar de reducirlo, asesinarlo, así que todo a estas alturas parece una amenaza. 

Cada vez entiende mejor por qué su padre optó por ocultar su naturaleza.

Aún así, es curiosa la forma en que la vida se pone cuestas arriba. Como en tres segundos lo que parece estar bien está mal y lo mal está bien. ¿Será que siempre han estado mal y ha ignorado la realidad por vivir en una burbuja ideológica? Eso es posiblemente lo que ha pasado en su caso. Recuerda las palabras de su madre alguna vez, diciendo que muchos pecan de inocente, y vaya que inocente era en esos tiempo. De todas formas, no puede evitar sentirse culpable cada vez que piensa en un lugar feliz y vuelve a su infancia en Înis, cuando sus principales preocupaciones se reducían a pleitos con los hijos de sus tíos en clases, cuando se enfrentaban por quién era mejor en tal y aquello. 

Algunos de ellos están muertos. Las sombras inertes colgando por afuera de la fachada del castillo de los Boroh aquel día se lo recuerda amargamente por las noches, cuando en sus plegarías a los dioses incluye los nombres de cada persona, y ser vivo, por el que se ha sentido responsable de su muerte. Pero no es suficiente incluirlos en sus plegarias. Eso cree.